La sabiduría de la humanidad está en la poesía: Tomás Segovia
Mónica Mateos Tomás Segovia no da entrevistas, le gusta charlar. Su tema favorito es la vida entera, acaso deteniéndose en ciertos detalles como la literatura, el arte, la seducción o el poder, si su interlocutor se lo pide.
Quien lo mira garabatear pensamientos con su imprescindible pluma fuente de tinta café, sentado cerca de la ventana de una cafetería tranquila, tiene la impresión de estar frente a un artesano que hilvana minuciosamente palabras, hábil ya por el oficio que dan los años.
Y si alguien se le acerca al autor de Trizadero (1973) y le pregunta: ``¿es usted Tomás Segovia?'', él responde: ``sí, ¿qué tiene de malo?'', con una amplia sonrisa que invita a indagar acerca del motor que está detrás de la pluma que a los quince años inició la experiencia de liberar esa ``sabiduría de la humanidad'' que se llama poesía y que sorprende, pues ``es superior al poeta mismo, un misterio''.
Tomás Segovia nació en Valencia, España, en 1927 y aunque algunas biografías lo definen como poeta, narrador y ensayista, él se considera un señor que hace versos, como muchos y que acostumbra escribir mientras se bebe un capuchino en una cafetería en calma. Nada fuera de lo normal, nada que merezca una atención especial de los diarios al grado de llegar a ser publicado.
Desmoronamiento del oficio poético
Para Segovia, lo importante es hablar mediante sus versos, correr el riesgo de escribir, que es lo mismo que decir ``ver de a cómo nos toca en la vida, sin ninguna garantía'', pero eso sí, aclara, sin inventar nada.
Si al escribir un poeta tiene intenciones como recibir elogios o pertenecer a mafias culturales, es otra cosa, un asunto que nunca ha estado entre los intereses de Segovia, como tampoco el impartir talleres de poesía, de ésos en los que algunos piensan que se puede aprender a crear.
Explica que en esta época no es posible enseñar un oficio pues para aprenderlo se requiere humildad y la ideología actual privilegia la soberbia al exaltar ``la originalidad'', sinónimo de ``ser creativo''.
En un taller se aprende a utilizar herramientas, por eso, un verdadero taller de poesía enseñaría gramática, métrica y dejaría claro que develar los misterios de la creatividad es cosa de cada quien, no del maestro.
Cuando Tomás Segovia ha tenido que impartir ``talleres de poesía'', en realidad son talleres de lectura pues si alguien quiere ``aprender'' a ser poeta tiene que leer y tratar de ver cómo están hechos los poemas de determinados autores, para ver si de ahí se aprende algo.
Por si fuera poco, y sin el afán de desanimar a quienes se inician en la tarea de escribir versos, agrega que el oficio de poeta hoy día ``no tiene un lugar, no hay foros. Entonces, un joven poeta, la única manera que tiene de aprender, es de viva voz: en las discusiones en cafés y en cantinas. Y en la lectura, reflexionando.
``Está un poco desamparado, por eso sucede que ha habido un desmoronamiento del oficio de la poesía''.
A pesar de no ser proclive a dar consejos ni mucho menos recetas o definiciones, el poco más de medio siglo que lleva escribiendo versos le ha hecho conocer a Tomás Segovia el secreto, temido y anhelado:
``La poesía es crear sentido. Pero no utilizo el crear como aquello de `Dios creó', sino como descubrir y así es una responsabilidad. La poesía no se produce sola, no hay una ley inexorable que la produce. Hay que descubrirla, no inventarla. Nadie puede inventar nada, todo lo aprendiste con la leche de tu madre.''
Con la poesía, finalmente, de lo que se trata es de ``leer'' las cosas que suceden, las experiencias significativas y reveladoras a las que hay que darles un vehículo para que tomen forma, se entiendan y lleguen a los demás.
Se prohíbe inventar
El poeta resume los diez mandamientos del arte, que son:
``El primero: no inventar, el segundo: no inventar, el tercero: no inventar.... y así hasta el diez''; e incluso confiesa: ``Cuando me siento que ando mal es cuando veo que estoy inventando''.
Claro que hay muchos autores que creen todo lo contrario, que valen precisamente porque inventan. Tomás Segovia sólo conoce un camino: ``Para mí, si no tiene que ver con la vida cotidiana y con la realidad, me parece admirable y me importa una chingada''.
Vivió y estudió en Francia y en el Marruecos francés entre 1937 y 1940. A México llegó exiliado en 1940 y permaneció aquí hasta 1988. Estudió filosofía y letras españolas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de 1945 a 1952, y en El Colegio de México, de 1953 a 1954. Ha sido profesor del Instituto Francés para América Latina y profesor e investigador de la Universidad de Princeton y de El Colegio de México, institución en la que fue investigador del Centro de Estudios Lingüísticos (1970-1984) y colaborador del Diccionario del Español de México (1977-82).
También toca la flauta dulce y se divierte cuando ve en Internet que su obra más conocida en todo el mundo, traducida en varios idiomas, es una cita de unos de sus libros de ensayos que el subcomandante Marcos incluyó en uno de los comunicados del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en 1996.
El Fondo de Cultura Económica editó hace un par de meses una antología con la obra escrita por Segovia entre 1943 y 1997, es la recopilación más completa hasta ahora:
``Uno es lector de sí mismo, me gustan mucho los poemas juveniles, aunque depende mucho de la receptividad en que uno esté. Por ejemplo, los grandes poemas que son mis mitos a veces no me dicen nada, no me estremecen.
