Julio Boltvinik
1999: año económico crucial

Lo que ocurra en este 1999 que comienza puede ser determinante para la economía mundial y, en consecuencia, para la mexicana. En el ámbito global, este año habrá de perfilar con claridad el grado en el cual se generaliza la recesión de la economía mundial. Además, puede ser crucial en la definición de mecanismos de gobernabilidad de la economía a escala planetaria. La necesidad urgente de actuar ha sido entendida por los organizadores del Foro Económico Mundial, que se reúne todos los años en Davos, Suiza, y que pretende nada menos que ``darle forma a la agenda global''.

En un documento del foro titulado La elección es nuestra: enfrentando el reto de la globalidad responsable, se señala: ``Este es definitivamente un mundo diferente comparado al que estábamos viviendo la última vez (principios de 1998) que nos reunimos en Davos. Muchos pensaron que la crisis del este de Asia sería curada a través de la rígida medicina del FMI. Con el precedente mexicano en mente, muchos aún esperaban una recuperación en forma de V que haría que la región regresase a la ruta a finales de 1998. Lo que se ha desarrollado, en cambio, es la primera crisis sistémica de la economía global''. Más adelante el texto aborda el problema de la gobernabilidad: ``Se está ampliando la brecha entre lo que se necesita para administrar una economía global dominada por flujos financieros enormes y volátiles y las estructuras y herramientas de que disponemos''.

En la economía mundial ha habido una disminución brusca de la confianza y predomina una aversión total al riesgo. Esto ha significado un giro de 180 grados en los flujos financieros que estaban llegando a los mercados emergentes y que ahora se retiran masivamente. En sus intentos desesperados por atraer o mantener tales capitales, los gobiernos les ofrecen altas tasas de interés y estabilidad en el tipo de cambio (para que las altas tasas se obtengan en dólares). Esto, sin embargo, no funciona. Las altas tasas necesarias para convencer a los inversionistas que somos mejor opción que los bonos del Tesoro estadunidense, llevan a la inviabilidad de las inversiones, a la insolvencia de los deudores y a la quiebra del sistema bancario. En el Brasil de hoy se repite la historia mexicana: ``Las empresas brasileñas de manufacturas, que encaran un financiamiento prohibitivamente caro, se han visto obligadas a reducir su inversión a la mitad de su nivel de los años 80, lo que se ha reflejado en una tasa de desempleo en Sao Paolo de 17 por ciento, y en la insolvencia creciente de los deudores que los ha llevado a organizar un movimiento de derechos de los deudores''. (M. Moffett, Wall Street Journal-Reforma, 06/01/98.)

El paquete de políticas económicas neoliberales que ha llevado a los países emergentes a este callejón sin salida, se conoce como el Consenso de Washington (CW). Este paquete está en crisis. Como lo he señalado en este mismo espacio (24/07/98), el CW es objeto de cada vez más críticas, incluso dentro del propio Banco Mundial (BM). Sin embargo, las teorías sociales se caracterizan por lo que el especulador George Soros, en su faceta de científico social, ha llamado su carácter reflexivo. Este consiste en que los agentes, cuyo comportamiento es materia de la teoría, pueden conocerla y adelantarse a sus previsiones para proteger sus intereses. Por ejemplo, ya que la teoría dominante sostiene que el déficit público genera inflación, los agentes privados al conocer del crecimiento del déficit prevén el ciclo inflación-devaluación, y para protegerse compran dólares y precipitan la devaluación-inflación. En este punto ya no importa si la teoría es correcta o no, lo que interesa es lo que los agentes económicos creen. En esto se parece al vudú y a los placebos. Como dice Frances Stewart, si desaparecieran el BM y el FMI, ``los mercados financieros probablemente exigirían un conjunto de políticas muy similar. El éxito del CW en abrir las economías a los mercados financieros internacionales ha destapado al genio de la lámpara, uno más fuerte que Washington y ante el cual él mismo ha de agachar la cabeza. Las exigencias de los mercados financieros son menos explícitas (que las del BM o FMI), no están abiertas al debate razonado ya que no hay con quien debatir, sino únicamente analistas financieros que afirman saber qué piensa `el mercado' y cómo reaccionará. El Consenso de Washington ha sido reemplazado por el Consenso del Mercado''. A pesar de la crisis económica y de la crisis conceptual del CW, es probable que el genio de la lámpara derrote a la inteligencia y sigamos, a nivel mundial, con la misma política económica dogmática.

jbolt @colmex.mx