šEUREKA!
Dietas
Después de las fiestas navideñas y las celebraciones de año nuevo, uno siempre encuentra que consumió más alimentos de lo debido. Entre algunos que más nos causan remordimiento están los cacahuates de las piñatas, los pistaches y las deliciosas almendras y nueces de los platillos decembrinos o de los chocolates.
La buena noticia es que no todos esos alimentos con alto contenido de grasas y calorías son necesariamente dañinos para la salud. Algunos de nuestros pecados al comer pueden servir como un trampolín hacia una dieta más saludable. El truco no es sólo ingerir esos productos con moderación, sino también acercarnos a aquellos que derivan una gran parte de sus calorías en grasas monoinsaturadas.
Aunque la fuente más conocida de esas grasas es el aceite de oliva, también predominan en el aceite derivado de la canola. Sin embargo, ninguno de éstos representa una fuente tan rica como las nueces.
Las avellanas, las almendras y los pistaches convierten de 57 a 83 por ciento de sus grasas a grasas monoinsaturadas, por lo que su consumo podría ser útil, ya que son mucho menos dañinas para el corazón que las saturadas de productos animales como la carne, el queso, la manteca y la mantequilla.
En un experimento realizado con mujeres que habían intentado ųsin éxitoų diversas dietas una y otra vez, aquéllas fueron divididas en dos grupos. A uno se le asignó alimentación baja en grasa, y al otro un porcentaje un poco mayor; se observó que las mujeres que habían consumido nueces, cacahuates y algunos aceites selectos mantenían con más facilidad el programa de equilibrio del peso.
Aunque muchas investigaciones se han realizado al respecto,
los científicos aún no determinan claramente el papel
definitivo de las grasas monoinsaturadas en relación con el
beneficio que podrían traer para prevenir ciertas enfermedades,
y aunque en el caso de las nueces reconocen que no funcionan en la
vida diaria como en pruebas controladas en el laboratorio, los
diferentes trabajos muestran que consumirlas sí es
benéfico porque son menos dañinas para el corazón
que las grasas de origen animal. (Mirna Servín)