``Leerme es una experiencia profunda porque descubro hasta qué punto he sido fiel a mí mismo, hasta qué punto en la adolescencia tenía ya mis caminos o si pasé la prueba por el tiempo, si fue auténtico y la sorpresa es ver que a los 15 años ya sabía estas cosas, que ya tenía esa sabiduría que es superior a uno mismo, que es la que tenemos todos porque es de la humanidad.''
Dominar o seducir
La poesía y la vida comparten un privilegio: la riqueza de sensaciones e intensidades, hay tantos poemas como momentos vitales, por eso una característica de ambas es ``que todo lo inútil no les sobra y todo lo que les sobra no es inútil. Eso me parece muy importante para darle un chingadazo en la boca al neoliberalismo, pues hay una ideología vagamente darwinista detrás de esta concepción, pues hace una división entre lo que es eficaz y lo que no es eficaz, y no es así la cosa ni siquiera para un biólogo o un genetista.
``La vida se dedica a guardar todo lo que no sirve para nada, porque quién sabe si algún día sirva, bueno, no por nada, sino porque sí; así es, sucede y ya. Y si eso no se menciona nunca es una cuestión ideológica, porque nos haría dudar del mundo de competencia y eficacia en el que estamos. Saberlo, entonces, si bien quita una angustia -la angustia por competir-, genera otra, que es a la que le tiene miedo esa ideología neoliberal, que es la búsqueda de la libertad.''
¿Y qué decirle a alguien que quiere andar por los caminos creativos y literarios que ha recorrido Tomás Segovia? Sólo dos cosas: mucho cuidado con inventar y mucha precaución con las formas del poder.
``Los dos polos de la vida humana son el poder y el deseo o el amor, y son excluyentes, pues no se puede vivir con los dos; básicamente no se pueden mezclar. Ante otro ser humano o lo dominas o lo seduces.
``Me parece que toda la vida gira en torno de esos dos polos: dominar o seducir, por eso yo he hecho mucho la defensa de la seducción, pues por algo está desprestigiada por el poder, que la odia y le teme.
``El poder dice que la seducción es femenina, como si eso fuera un desprestigio. Femenina, infantil, débil, frágil... yo no lo creo. He escrito mucho a favor de la seducción, tratando de demostrar que es desprestigiada por poder, el machismo y todos esos ideales occidentales del dominio y el triunfo. La experiencia del arte debería estar por esa defensa, pues el arte es seducción pura, pues presenta ante las personas una cosa que nada más está ahí para que guste. Un poema no sirve para nada, no da dinero, no da poder, sólo esta ahí para que lo hables. Pero entonces el poder lo que hace es ponerle precio al arte para desactivar la seducción.
``Si alguien hace un cuadro nada más para que lo veas, para que te guste, viene el galerista y le pone precio, entonces el valor de ese cuadro no está en que gusta, sino en que tiene un precio.
``Por eso yo regalo lo que hago, hago mis libros caseros y los regalo, con el slogan de que la mejor manera de partirle la madre a ese sistema es regalar, dar no sólo un libro, dar amor, regalar el amor. El amor no se paga con sufrimiento ni con dolor ni con fidelidad. ¿Por qué ponerle precio y decir yo ya pagué mi amor porque sufro o porque hago muchos regalitos? El amor es gratis, absolutamente.''
Obras del escritor
Tomás Segovia es autor, entre otros títulos, de Primavera muda (1954), Personaje mirando una nube (1981), Poética y profética (1985), Cuaderno inoportuno (1987), Actitudes/ Contracorrientes (1988), Sextante (1991), Páginas de ida y vuelta (1993) y Alegatorio (1997).
(La Fundación Octavio Paz ofrecerá del 18 al 22 de enero, de 11 a 13 horas, el curso de crítica práctica de textos poéticos ``Improvisando con Tomás Segovia'', para el público en general. Informes en el teléfono 658 3662 o en Francisco Sosa 383, Coyoacán.)
La música
Tomás Segovia
A Alicia Urreta
No se ve por ningún lado la fuente de silencio
el estanque de sombra la secreta semilla de tiempo
de donde ella ha debido levantarse
sigilosa descalza alada
mujer blanca y desnuda con un antifaz negro
en su danza de suspiros jugando con el fuego
música silencio viviente tesoro de irónicas monedas puras
chorro de enigmas deslumbrantes surtidor de inquietud
música boca sellada diosa que nada dice
por qué me clavas en el alma este imposible
de qué me estás hablando
qué atávica locura quieres hacerme confesar
qué serpiente dormida quisieras despertarme
adónde me arrastras por este túnel en que has convertido el tiempo
no te rías no huyas deja de socavar la tierra bajo mis pies
adónde quieres precipitarme
música abismo luminoso insidioso amor
música vibración de la ausencia lluvia de heridas
lluvia de claros venenos
lluvia de mudas preguntas sin respuesta
por qué me encadenas así al latido del tiempo
ah insensata avasalladora soy tu esclavo sonámbulo
espérame déjame tocarte enloquezco de libertad
dónde tenía yo estas oscuras entrañas que me acaricias
dónde estaba mi pureza límpida como el rayo
y que recibo ahora de tus manos de agua
música radiante de confusión
mina de luz lenguaje que gravita y gira
lenguaje astral silencio al fin solar
lenguaje movedizo bandada de señas y de risas
sigue durando no te acabes vive
sigue sigue fundando este imperio de éter
no te mueras fuera de ti apenas toque el mundo
va a disiparse este bloque de bondad que ha hecho de mí tu amor
espera llama helada no te vayas
acaba de decir la última sílaba termina esa palabra
materialízate deténte formula ya el enigma
qué dices qué decías
ah no me arrebates ya tan fugitivo este blanquísimo dolor...
(17.7.61)
Tomado del libro Poesía (1943-1997), editado por el Fondo de Cultura Económica y recientemente puesto a circular