González y González: imperan en el país la visión inmediatista y el retorno a la tribu
María Rivera Ť El fin de siglo parece darle la razón a Luis González y González: hay un retorno a la tribu. La gente está volviendo, cada vez más, hacia sí misma y los suyos. Hace 30 años el historiador miró a través de un microscopio y así contó, más que la historia, la vida de México desde su pueblo, San José de Gracia, en Michoacán.
Reseñó, por ejemplo, que en la cotidianidad de los joseanos de mediados del siglo pasado dejaron más recuerdos la impresionante aurora boreal que iluminó sus amaneceres o la fragmentación de una gran hacienda que les permitió adquirir tierras, que la llegada al país de Maximiliano o los avatares de Juárez.
El autor de Pueblo en vilo explica la razón. ``Uno ve todo en diminutivo. La gente se siente sobre todo involucrada con la historia de su propio lugar. Primero se pertenece a una familia, a una tribu, y ya después se es michoacano o mexicano''.
A partir de esa perspectiva, González y González rechaza la importancia de los dogmas históricos. En su reseña de los hitos que marcaron el siglo XX mexi- cano no aparece la Revolución. En cambio señala la devastación de los bosques y la desertificación del país como sucesos trascendentes.
La unificación nacional
Generoso con su tiempo, en la mejor tradición pueblerina, el fundador de la microhistoria mexicana hace un recuento de la centuria que está por concluir, en la biblioteca de su casa de San José de Gracia, donde atesora más de 30 mil ejemplares, principalmente de historia regional.
-¿Cuáles fueron los hechos históricos que marcaron a México en este siglo?
-En este siglo hubo cambios de bastante importancia. Uno que me parece fundamental, y que ha sido en perjuicio del medio ambiente, es que se está acabando con la flora silvestre, principalmente con los bosques que caracterizaban a México. Por otra parte, en el aspecto territorial también hubo transformaciones notables. En el siglo XIX este era un país muy fragmentado geográficamente. Estaban muy aisladas unas partes de otras. Ha sido toda una labor la de igualar y unir a la sociedad.
``Fue hasta esta época, con la creación del sistema de carreteras, que se logró la unidad nacional que antes no se tenía. La llegada del teléfono y el telégrafo también contribuyeron a la unificación. Otros fenómenos de gran importancia en esa etapa han sido la explosión demográfica y la urbanización. A principios de esta centuria México tenía 15 millones de habitantes, ahora está en cien. En las primeras décadas la única ciudad que pasaba de los 100 mil habitantes era el Distrito Federal, ahora hay una media docena de más de un millón. La agrupación de la gente en grandes comunidades ha sido mayor que en ninguna otra época. La población del campo, en cambio, ha ido disminuyendo notoriamente a lo largo de estos años.''
San José de Gracia puede servir de ejemplo. Cuando empezó el siglo XX tenía mil habitantes y todos ellos se dedicaban a las actividades agropecuarias. Actualmente tiene casi 10 mil, y la tercera parte de la población activa se dedica a la prestación de servicios -una actividad sobre todo urbana-. Otro tercio trabaja en la industria manufacturera, y el resto en los negocios del campo y el ganado.
-¿No considera a la Revolución como un suceso relevante?
-Cuando se produjo el levantamiento revolucionario de Madero, sólo se quería una reforma de carácter político, que hubiera elecciones y que nadie se perpetuara en el poder. Después se agregaron ciertos proyectos de carácter social, pero ninguno dio resultado. Por ejemplo, la reforma agraria al principio dejó contentos a los campesinos, pero después llegó la desilusión, porque se dieron cuenta de que con un pedacito de tierra no iban a conseguir nada. Actualmente nadie cree que por ese lado se pueda avanzar. Yo comparto la idea, junto con otros historiadores, de que en este país las épocas de avance, aunque sea lento, son las pacíficas. Hasta ahorita ningún periodo violento ha traído consecuencias positivas en el aspecto económico o en el político. En este siglo, los adelantos más notorios se han dado de la década de los 40 para acá. La violencia hasta el momento no ha dado resultado en México.
-Pero los periodos de paz no siempre han acompañado a la democracia.
