Benítez: sencillez y prudencia, valores que los políticos deberían aprender
César Güemes Ť Siempre es un placer visitarlo, recorrer sus varias bibliotecas, compartir el tabaco y escuchar lo que dice. Fernando Benítez enciende un cigarro extra largo, ofrece de inmediato asiento y aguarda el inicio del diálogo. El motivo de la cita es su más reciente libro, Un indio zapoteco llamado Benito Juárez, editado por Taurus, considerable repaso a la época, vida y obra del personaje, con el agregado de que el maestro Benítez es -casi con toda seguridad- quien más sabe en el país acerca del reconocido mandatario.
-¿Qué papel juega para usted el ejercicio periodístico en la actualidad? ¿Cuánto tiempo le dedica a diferencia de sus otras actividades?
-Siempre he escrito. Es un trabajo de toda la vida. No se termina de escribir. Ahora me lleva un poco más de tiempo que antes, por razones naturales de la edad o el cansancio. Pero aquí donde me ve, en este escritorio, trabajo todos los días con el auxilio de Jorge Romo, que es mi secretario y me da su apoyo. Al periodismo, a la escritura de algún texto, le dedico todo el tiempo que es necesario. Voy tomando notas a mano sobre el tema y luego le doy forma.
-¿Cómo es un día en su vida? ¿Qué lee ahora? ¿A qué música acude?
-Leo por medio de mi asistente, porque los ojos ya no me ayudan. De esa manera resuelvo el problema. Pero no por eso mi biblioteca es breve. Aquí a la derecha, por el corredor, hay otra, y luego dos más. Todos esos son mis volúmenes de consulta. He leído hasta ahora todo lo que he precisado. Ahora las cosas cambiaron, en particular si nos referimos al ritmo. Me entero de las novedades, sé lo que se publica en México, trato de estar atento. Y a través de Jorge tengo acceso a los libros que van apareciendo en el camino. Casi no hay dato que me falte, afortunadamente. Mire usted, aquí a mis espaldas están unos volúmenes muy valiosos, que casi nadie tiene en el país. Son acerca de la historia antigua de México. De plano son una joya. El caso es que como van las cosas, más temprano que tarde me servirán para sobrevivir de otro modo: más que leerlos de nuevo o consultarlos, tendré que ponerlos a la venta. Ni hablar.
``En cuanto a la música, pues siempre he escuchado de todo. Conocí a grandes personajes de la música nacional e internacional, por mi ejercicio periodístico. Hoy no es mucho el tiempo que dedico a escuchar música, porque escribir para mí es una labor pausada, siempre tengo un proyecto pendiente en el escritorio. La música ha sido buena compañera a lo largo de la vida, pero también a las compañías más queridas, como esa, hay que darles un reposo para dedicarse a otras actividades. Si no tuviera que escribir, tendría más tiempo para asuntos varios. No es el caso. Mi vida está delante de mi cuaderno de notas. Este es mi universo. Siempre lo ha sido y hoy no tendría por qué ser distinto''.
Permanente presencia
-En relación con su libro sobre Juárez, hable de su interés específico por el personaje. Por ejemplo, ¿desde cuándo ha investigado sobre él?
-Más bien no recuerdo no haber sabido de él. Desde siempre ha estado prensente en mi vida. Lo que podríamos llamar investigación es una voluntad de muchos años para enterarme de lo que fue su vida y su obra. Yo creo que he reunido a lo largo de este tiempo prácticamente la totalidad de trabajos de él y sobre él. Ha sido estudiado, desde luego, pero siempre queda algo, una duda, una pregunta, un pasaje que desea uno conocer. Y eso se va encontrando con mucha paciencia y francamente con devoción. Una devoción laica, desde luego, pero que vale lo mismo.
``Lo que hice desde hace algún tiempo fue sistematizar toda la información que había venido acumulando. Darle un orden, un sentido, y hasta diría que tener cierta metodología. La vida y el quehacer de Juárez es muy vasto, con muchas repercusiones, y por eso mismo es indispensable tener eso que llaman un `aparato crítico', y que no es más que un criterio templado para acercarse con tranquilidad a un personaje de la talla de don Benito. Lo que más tiempo me llevó, años, fue recopilar todo sobre él. La lectura de esos documentos no la incluyo, porque es parte del trabajo y resulta muy placentera para un historiador. Lo que sí anoto como labor de día a día es acomodar las piezas, armar el rompecabezas y tratar de ver en todo eso la lógica que se esconde tras cada decisión, tras cada movimiento de Juárez. Espero haberlo conseguido por lo menos hasta donde me dio la capacidad y la fuerza.''
-¿La historia ha sido justa con la apreciación que tenemos de Juárez? ¿Se ha dicho de él todo lo necesario o hay vacíos?
-Ha sido justa parcialmente, porque aunque sabemos mucho de él, lo que hizo y lo que no hizo es algo que no se enseña de manera completa en las escuelas. Juárez es ahora un emblema, no una persona. Pero de ninguna manera podemos olvidar que fue una persona, un estadista. No está mal que se le vea como a una figura de avanzada en su tiempo. Pero tampoco estaría nada mal que aquello que fue su trabajo se diera a conocer de manera más amplia y documentada. A lo mejor por eso me decidí a hacer el libro, por ganas de leer un volumen en donde pudiera encontrarse la sustancia y la periferia de Juárez.
