Canta actualmente con la banda de música del ayuntamiento de Mérida

Yo no olvido El año viejo, dice un Tony Camargo casi olvidado
esp-camargo
Ernesto Márquez n La deuda está ahí y a nadie se le ha antojado saldarla. Sí, señores. Desde hace tiempo se le debe un reconocimiento público a Tony Camargo, uno de los grandes nombres artísticos que le han dado lustre al quehacer musical afroantillano en México.
Es una dolorosa verdad, pero en este pago, tan dado a venerar héroes foráneos, no se ha valorado de manera justa a este gran sonero cuya calidad ha sido comparada por muchos a la del Bárbaro del ritmo Benny Moré, con quien compartiera orquesta y escenarios.
Olvidado como tantos otros valores del quehacer musical bailable, Tony Camargo sobrevive a su leyenda talacheando como cancionero en una pequeña orquesta del ayuntamianto de Merida. El dice vivir feliz. Tiene una esposa que lo mima, un negocio de pollos que le aporta el complemento económico para vivir más o menos con dignidad y una canción que es todo un clásico en las fiestas decembrinas: El año viejo. Un porro tan alegre como él que le ha valido para una involuntaria y curiosa inmortalidad.
Teñido el cabello de negro (así fue como lo vimos la última vez) y jovial como siempre, Tony vive a su aire. Atrás han quedado los recuerdos: su origen carpero, su infancia en Santa María La Ribera, las descargas con los cuates, las noches en el Waikikí, el Río Rosa, El Tabarís, El Macao... su debut discográfico con Mariano Mercerón, los éxitos logrados esp-tony con las orquestas de Chucho Rodríguez, Rafael de Paz, Dámaso Pérez Prado; los exitantes dúos con Benny Moré, la giras internacionales de las que regresaba con las maletas llenas de elogios y las canciones de todos y para todos.
Porque, eso sí, durante estos cincuenta años de labor musical, Camargo ha tenido la oportunidad de enarbolar un repertorio tan amplio que ha incluido himnos locales como aquel de A Tabasco, autoría de Pepe del Rivero que la gente de aquella entidad mantiene en alta estima aún ignorante de que quien la hiciera popular fuese la voz de este hombre nacido en Guadalajara, Jalisco.
Pero, bueno, Camargo sigue vivo, sigue cantando. Ese es su primer y enorme mérito y hay que aprovecharlo: darle una orquesta digna, meterlo en un estudio de grabación y publicar toda esa sabia sonera para tenerle más presente, más de todos los días y no una voz de fin de año.
Luis A. Boffil Gómez, corresponsal, Mérida, Yuc. n Cuenta la anécdota que a partir de 1953, y por varios años más, la afamada radiodifusora XEQ sólo mantenía su rating con dos artistas: Amalia Mendoza La Tariácuri y el guapachoso Tony Camargo. El creador de la canción El año viejo.
ƑQué persona con un corazón ligeramente guajiro no las recuerda en voz de un mexicano con alma sonera?
Yo no olvido al año viejo porque me ha dejado cosas muy buenas
Yo no olvido al año viejo, porque me ha dejado cosas muy buenas
Me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra
Me dejó una chiva, una burra negra, una yegua blanca y una buena suegra
pero que mira, mira pa'gozar
Hoy, Tony Camargo canta y toca el güiro con la modesta banda de música del ayuntamiento de Mérida, la cual se presenta en serenatas y parques públicos con muy buena aceptación para las personas que gustan del buen sentimiento musical.
Conocedor de sus innegables méritos, asienta: "Estoy tranquilo, no he ganado los miles de pesos ni tampoco algún disco de oro, pero todavía cobro regalías en la RCA Víctor por mis interpretaciones".
De pequeño, Antonio Camargo Carrasco, mejor conocido como Tony Camargo (Guadalajara, 1926), sintió el bullicio de la artisteada, propio de la herencia de sus padres Manuel Camargo Ríos y Guadalupe Carrasco Aceves, quienes cantaban en las inolvidables carpas. Sin mucha fortuna económica en tierras jaliscienses, la familia Camargo Carrasco decide trasladarse a principios de los 30 a la capital del país, en donde el padre del pequeño Tony consigue trabajo en el cine Rívoli, donde se presentaban luminarias en auge como Juan Arvizu y Agustín Lara. Ni más ni menos.
