El Estado debe revalorar el papel de los museos: Gálvez
Angélica Abelleyra Ť Con muchos proyectos para el futuro, varias metas alcanzadas y una sola frustración, deja Cristina Gálvez el Museo Rufino Tamayo, luego de doce años de ser su directora. En orden inverso, su desconcierto es la irrealizada ampliación del recinto de Chapultepec, planteada desde 1992 por los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky. Frustración que sin embargo se convertirá en el estímulo que la motive a emprender -desde la dirección de la Fundación Tamayo, que podría asumir en breve- una campaña para obtener los 3 millones de dólares en que se ha cotizado el anexo de 2 mil 500 metros cuadrados.
Ese es uno de sus proyectos que mediante la comercialización de obra gráfica de Rufino Tamayo y de la constitución de una ``empresa cultural lucrativa'' que mediante una cafetería, talleres infantiles y de foto, una tienda y un centro de asesoría y consulta en museografía y otro en servicios educativos, se generen los recursos que sustenten con solvencia la actividad del espacio dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).
Y, a partir de un comparativo, pregunta: ``Mientras el Centro Cultural Arte Contemporáneo de Televisa manejó un presupuesto anual de 12 millones de dólares, a nosotros el INBA nos asignaba 649 mil, que además se distribuían entre nómina, mantenimiento, el gasto corriente y el programa de exhibiciones. ¿Cómo es posible generar actividades con tan asfixiantes presupuestos? Nuestras autoridades tendrían que revalorar las funciones que realizan los museos y distribuir responsabilidades con instancias de apoyo privadas. Sabemos que las instituciones culturales no tienen dinero, pero es indispensable que tanto éstas como la iniciativa privada se sienten a establecer bien las reglas del juego y a discutir las obligaciones y las responsabilidades que cada parte tiene respecto de la promoción del arte mexicano.
``Sí se puede que tanto el Estado como la IP se responsabilicen por igual de una institución como es el museo, pero falta actualizar la reglamentación que sustenta a los organismos culturales, hoy obsoleta, y que impide autogenerar recursos. Con la situación actual resulta siempre incierto y desgastante establecer programas de exposiciones así que requerimos replantear funciones y actuar de manera imaginativa'', sostiene quien inició en 1975 su camino en el campo de las artes plásticas ligada al INBA, tanto como subdirectora del Museo Nacional de Arte (Munal), y en la coordinación de Artes Plásticas de ese instituto.
Por ejemplo, sostiene que para la realización de la muestra del escultor francés César, el costo de 230 mil dólares ``lo solventamos todo nosotros, mediante patrocinadores privados''. Es por ello que Gálvez buscar replantear la participación estatal y privada en la vida de los museos, así como la actuación en especial de la Fundación Olga y Rufino Tamayo AC, creada en 1989 a partir de una aportación de un millón de dólares que el matrimonio Tamayo asignó para resolver los problemas de filtración de agua en el recinto.
``Hoy la fundación está inactiva, no tiene recursos y es buen momento para su restructuración, que redefina a sus miembros y aborde los proyectos prioritarios'' en torno de Tamayo y el propio espacio: la ampliación del museo, la continuación de los dos tomos del catálogo razonado y el apoyo a exposiciones internacionales del pintor oaxaqueño.
Colaborar con Olga y Rufino, un honor
Al frente del museo que nos ocupa, Gálvez estuvo los doce últimos años. ``Fue un privilegio y un honor trabajar al lado de Olga y Rufino. Creo que en todos estos años el museo alcanzó la madurez y definió sus objetivos y su vocación, pues si bien Tamayo no tenía ideas muy claras sobre lo que quería de su museo, sabía muy bien lo que no quería. Y me voy satisfecha de que no se cumplieran los augurios de que el recinto se vendría a pique cuando estuviera en manos del Estado, luego de estar bajo la tutela de Televisa. A pesar de las dificultades presupuestales, salimos a flote y hoy es uno de los sitios más prestigiados en México con su vocación de mostrar las manifestaciones más destacadas del arte contemporáneo internacional'', subraya la especialista como una de las metas alcanzadas junto con sus colaboradores, de quienes añade: ``La estrechez de recursos que vivimos me hizo valorar más el trabajo en equipo. Probé que la pasión y la entrega por el trabajo pueden construir grandes proyectos''.
