Llama el EZLN a una movilización contra la guerra de exterminio indígena
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 1o. de enero Ť Según el EZLN, 1998 fue, de parte del gobierno federal, un año de ``guerra de exterminio contra los indígenas mexicanos, impunidad para los criminales, incumplimiento de los acuerdos pactados, destrucción de los puentes de diálogo y negociación, y desafío a la opinión pública nacional e internacional''.
En un comunicado dado a conocer aquí en los primeros minutos de 1999, a 5 años de su alzamiento, el EZLN repite: ``nuestro objetivo no es hacernos del poder, tampoco por obtener puestos gubernamentales o convertirnos en partido político. No nos alzamos por limosnas o créditos. No queremos el control de un territorio o la separación de México. No apostamos a la destrucción ni a ganar tiempo. Nuestras demandas principales son el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y democracia, libertad y justicia para todos los mexicanos y mexicanas'' (subrayado en el original).
En su evaluación y recapitulación, la organización rebelde indica que la matanza de Acteal fue el inicio del ``año de la guerra gubernamental contra las comunidades indígenas de México''. Y afirma que ``los responsable directos de la masacre tienen nombre y apellido''.
El EZLN responsabiliza del ``hecho brutal y sangriento que marcó ya definitivamente el fin de siglo mexicano'' al presidente Ernesto Zedillo, así como a Emilio Chuayffet, Francisco Labastida, general Enrique Cervantes, Julio César Ruiz Ferro y Adolfo Orive, a quienes se han sumado, ``en la labor de encubrimiento'', Rosario Green, Emilio Rabasa Gamboa, Roberto Albores Guillén y Jorge Madrazo Cuéllar.
A través de una grabación magnetofónica con la voz del subcomandante Marcos, el CCRI-CG del EZLN denomina a la política económica del gobierno ``la otra guerra de destrucción'', y reitera su llamado ``a una movilización por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y por el fin de la guerra de exterminio'', según lo planteó en su quinta Declaración de la selva Lacandona el pasado mes de julio.
``Para este año de 1999 no llamamos al pueblo a la guerra, pero tampoco lo llamamos al conformismo ni a la inmovilidad''. El EZLN declara, en cambio, que está convocando a ``una movilización pacífica''.
``Llamamos a todos y todas no a soñar, sino a algo más simple y definitivo: los llamamos a despertar''.
Una iniciativa de diálogo y paz
A poco de iniciado el nuevo año, y bajo una llovizna pasajera que todos reciben como buen augurio agrícola, los conductores de la celebración enfrentan un problema técnico con la grabadora casera que debía transmitir el mensaje de la Radio Insurgente en ``el sexto año de la guerra contra el olvido'' y piden, por el sonido, si alguien les puede prestar una.
Ante centenares de indígenas y visitantes, y de los medios de comunicación, los zapatistas enfrentan, una vez más, la realidad de sus precariedades. En pocos minutos alguien presta otro aparato reproductor, que difunde el comunicado desde una mesa adornada con flores de plástico, de tela y naturales.
Al precisar su enumeración de la política gubernamental en el conflicto del sureste mexicano, el EZLN destaca ``la masacre de indígenas, el ataque a los municipios autónomos, la reanudación de los combates, la destrucción de la Conai, la inmovilidad de la Cocopa (en otro momento del texto se dice que el gobierno de Zedillo `redujo al ridículo' a la comisión de legisladores), el incumplimiento de los acuerdos de San Andrés, el desprecio al Congreso de la Unión, y la expulsión de observadores internacionales''.
El comunicado hace una prudente mención a la reciente protesta de los militares, del Comando Patriótico de Concientización del Pueblo, al cual considera ``un botón de muestra de la crisis del sistema político mexicano'', y le concede el beneficio de la duda. ``Falta ver y conocer''.
El documento del CCRI destaca un reconocimiento a los pueblos zapatistas en resistencia. ``Ellos son nuestros verdaderos jefes, nuestra sangre, nuestra arma y bandera'', que a la ``invitación a hacer la guerra'' del gobierno, respondieron con una iniciativa política ``de diálogo y paz''.
Cuando el mundo era más joven
Las mantas que recorren el estrado por arriba y por abajo (ya no tiene caso llamarlas naves) aluden a lo mismo que todos, en particular los adultos, están pensando: ``Hace 5 años, ¿qué estábamos haciendo?''
Juan se sienta en el suelo y apoya la espalda contra un joven árbol más o menos a la mitad del Aguascalientes.
-A estas horas ya llegábamos en Margaritas -rememora, con un estado de ánimo raro. Alegre, sí, hoy es fiesta, pero también sorprendido, y quizás abrumado.
Hace 5 años el mundo era más joven. Y muchos como Juan pensaban que a lo mejor se iban a morir esa misma noche, o en los días siguientes. El era miliciano entonces, y lo sigue siendo. En estos 5 años ha tenido hijos (uno nació en las montañas, en febrero de 1995, cuando todo su pueblo, Guadalupe Tepeyac, huía de un ataque del Ejército federal que mantiene secuestrado, hasta la fecha, su pueblo originario).
La marimba de San José está tocando. La gente baila alrededor, a media luz, con los breves brinquitos rápidos de la cadencia tojolabal. Pero la luna es grande, y todos se pueden mirar a los ojos. Una hombre habla con pasamontañas por el sonido y dice:
-Compañeros, reconocemos su esfuerzo por llegar aquí -y es que sí, muchos vienen de lejos, de los pueblos de la montaña, de la cañada y la frontera.
Juan recuerda la última comida de 1993. ``¿Acaso bajaba? Ni el agua bajaba la garganta''. El nudo que habrán tenido entonces.
Estaban por salir, la tarde del 31 de diciembre. Ya se habían despedido. Y eso que muchos milicianos ya no cupieron en los camiones y se tuvieron que quedar. Una de las mantas esta noche reproduce aquel momento. Las calles del viejo pueblo, los muñequitos de las columnas de insurgentes, y las de milicianos. Unos camioncitos pintados de perfil. Las casitas, los árboles, el camino.
-Además del arma llevábamos los picos para llegar a Las Margaritas.
El propio padre de Juan dirá más tarde:
-Otro año más de resistir. Todavía vamos ganando.
Ellos viven en el exilio, montaña adentro. Pertenecen a una más de las cientos de comunidades en resistencia, como esta misma de La Realidad, de vida cotidiana subvertida.
Se dice fácil. Todavía esta mañana cruzaron el poblado, en dos ocasiones, 34 vehículos del Ejército Mexicano, casi 300 soldados armados. Un lustro de aviones y helicópteros sobre sus cabezas. De hambre, enfermedad, amenazas, y también de buenos encuentros. Esta noche bailan con ellos un centenar de visitantes que vinieron de otras partes para compartir Las mañanitas que la gran marimba de San José ejecuta en el primer minuto de 1999.
Otra manta en la tarima ilustra cómo rodearon los zapatistas la cabecera municipal de Las Margaritas aquel memorable primero de enero de 1994, cómo pusieron retenes en los accesos, y pusieron al país de cabeza. Siguen pagando las consecuencias del atrevimiento. Y lo festejan con representaciones teatrales, números musicales, un baile de cumbias y polkas de sabor selvático, y un severo mensaje.
La resistencia: 5 años de vivir para contarlo. Por eso, a pesar de la llovizna, el leve frío y el cansancio, los músicos proponen a la concurrencia ``tocar tan siquiera otra hora más'' para sentirse ``un poco contentos''.