Eso marcaría para siempre la vocación del pequeño Tony. Su primera incursión en la estación radial XCFO, con el conjunto Caravalí, pasó inadvertida. Pero los años nuevos estaban por llegar.
Alegre y jovial, con tenis, short y playera, Tony Camargo, residente en Mérida desde hace varios años, narra sus pininos en el ambiente musical. "Tuve la primera oportunidad, en los años 40, con el conjunto de los hermanos Ferrusca, en donde tocábamos en el bar La Conga, en donde conocí a varios cantantes", evoca.
El destino quiso que en su camino se topara con la orquesta de Jesús Chucho Rodríguez. Este director, quien también le brindó una de sus primeras oportunidades en México al bárbaro del ritmo Benny Moré, escuchó el singular ritmo que Tony le imprimía a sus interpretaciones, y no hubo más que decir.
"Qué más puedo pedir, de inmediato entré a cantar con la orquesta de Chucho Rodríguez para debutar en el cabaret Montparnasse, y de allí nos presentamos en el programa musical que producía la XEQ", narra.
Ya más conocido en el ambiente, alternó con la artista Amalia Aguilar, conocida como la diosa del fuego, en el teatro Lírico. Siempre con la orquesta de Chucho, Tony recorre varias carpas y teatros de calidad; incluso, en alguna ocasión hizo dúo con el famoso Tun-Tun. La canción hasta la fecha se escucha: La llorona loca.
Un momento inolvidable fue cuando el carae foca Pérez Prado lo invita a cantar para su orquesta. "Debutamos en el teatro Blanquita y estuvimos ocho meses con presentaciones ininterrumpidas". Con más fama, Tony se ausenta del país contratado como solista en Venezuela, en lo que significó su primera incursión internacional. De regreso a México, a principios de los años 50, salen al aire dos interpretaciones que hasta la fecha ponen a uno la carne chinita y el alma bohemia. Esta noche corazón y Sin razón ni justicia, con Tony Camargo en la primera voz y el lajero prodigio Benny Moré, haciéndole la segunda. Dos exitasos.
Canciones como El año viejo, La pastora, La bandolera, La engañadora, Bonito y sabroso y Sin razón ni justicia, estas dos últimas a dúo con el legendario Benny Moré, a la fecha son éxito.
A partir de ese momento, la carrera del jalisciense tuvo el jalón definitivo. Por varios años, trabajó en Venezuela, donde el nombre de Tony Camargo causaba sensación. En sus regresos a México, pasó a engrosar las filas de las mejores orquestas de aquel entonces, como la de Rafael de Paz, Ernesto Duarte, Juan García Esquivel y Mariano Mercerón.
Modesto, Tony Camargo no parece lamentar el paso de los años en donde la música y las bandas nacionales y extranjeras hacían gastar "la suela de los zapatos" a miles de cumbancheros.
--ƑEstuvo usted retirado?
--No, sólo que los tiempos cambian y decidí llevar una vida más tranquila aquí, en Yucatán.
--ƑCómo le va actualmente?
--Bien, tal vez no con el éxito que yo haya querido, pero no me puedo quejar.
--ƑSiente que no tiene el reconocimiento suficiente?
--No lo sé. Eso depende de los productores de discos y del público; pero no me siento mal por eso.
--ƑEl público lo reconoce todavía?
--Afortunadamente sí.
--ƑQue le piden que cante?
--Lo mismo de siempre (ríe)... La pastora, El año viejo...
--ƑQué opina del llamado boom de la música cubana?
--Me gusta; los productores y la gente recobran el buen gusto por la música.
--Al escuchar a las nuevas generaciones de músicos, Ƒle disgusta algo en particular?
--Sí. Que hagan a ritmo de quebradita canciones tan preciosas como La culebra y Bonito y sabroso.
Insiste en su tranquilidad. Vive en una colonia popular al oriente de la ciudad con su segunda esposa, Guadalupe González Gómez, de origen yucateco.
En el Parque Zoológico El Centenario, recordando sus viejos éxitos, como La pastora y La bandolera n Foto: José Aragón