La Jornada 27 de diciembre de 1998

UNION PROGRESO: COSECHAS EN RIESGO

Juan Balboa, corresponsal, Unión Progreso, El Bosque, Chis., 27 de diciembre Ť En el macizo montañoso que une El Bosque, Chenalhó y San Andrés Larráinzar, los tres municipios de los Altos de Chiapas con mayor presencia zapatista, el ambiente es tenso y sórdido: los priístas se hacen acompañar por los cuerpos policiacos para viajar por las carreteras y el Ejército mantiene inalterable la vigilancia por tierra y aire sobre el Aguascalientes de Oventic.

A cinco días de cumplirse cinco años de la aparición pública del Ejército Zapatista, las comunidades simpatizantes del EZLN tendieron una red de vigilancia ante un posible asalto de la Policía de Seguridad Pública del estado y grupos paramilitares a esas tres comunidades.

Unos 800 metros dividen a Unión Progreso -blanco de dos ataques de la policía, militares y los nuevos paramilitares- de la comunidad Los Plátanos, habitada por militantes del PRI.

A lo largo del camino de terracería que comunica Los Plátanos con la carretera asfaltada se divisa una media docena de camiones de tres toneladas, repletos de hombres y mujeres que saltan en cada movimiento brusco. Atrás de ellos, la Policía de Seguridad Pública del estado asentada en Los Plátanos los resguarda de emboscadas o asaltos de encapuchados ``parecidos a los zapatistas''.

Abajo de ellos, a sus pies, los pobladores de Unión Progreso los siguen con la mirada, vigilan sus movimientos, y aseguran que el convoy no tiene como destino su pequeño pueblo que abandonaron el 10 de junio -cuando la policía y el Ejército, según sus familiares, asesinaron a cinco indígenas-; corrieron al monte el pasado 15 de diciembre, y ``quién sabe cuántas veces más lo harán'', dice Manuel, sin despegar la vista del convoy.

La novedad en Unión Progreso son los vuelos rasantes del mismo avión bimotor de las fuerzas armadas que fotografía, graba imágenes y registra con aparatos modernos cada uno de los movimientos que se realizan cada día en los Aguascalientes construidos en los municipios de Las Margaritas, Palenque, Ocosingo, Altamirano y San Andrés Larráinzar.

La presencia de la aeronave mantiene atemorizados a los pobladores, quienes en un principio se negaban a salir a sus labores del campo. Las siete personas que instalaron el primer Campamento Civil por la Paz en Unión Progreso fotografiaron una y otra vez los vuelos sobre los tejados. Las evidencias fueron presentadas en un informe gráfico y escrito al Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas.

Pero la vigilancia castrense no sólo se concentra en lo aéreo. Los retenes instalados desde hace un año en los dos extremos de la carretera donde se encuentra Oventic se mantienen inamovibles. En el cruce a la comunidad de Jolnachol, elementos del 13 Batallón de Infantería revisan minuciosamente vehículos, camiones, autobuses y motocicletas que circulan por el lugar.

``La alegría de la gente en estos momentos es que volvimos al campo a cosechar nuestro café, que se está pudriendo en las matas'', dice con rostro feliz Manuel, mientras dos mujeres pasan cargando con su mecapal dos quintales con granos recién cortados en las montañas.

Cinco días cumplieron las familias de Unión Progreso de haber reanudado la cosecha del grano maduro; según Enrique, una simple lluvia provocaría que el sustento de su economía ``se fuera al suelo, se pudriera y nos hiciera más pobres''.