José Blanco
El déficit fiscal

La falta de legitimidad de la política económica actual crecerá en los próximos tiempos; por ello, el debate sobre la conducción de la economía subirá de tono. Dada esta realidad, comparto con los lectores algunos criterios del célebre economista John Kenneth Galbraith (The good society, 1996), insospechable de delirios populistas.

JKG advierte que pocos asuntos han sido tan estudiados como las fluctuaciones económicas. ``La esencia del fenómeno no es en absoluto oscura. La economía requiere un flujo regular de poder adquisitivo suficiente para utilizar la capacidad productiva disponible, fomentar el requisito de la expansión consiguiente y dar empleo a los trabajadores disponibles''.

En nuestra era, dice JKG, la tendencia cíclica de la economía proviene principalmente del ``exceso especulativo de los buenos tiempos, que da lugar en último término al recorte del gasto en inversiones y en consumo''. Hay tres líneas de acción correctiva para aumentar el flujo de la demanda global: a) bajar los impuestos, liberando ingresos a efecto de que los consumidores aumenten el gasto en consumo, b) reducir las tasas de interés, fomentando así los créditos y la inversión o el gasto de las empresas y de los consumidores; y, c) el gasto público deficitario.

Advierte JKG: ``las medidas sobre las tasas de interés cuentan con la mayor aprobación de la clase dirigente... El grave fallo de la política monetaria es que puede tener poco o ningún efecto sobre la demanda global...; cuando los tiempos son malos y el desempleo alto, bajar las tasas de interés no inspira con seguridad mayor gasto en consumo(...): siendo evidente el exceso de capacidad económica, las empresas comerciales antiguas y nuevas tal vez no se vean estimuladas a pedir préstamos; la perspectiva a mayor plazo es demasiado incierta''.

Respecto a la baja de impuestos: ``... aquí la esperanza está reñida con la realidad. En los malos tiempos las personas y las empresas que resultan beneficiadas (con la baja impositiva), bien pueden optar por retener su dinero''. Frecuentemente el objetivo se alcanza con la política contraria: el aumento de impuestos, que ``puede obligar a gastar los fondos que de otro modo se mantendrían sin gastar ni invertir''.

``Como forma de estimular la demanda en tiempo de crecimiento negativo o estancamiento sólo queda la intervención directa y activa del Estado para crear empleo. Las tasas de interés deben reducirse, por supuesto, pero la única medida verdaderamente sustancial es que el gobierno actúe proporcionando empleo. Al hacerlo, el Estado debe endeudarse y aceptar la realidad de un mayor déficit en las cuentas públicas.''

Refiriéndose a Estados Unidos, JKG observa: ``En el invierno de 1995 la recién elegida mayoría republicana, con algún apoyo demócrata, por un par de votos no presentó a los estados de la Unión una enmienda constitucional que exigía el equilibrio presupuestario, salvo en tiempo de guerra. Esta podría haber sido la propuesta legislativa económicamente más regresiva de los últimos años, concurso nada fácil de ganar. Hubiera exigido aumentos fiscales y reducción de los gastos de la administración central cuando el flujo normal de entradas estatales ya estaba reducido por la recesión. Y hubiera permitido mayor gasto público y mayor reducción de impuestos cuando los tiempos fueran buenos, sumándose por lo tanto al ánimo en general especulador e inflacionista. No habría habido mejor forma de aumentar la inestabilidad económica''.

JKG defiende de este modo el déficit fiscal: ``hay tres grandes categorías de gasto público. El que no sirve a ningún propósito visible presente ni futuro...; el gasto que responde a intereses políticos o económicos, no a las necesidades o deseos de la sociedad... Nadie puede defender que tales gastos deban cubrirse con endeudamiento público. Quedan aquellos gastos estatales que pretenden mejorar el futuro bienestar y el crecimiento económico. Aquí el endeudamiento no sólo es legítimo sino social y económicamente deseable. Similares endeudamientos del sector privado son a la vez aceptados y totalmente aprobados, inclusive por los más elocuentes opositores al déficit público''. Amplío el punto la próxima semana.