La Jornada 30 de diciembre de 1998

Sin solución de fondo, la disputa entre CNCA e Instituto Helénico

Enemigos habitando el mismo domicilio, vecinos distantes confrontando a diario visiones incompatibles sobre la ``difusión de la cultura'', el Instituto Cultural Helénico (ICH) y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) escenificaron en los meses pasados, desde sus oficinas, una disputa aún no resuelta de fondo.

El pasado 1 de septiembre ambas instancias renovaron un convenio que en apariencia concluía el pleito y evitaba que se trasladara de las páginas de los diarios a los tribunales, lo cual hubiera llevado al menos a dos posibles soluciones radicales:

Una supervisión de los objetivos originales del ICH -con el riesgo de perder el predio de Revolución 1500, cedido por decreto presidencial en 1979 y donde se ubica el Centro Cultural Helénico, que alberga el Teatro Helénico, La Gruta, El Claustro y La Capilla- o la expulsión del CNCA.

Las respectivas declaraciones previas parecían llevar a esa situación, pero luego de dos años se firmó un convenio que, sin embargo, tiene un punto débil: no resuelve el problema de fondo y deberá renovarse de común acuerdo el 31 de agosto de 1999.

La intención inicial del CNCA de ``asumir su responsabilidad'', cuestionar al ICH por abandonar su proyecto original y recuperar ese predio propiedad del gobierno federal -y ``del pueblo de México''- se vio aplazada con el convenio.

El ICH evadió la propuesta del CNCA de crear un nuevo patronato que lo incluyera, recuperó espacios teatrales y consiguió que el consejo pagara aportaciones atrasadas.

Pablo de Ballester, buena estrella

Creado en 1973 por el helenista Pablo de Ballester, el Instituto Cultural Helénico se propuso difundir la cultura griega y, en un principio, sus cursos tuvieron éxito. En 1979, durante el gobierno de López Portillo, De Ballester y el ICH fueron beneficiados por un decreto que les cedió el predio.

Sin embargo, en su artículo 4o., el decreto advierte que si el ICH le diera ``un uso distinto (...), dicho inmueble pasará con todas sus mejoras y accesiones al control y administración del gobierno federal''.

El terreno, una casa y obras de arte habían pasado al poder del gobierno federal tras la quiebra de su dueño anterior, Nicolás González Jáuregui. El ICH, según Otto Minera, director del Centro Cultural Helénico, dependiente del CNCA, además se benefició con la edificación del Teatro Helénico.

Hasta octubre de 1989 los teatros fueron operados por Fernando de Prado, quien se suicidó tras ser acusado de un desfalco a Protea. Medio año los teatros permanecieron cerrados y compañías privadas, entre ellas Televisa, buscaron rentarlos al ICH.

Pero el instituto firmó en marzo de 1990 un convenio con el CNCA y éste pudo utilizar de martes a domingo todos los teatros, excepto La Capilla; después programó obras los lunes y dispuso de este último, hasta que el ICH protestó.

El convenio y el monto que el CNCA aportaba al ICH se actualizaban cada año.

En 1996 comenzaron las dificultades. El CNCA ya no quiso negociar e impugnó la validez de apoyar a un instituto que, considera, no responde a sus objetivos originales. No se puede desembolsar ``dinero público'' y hacerse de la ``vista gorda'', dijo Minera.

En mayo de 1997 el ICH planteó al CNCA que la aportación anual debía ser de un millón 800 mil pesos, pero el consejo nunca respondió, señaló José Manuel Villalaz, director del instituto. El 17 de noviembre de ese año, el ICH mandó al CNCA un escrito para dar por concluido el convenio, pues desde dos meses antes el consejo suspendió el pago bimensual, situación que se prolongó hasta septiembre de 1998 en medio de acusaciones mutuas de ``ilegalidad''.

El consejo respondió que no incumplía ningún acuerdo y que era el poseedor con ``legítimo título'' de los bienes en disputa.

El CNCA propuso al ICH crear un nuevo patronato para garantizar el cumplimiento de los objetivos del instituto. La propuesta fue rechazada, dijo Minera, porque Villalaz y su patronato perderían el control.

Hacerse de la vista gorda

De hecho, el CNCA puso una denuncia ante la Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo, la cual se invalidó con la firma del convenio del primero de septiembre pasado.

Quizá para evitar una radicalización del conflicto, con resultados inciertos para ambos, el ICH y el CNCA decidieron negociar y firmar dicho acuerdo. El más afectado fue el consejo, pues sólo quedó con el control del Teatro Helénico y La Gruta, aunque ahora puede utilizarlos todos los días, en cualquier horario.

Para el caso de La Capilla, El Claustro y los jardines, podrá hacer uso de ellos previa autorización del ICH, ``quien aceptará o negará la solicitud, según su criterio''.

Hace unos días Minera reconoció que, debido a la pérdida de espacios escénicos, en 1998 sólo llegaron a 600 funciones, a diferencia de las mil de años anteriores.

Los cuestionados cursos del ICH y el ``apoyo institucional'' del CNCA quedaron intactos. Este deberá apoyar a la asociación civil con un millón 250 mil pesos en seis pagos bimensuales e invertir más de un millón 660 mil en la renovación de equipos e instalaciones.

Otra cláusula señala que el CNCA ``se compromete al término del presente convenio a entregar los teatros, oficinas y estacionamientos, así como el equipo mencionado (...), en buen estado (...), salvo el deterioro causado por el uso normal de los mismos''.

Además, si el CNCA no pagara dos bimestres consecutivos, el ICH ``podrá dar por terminado el convenio sin necesidad de resolución judicial y exigir la inmediata desocupación y entrega de las instalaciones''.

Tras la firma del acuerdo, Minera dijo que ``como en toda negociación, no se puede el todo o nada y hay que ser realistas''. (Arturo Jiménez y Carlos Paul)