Parabola
* PARABOLA
La levytación del presupuesto
Los diccionarios dicen que levytar es levantar un cuerpo por la sola fuerza de voluntad; se trata de ascender o elevarse desafiando todas las leyes de la gravitación universal. Así, sin dudar ni dejar dudar, básicamente por efecto de alza de los precios del petróleo, este sexenio el presupuesto se levytó durante sus primeros cuatro años, permitiendo que se hablara de esa pretendida responsabilidad gubernamental ante los requerimientos sociales, con un gasto social más elevado, cuando en realidad esto fue posible más por el ascenso de los ingresos petroleros en el presupuesto, que por una acción fiscal progresiva. Pero esto ya no es posible, y sin embargo, el presupuesto se sigue levytando.
El último mes del año, el crudo mexicano de exportación cerró en poco más de 7 dólares por barril, casi dólar y medio por arriba de su más bajo nivel histórico real de los últimos treinta años, que se registró, precisamente, los días 9, 10 y 11 de diciembre. Así, luego de haber llegado a un piso de casi 6 dólares esos días, la mezcla mexicana de exportación alcanzó un promedio anual de apenas 10.10 dólares por barril, exactamente 6.36 dólares menos que el promedio de 1997 y 8.84 dólares menos que el promedio de 1996, años en los que, a decir de los especialistas fiscales, este gobierno petrolizó el presupuesto gubernamental, razón por la cual hoy se dejan sentir los efectos drásticos, graves e implacables en el recorte presupuestal. Esto significa que caímos en una profunda crisis fiscal, más que por la caída de precios, por la falta de cuidado del gobierno en impulsar una verdadera reforma fiscal. Se trata de la mayor crisis que se haya registrado en toda la época petrolera mexicana (ya casi 25 años, considerando aquellos en que se ha exportado de manera significativa el petróleo), justamente de 1973 a 1998, años en los que México llegó a ser potencia petrolera. Y, sin embargo, el gobierno ha seguido con su proceso de levytación del presupuesto, jalando dinero fácil; en este caso, ese que se recoge en las bombas de las gasolineras ųverdaderas cajas chicas de Haciendaų, bajo la forma de IEPS (impuesto especial de productos y servicios). Y todo por no preparar y presentar una reforma fiscal integral, justa, equitativa, razonable, gradual.
Una cuenta rápida permite concluir que este año se obtendrán también rápida y fácilmente no menos de 10 mil millones de dólares de las bombas de gasolina que cotidianamente venden 500 mil barriles de Magna Sin y Premium. Se trata de una partida fiscal que ganará peso en el total de la recaudación. Y falta contar al diesel, del que se venden 280 mil barriles día.
Y respecto a los impuestos a las gasolinas y el diesel, hay que decir que en casi todos los países del mundo hay impuestos ųfederales y estatalesų en las bombas de gasolina y diesel. Pero en México, junto con los disminuidos pero nobles Derechos de Extracción de Hidrocarburos (la renta petrolera), estos impuestos suplen la ausencia de esa reforma fiscal integral. No está claro, entonces de la justeza y equidad de este proceso de levytación acelerada de los ingresos gubernamentales. En el fondo del cuestionamiento y, finalmente, se rechazó el aumento al impuesto telefónico; hay muchos argumentos y muchas razones que también se pueden utilizar para rechazar el impuesto a las gasolinas y el diesel. Lo que quiere decir que, al menos en la actuación del PAN, no hubo coherencia para aplicar su razonamiento a las gasolinas y el diesel. Se dejaron llevar por la levytación del presupuesto, es decir, por el ánimo de elevar los ingresos gubernamentales por la propia voluntad, desafiando las leyes de la dinámica social que parece exigir, un tratamiento fiscal más fino, refinado, razonado, siempre garantizando al contribuyente el buen uso y la buena aplicación de los recursos fiscales. El día que se garantice plenamente el uso honesto y eficiente de los recursos, y que se presente una alternativa fiscal gradual y razonable, no dejará de haber oposición porque, finalmente, a nadie le gusta pagar impuestos, pero se podrá reconocer que estos se utilizan así, honesta y eficientemente. Y entonces, sí, los recursos petroleros serán parte de los ingresos fiscales y no núcleo principal o piedra angular de los mismos. Y entonces también se verá que Pemex no necesita privatizarse para ser fuerte, incluso en sus fases industriales de refinación e industrialización del crudo y el gas. Al tiempo.