Resistencia a la definición

José Huerta Ibarra

Ciencia es el terreno de lo definido

Bertrand Russell

 

Aldous Huxley, en su libro El tiempo y la máquina (1945), menciona la siguiente anécdota: "Hace relativamente poco tiempo hubo una conferencia en Ginebra, en la que se reunieron expertos de todo el mundo para examinar los medios de suprimir el tráfico de publicaciones obscenas. Cuando el delegado griego sugirió la conveniencia de establecer una definición preliminar de la palabra 'obsceno', sir Archibald Bodkin se levantó rápido y protestó indicando que 'no existe ninguna definición del vocablo (indecente u obsceno) en la ley inglesa'. Dado que ninguna de las legislaciones de los demás países era más explícita, se decidió, por unanimidad, que no era posible dar definición alguna, tras lo cual, habiendo afirmado victoriosamente que no sabían lo que estaban discutiendo, los miembros del congreso emprendieron su debate".

Los Medawar, marido y mujer, en su libro De Aristóteles a zoológicos asientan: "El objetivo principal de la definición es producir tranquilidad mental... La 'definición', según connota la palabra misma, tiene una cualidad de finalidad que a menudo no se puede justificar y causa confusiones, y que tal vez tenía el efecto de limitar el pensamiento en vez de liberarlo". (šY eso lo afirman en un diccionario filosófico de biología!)

Por otra parte, en mis experiencias académicas he encontrado muchos profesionales que se rehúsan a considerar las definiciones en su discurso, con las más diversas razones: "No se puede definir la libertad, pues la definición es la negación de la misma"; "definir es ponderar, y nosotros manejamos imponderables"; "hay muchas cosas indefinibles, y al intentar formular una definición pierden su esencia"; "las definiciones están bien en matemáticas y en lógica, pero no tienen nada que hacer en los terrenos de las humanidades"; "definir es propio de dogmáticos, es una conducta imperativa y autoritaria"; "al definir se establece un lecho de Procusto"; "si te basas en las definiciones, pierdes toda creatividad"; "las definiciones son imposiciones de los que tienen el poder"; "lo más que puede ofrecer una definición es una mera tautología"; "las definiciones son lo menos importante de cualquier discurso"; "toda definición fracasa al intentar captar la realidad"; "los intentos de definir cualquier cosa importante acaban siempre en decepción", etcétera.

Scriven (filósofo de la ciencia) proporciona lo que él llama "una concepción pragmática" de la formación de conceptos que abunda contra las definiciones. De acuerdo con esa concepción, las definiciones clásicas sólo se encuentran en las matemáticas y la lógica, en tanto que en las demás disciplinas hay que recurrir a "indicadores o enjambres de indicadores" (la terminología es de Scriven), pues "los fenómenos naturales son extremadamente desordenados y el lenguaje empleado para referirse a ellos ha de ser suficientemente flexible para adaptarse a ese desorden si se quiere que sea útil desde el punto de vista científico".

ƑPor qué tanta resistencia a las definiciones? Algunas de éstas resistencias son fácilmente interpretables. Por ejemplo: la actitud indignada de sir Archibald Bodkin ante la propuesta de definir "obsceno" refleja la suposición de que tal hecho mancharía el diccionario en el que apareciese, como muchos lectores de la Biografía del Diablo, de Daniel Defoe, pensaron que al leer tal libro corrían el riesgo de invocarlo.

Es una manifestación del antiguo temor de padecer más graves consecuencias si no se aniquila al transmisor de mensajes trágicos, si no se calla a la persona que denuncia la comisión de delitos, si no se oculta o silencia a los que nos obligan a reconocer determinada realidad. Es un esfuerzo mistificador que pretende crear una realidad al gusto de los que escuchan.

En buena medida, las distorsiones de la historia y muchísimas injusticias están cobijas por ese temor. En ese discurso ideológico es peor que un periodista reporte un asesinato, cometido por un político, que el asesinato mismo. Es peor que una mujer denuncie una violación que la violación misma (como lo prueba la forma en que se trataba a las mujeres denunciantes por el personal del Ministerio Público antes de la reforma hecha durante la gestión de Miguel de la Madrid).

Por eso, tales conductas se han estigmatizado como propias de soplones o delatores, y existe la norma no escrita de que en todo grupo hay que castigar siempre al soplón. Por lo general, los espectadores de abusos prefieren convertirse en cómplices que ser acusados de soplones. Esa ideología es más fácil de imponer si no se emplean definiciones, si se habla con un lenguaje en le que no exista un significado claro y preciso para cada término.

Por el contrario, estoy convencido de que las definiciones son necesarias si deseamos trabajar en el terreno científico. Las definiciones permiten que se realicen cuestionamientos pertinentes que facultan el progreso del conocimiento, impiden que se utilicen arbitrariamente los términos del discurso y permiten avanzar en las investigaciones si contamos con buenas definiciones de los componentes con que trabajamos.

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