La Jornada 11 de enero de 1999

Es ``avasallador'' el impacto del TLC en los sectores agrícola y ganadero: experta

Angélica Enciso L. Ť A cinco años de que entró en vigor el Tratado de Libre Comercio (TLC) de América del Norte, el agro mexicano ha sufrido sus primeras consecuencias: crisis en el sector ganadero por las ventas dumping de Estados Unidos al país, incremento de las importaciones de granos básicos y una caída de entre 40 y 60 por ciento de los precios reales al productor.

Mientras Canadá dejó fuera del TLC al sector agropecuario, México y Estados Unidos establecieron un capítulo de ``acceso a mercados'' que para este último representa una pequeña parte de su intercambio, entre 5 y 8 por ciento, y no constituye una liberación del sector, pero para los mexicanos el comercio con el país del norte en este rubro es entre 80 y 90 por ciento, por lo que el ``impacto es avasallador'', indica Magda Fritscher, investigadora de sociología de la UAM Iztapalapa.

Las asimetrías entre estos países fueron uno de los principales puntos de discusión que se dieron en las negociaciones del acuerdo comercial. Entre esas desigualdades, se tiene por ejemplo que Estados Unidos entonces disponía de 1.5 tractores por cada trabajador agrícola y en México había dos tractores por cada cien hombres. Por cada trabajador en la agricultura mexicana se aplicaban 19.9 kilogramos de fertilizantes, en tanto que en Estados Unidos eran 5.8 toneladas.

A pesar de estas diferencias entre los dos países, y las de subsidios y desarrollo tecnológico en el campo, México optó por una apertura radical, al comprometer todo el sector en este drástico proceso, agrega Fritscher.

El proceso de liberalización ha impactado asimétricamente a estas naciones, ya que hay ``menores costos y mayores ventajas para Estados Unidos y grandes pérdidas para el agro mexicano. Esto es así porque para aquel país la apertura comercial sólo afecta a un sector pequeño y localizado de productores que en forma estacional compite con agricultores mexicanos dedicados a la producción hortofrutícola'', señala Fritscher en el estudio La reforma agrícola multilateral frente al TLC.

Para México, en cambio, el impacto en los granos -cuya producción abarca 70 por ciento de la superficie total- ha sido ``devastador''. En las negociaciones, maíz, frijol y leche fueron catalogados como productos sensibles, por lo que se fijó un plazo de 15 años para su desgravación; sin embargo, en los dos primeros casos las importaciones han rebasado los cupos establecidos.

Para el caso del maíz, se combinó una cuota libre de importaciones -2.5 millones de toneladas-, que ha crecido en la medida en que decaen los aranceles, y ello da la idea de que el proceso de apertura se dará más rápido de lo previsto. Tan sólo en el balance de enero a octubre de 1998 las compras al exterior de este grano fueron 67 por ciento más altas que en 1997.

Sumado a ello, agrega Fritscher, la supresión de los precios de garantía y su homologación con los internacionales, además de la puesta en marcha de Procampo -que sustituyó los subsidios a los precios por los destinados al ingreso-, en el momento que arrancó el TLC, ``cortó en forma brusca con los estímulos a la producción comercial del grano, impulsando las importaciones''.

``La lectura del TLC nos apunta así la intención gubernamental de desactivar la producción de granos básicos desde el mismo arranque del acuerdo, estimulando la sustitución de la producción interna por el abasto estadunidense. Tal como se evidenció, los plazos negociados y publicitados deben haber parecido demasiado extensos para el gobierno mexicano, motivo por el cual prefirió acelerarlos'', agrega.

Señala que las consecuencias para México del TLC en el agro no son favorables, y lo que ha hecho es profundizar las tendencias negativas.

Efectos negativos

De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras (ANEC), el acuerdo comercial ha llevado a que se rebasen las cuotas de importación libres de arancel en maíz, frijol y cebada, además de que en los hechos no hay ninguna protección a ellos y al quinto año ya se liberaron.

Agrega que el volumen acumulado de importaciones es de 46 millones de toneladas, 38.3 por ciento del total de importaciones efectuadas en un periodo de 16 años.

Otro aspecto, precisa la ANEC, es que los precios reales al productor han caído entre 40 y 60 por ciento por un efecto combinado de las importaciones masivas, la eliminación de los precios de garantía y la virtual desaparición de los subsidios vía precios.

Asimismo se ha propiciado un desmantelamiento de políticas, programas e instrumentos de regulación y protección de los precios, comercialización y abasto de alimentos, además de que se han desorganizado los mercados, ha crecido la especulación, la concentración y el desabasto.

También ha existido incertidumbre constante sobre los precios y la venta de las cosechas, que ahora se profundiza con la desaparición de Conasupo, lo cual ha llevado a constantes movilizaciones de los agricultores.

Durante los últimos meses se ha presentado un incremento acelerado de las importaciones de carne de bovino provenientes de Estados Unidos, ya que ha presentado un crecimiento de 8.3 por ciento al mes, para que en los primeros siete meses de este año se pasara de 22 mil 443 toneladas a 32 mil 251.

A partir de 1995 las importaciones de carne de bovino han presentado un alto incremento: tan sólo en los primeros siete meses de 1998, esas compras pasaron de 4 mil 771 toneladas a 32 mil 251 toneladas. Esta situación llevó a los productores nacionales a la presunción de que ese producto entra en condiciones de dumping, por lo que establecieron una demanda contra empresas estadunidenses, la cual está en proceso.

La balanza comercial agropecuaria entre México y Estados Unidos, en el periodo 1990-1997, ha sido deficitaria y ha crecido en forma constante. En 1990 el déficit era de 395 millones de dólares y el año pasado llegó a mil 325.8 millones de dólares, debido a que las importaciones se incrementaron notablemente, indica información de la Secretaría de Agricultura.