Uno de ellos, convertido ahora en su ``utopía'', es precisamente la ampliación del recinto en sus áreas de exhibición, talleres, salón de usos múltiples, laboratorios, mediateca y áreas de servicios que alimentarían la generación de recursos para el sitio. ``Ahora somos un museo cámara, insuficiente. Nuestra colección consta de cerca de 340 obras, más algunas adquisiciones y donaciones de artistas como Botero, Gerzso y Calder que ya no es posible tener a la vista del público por falta de espacio. Además, requerimos de áreas más profesionalizadas para atender con eficiencia al público masivo, ese que viene aquí los domingos y nos demanda cursos, talleres y material; ese público no sensibilizado hacia el arte contemporáneo, pero sí muy interesado en él'', abunda la impulsora del proyecto Jugando con Tamayo, que cree firmemente en las vías recreativas y lúdicas para acercar a los niños y adolescentes al universo plástico.
``Todos los museos del INBA están interesados en atender al público masivo pero nunca existen los recursos adecuados para acondicionar, por ejemplo, una sala didáctica. Apenas si conseguimos el dinero para traer una buena exhibición internacional, ¿cómo vamos a aspirar a tener más dinero para proyectos específicos para el público infantil y juvenil'', cuestiona la ex funcionaria que continuará cercana al Museo Tamayo, pero esta vez para obtener recursos de la IP.
``¿Por qué temerle tanto a los actos sociales en los museos y a la participación de la Coca-Cola en la cultura?, ¿por qué no analizar los problemas de raíz y estudiar y adecuar los reglamentos de nuestras instituciones que hoy están desfasados y provocan que ante cualquier iniciativa uno pueda infringir leyes?, ¿cómo liberarnos de los rezagos de plazas, bajos salarios, falta de infraestructura tecnológica y de seguridad en los museos? Yo invitaría a todos los interesados a reflexionar cómo allegarnos de recursos y hacer menos incierta la vida de instituciones como el espacio museístico, tan fundamental en la vida del país'', cierra la entrevistada, quien durante su gestión animó la presencia de artistas como Josep Grau Garriga y Jacobo Borges, Gilberto Aceves Navarro y Fernando de Szyszlo, Fernando Botero y Armando Morales, Juan Soriano y Andrés Nagel, Robert Motherwell y Edgar Negret, Frederic Amat, Jorg Immendorff y Julian Schnabel. Y más recientemente con la obra de notables creadores como Louise Bourgeois, Antonio Seguí, Peter Greenaway, Georg Baselitz, Roberto Matta y César.
Muestra de González Gortázar
Luego de dar posesión a Teresa Márquez como nueva directora del Tamayo, Gerardo Estrada, titular del INBA, aseguró que ayer mismo sostendría una reunión con editores interesados en la publicación del Catálogo Razonado de la Obra de Rufino Tamayo, ante la insuficiencia de recursos de la institución y el peligro de que este año no vean a la luz los dos tomos de dicho trabajo realizado desde hace siete años.
``Veremos qué hacer, estamos tratando de conseguir los recursos, pero seguramente sí se editará el catálogo razonado este año'', indicó el funcionario sin referirse en específico en alguna partida especial para continuar la investigación en torno de la edición ni sobre las tareas para festejar el centenario Tamayo. Lo que sí es seguro, subrayó Estrada, es la realización de la muestra del escultor y arquitecto Fernando González Gortázar, Años de sueños, programada para el 4 de marzo. Asimismo, estará la del estadunidense Isamu Noguchi para el próximo 3 de junio.