-Durante los primeros diez años de este siglo hubo una época de paz, pero no había un régimen democrático, pese a las promesas de Porfirio Díaz. Luego vino un pequeñísimo periodo de democracia durante el gobierno de Francisco I. Madero. No llegó a consolidarse porque enseguida llegó la revolución huertista. Después, vino la Revolución, durante la cual, aunque se hablara de democracia, ésta nunca estuvo presente ni en la época de Carranza ni en la de Obregón o la de Calles. Para no hacer el cuento largo, no ha sido sino hasta últimamente que se han tomado medidas encaminadas a lograr un régimen democrático. Sin embargo, hay una tendencia a la democracia durante las épocas de paz, que en las etapas violentas es imposible de lograr.
-¿Y cuáles serían los personajes que dejaron su huella en este siglo?
-El educador Justo Sierra es uno de ellos. Fue quien definió el proyecto educativo por parte del gobierno, ya que anteriormente la educación se daba de manera fragmentada. Otro es Francisco I. Madero, por impulsar una reforma de carácter político. También es muy importante la influencia de José Vasconcelos en el aspecto cultural, aunque ha quedado al margen del dogma revolucionario. Lázaro Cárdenas, por su contribución a la pacificación y, por tanto, a la unificación del país. A él lo conocí muy bien. Era de Jiquilpan, un pueblo vecino de San José. Durante el centenario de su nacimiento señalé que la imagen que se tiene del general es bastante diferente del Cárdenas de la realidad. Llegó a general revolucionario por casualidad. Huyendo de un injusta acusación, fue a parar con el general García Aragón, que lo hizo su secretario; pero lo cierto es que él era un pacifista por naturaleza. Durante la revolución cristera -a pesar de ser el encargado de combatir a los cristeros- les avisaba para dónde iba el ejército y que se hicieran a un lado. Por otra parte, hay gente que piensa que se equivocó al dejar al general Avila Camacho en la presidencia, pero yo creo que lo hizo conscientemente. Se dio cuenta de que éste tampoco tenía nada de general. Cárdenas fue un hombre pacifista y pragmático.
``Finalmente, creo que otro hombre de gran importancia en este siglo fue don Daniel Cosío Villegas, quien emprendió esa magnífica obra que fue La historia moderna de México. El insistió en que mientras los asuntos públicos del país no se trataran abiertamente, no se iba a lograr adelanto alguno, y nos mostró que sin recordar no se puede seguir caminando.''
Inmediatismo y valores locales
-¿Siente que algunos hechos históricos influyen todavía sobre los mexicanos de este fin de siglo?
-No creo que en este momento la memoria histórica sea muy importante. Ahora se vive más en función de lo que va a venir que de lo que ya fue: hay una visión inmediatista de las cosas. No podemos decir que la Revolución movilice a este pueblo. Ya nadie se acuerda de ella, fuera de los que la manejan con fines políticos.
-Usted que ha visto la historia desde un punto de vista micro, ¿qué opina de esta época de globalización? ¿Está en riesgo la identidad de los pueblos?
-No creo. Lo que pasa es que los pueblos juzgan los fenómenos de carácter internacional desde el punto de vista de sus valores locales. La gente está enterada de lo que pasa en Bosnia o Irak, pero los ve como si fueran fenómenos que ocurrieran dentro de su propio mundo, dentro de su pequeña historia. Cada vez más la gente está volviendo sobre sí misma y los suyos. A verlo todo a partir de la tribu. Uno todo lo ve en diminutivo, y yo no creo que sea perjudicial llevar nuestras preocupaciones al conjunto. Lo micro y lo macro se complementan. En cambio, no sé por qué le tengo tanta mala voluntad a la visión abstracta del mundo. Creo que no conduce a nada.
-¿Considera que esa visión desde lo pequeño influirá en el próximo siglo?
-No sería nada raro. Así como en este siglo se habló tanto del derecho a la igualdad, en el próximo el lema podría ser el derecho a la diferencia, a la desigualdad. Cada comunidad querrá ser vista como diferente de las otras. Entonces, uno de los grandes valores será el de la tolerancia.
-Ante esa perspectiva, la historia local tiene un gran futuro...
-Contra lo que se cree, la historia local tiene actualmente muchos más lectores que la historia general. Esta vive del auditorio cautivo que son los estudiantes, pero la gente sobre todo se siente involucrada con la historia de su propio lugar. El sentimiento tribal no ha desaparecido. Uno pertenece a una familia, a una tribu, y ya después, se puede ser michoacano o mexicano.