A veces resulta sorprendente la miopía de quienes hacen de la política su profesión y objetivo, máxime cuando afirman que la democracia y el fortalecimiento de los estados y los municipios frente a la Federación --actividad ciertamente loable y necesaria-- es una de sus metas fundamentales.
Por ello, la decisión del CEN y de la bancada del Partido Acción Nacional en el sentido de no enmendar la drástica reducción -pactada con el PRI- del endeudamiento autorizado al Distrito Federal desconcierta por su extraña lógica, totalmente ajena al sentido común y al espíritu democrático y federalista que el PAN ha mantenido a lo largo de su historia.
El secretario general de Acción Nacional, Germán Martínez Cázares, afirmó que su partido no participará en el replanteamiento de la deuda del Distrito Federal, ya que, a su juicio, el PRD pretende ahora negociar lo que en su momento sus dirigentes rechazaron: ``Los perredistas están cosechando lo que sembraron, ojalá esto les sirva para aprender a negociar, a coincidir y a respetar al oponente político'', señaló.
Además de que el respeto por los adversarios no se expresa necesariamente en la coincidencia con ellos sino, también, en la forma en que se disiente, las declaraciones de Martínez Cázares confirman que la merma de las fuentes de ingreso del DF fue utilizada -como ya se ha señalado- como medida de presión y castigo contra el gobierno perredista de la capital de la República. Al hacerlo, antes que perjudicar a un gobernante o partido (cualquiera que éste fuese) se lesiona a millones de mexicanos, habitantes del Distrito Federal y de los municipios conurbados del estado de México. Considerar el presupuesto de una entidad como botín de uno o varios partidos que puede ser utilizado discrecionalmente para golpear y ``enseñar'' a los opositores, o para inducir el voto de los ciudadanos en comicios futuros, es contrario al más elemental espíritu democrático y republicano y, por supuesto, no guarda relación con las exigencias de respeto al adversario que proclama el PAN. Además, tal actitud va a contrapelo de las reivindicaciones y luchas históricas protagonizadas por el panismo en favor de la autonomía municipal y del federalismo como pilar del Estado.
El hecho de castigar a todos los habitantes de la capital del país (priístas y panistas incluidos) porque en él gobierna un partido de ideología u orientaciones distintas al cual habría que ``enseñar'' a gobernar y a negociar, habla muy mal de la agudeza política de quienes, como los dirigentes del PAN, sientan un precedente funesto que después podría serles aplicado allí donde gobierna Acción Nacional.
¿Dónde quedó la exigencia panista de respeto a la autonomía de los gobiernos locales frente a las autoridades de los estados o de la Federación? ¿Dónde sus esfuerzos y convicciones por destinar a las diferentes localidades y entidades del país la capacidad de administrar y gestionar sus propios recursos para beneficio de sus ciudadanos y de la democracia nacional?