``Luego, de él se ha dicho todo lo necesario y hasta lo innecesario. Tome en cuenta que muchas de sus decisiones no fueron vistas con buenos ojos por algunos sectores. Así que lo mismo se pueden encontrar posiciones a favor que en contra. El caso es, ya que ha pasado tanto tiempo de su existencia, poner en la balanza ambos conjuntos de información y ofrecer una tesis. Acerca de si sabemos de él todo, pienso que sí. Su vida fue muy transparente. En aquellos días, no había quién le `cuidara la imagen' a él. Lo conocemos todo, al menos los interesados. Claro, hay que saber en dónde están los datos para ir a buscarlos''.
-¿Qué deberían aprender de Juárez los políticos mexicanos de hoy?
-La sencillez. Más que ningún otro valor que juegue en el mercado de valores de la política, la sencillez y la economía de actos certeros es lo que se puede retomar. Como él ha habido muy pocos mandatarios. Casi diría que sólo uno más: Lázaro Cárdenas. La política a esos niveles es administración, pero también prudencia. Juárez fue prudente y cuando tuvo que asumir responsabilidades graves, las asumió sin más trámite, como le correspondía. Si no lo hubiera hecho, la historia del país hubiera sido muy distinta y no estaríamos usted y yo hablando de él, sino de algún otro personaje.
Los libros, para que nada se olvide
-¿Es posible que con la mitificación se olviden de Benito Juárez sus verdaderos aportes?
-Es posible, sí. Pero para eso están los libros, para que nada se olvide. Además, también para eso están las obras que realizó. No hay manera de soslayarlas dentro del devenir del país. El acomete ciertas empresas, la gente de su época las vive, y el historiador las recrea para que se sepa cuándo hizo qué y cuáles razones tuvo para llevarlo a efecto. Un libro de historia es el mejor tónico para la memoria de los países.
-De forma que la mitificación de personalidades destacadas de nuestra historia, en vez de ayudar a la difusión de sus ideas, las deja de lado.
-Por eso es muy peligrosa. A veces es inevitable, como en el caso de personas que saben hacer su trabajo y además nacieron con cierto carisma social. Pienso en Zapata, por ejemplo. Hoy es una imagen y en su momento era nada menos que la más grande amenaza en contra del régimen establecido si hablamos de Morelos y de su área de influencia. Claro que ya el estado de cosas es distinto, hoy un solo hombre no pone a temblar a una institución, pero las ideas de un solo hombre sí que lo pueden hacer. Si cambiamos la imagen de un sujeto por sus ideas, tenemos parte de un proyecto de nación. Así de sencillo.
-¿Cuáles serían las virtudes de un estadista y cuáles sus más comunes errores?
-Si hablamos nada más de México, la regla es muy breve: más hechos, menos palabras. Todo lo demás que diga al respecto sale sobrando. Basta ver los diarios del país desde 1940 para acá: privan los discursos, menguan los hechos.
La motivación por el reportaje
-¿Qué motiva a un periodista a ejercer el género de la biografía o el ensayo biográfico, como es su caso?
-La inquietud natural que va de la nota informativa al reportaje de largo aliento y luego al trabajo monográfico amplio. El libro resultante puede ser una biografía, si se trata de un solo personaje, o un ensayo con rubros muy variados si hablamos de un hecho social. Todos los libros que he conseguido escribir han sido motivados, me parece, por ese hecho, por la necesidad de profundizar y ampliar la visión que se tiene de un punto de la realidad.
-¿Hay relación entre el secreto bancario y el secreto histórico, en caso de que éste último exista?
-Podríamos establecer cierto paralelismo, pero sería forzado, sobre todo en cuanto a Juárez. Su vida está como en una vitrina, o en varias vitrinas. Hay que ir, asomarse y ver. Por mi parte no me guardé nada que hubiera querido decir. Escribí todo lo que fue pertinente y di todo lo que tenía.
-¿Estuvo tentado a dejar el ejercicio de la historia y el periodismo por la literatura? ¿Habría preferido ser un novelista que un historiador?
-Lo estuve, pero la historia se vuelve hábito. Preferí disfrutar la literatura en las palabras de los demás. Y algo debe de haber de literario en mi prosa. Algo, al menos.
-En un célebre y no tan lejano artículo habla de sus amigos. ¿Ha tenido enemigos?
-He tenido diferencias. Cuando escribí aquello de que algunos de mis amigos de siempre ya no venían a visitarme, lo hicieron de inmediato. Los entiendo, son personas muy ocupadas. Hay otros que nunca han dejado de frecuentarme o a los que busco. Lo importante de la amistad dentro del oficio de periodista es saber que los amigos se quedan y los enemigos, si es que alguien se toma el trabajo de serlo, van y vienen. Lo mejor es no incluirlos en el censo.
-¿Ha pensado en dejar de escribir o escribir es indispensable para la existencia?
-Escribir, por lo menos en lo que a mi experiencia compete, es lo único que me mantiene en actividad, es decir, con vida y con ímpetu. La existencia carecería de todo sentido sin libros por leer y sin libros por hacer. Afortunadamente es una tarea que un día comienza y ya no se termina nunca.