Soneto
Soneto
(VIII)
Yo te escribiera a diario, dueño mío:
fatigara tus ojos con mi anhelo;
diera al papel las tintas de mi duelo
y al sol la angustia de mi lecho frío.
Pero, ¿cómo plasmar mi desvarío
con palabras escritas en el hielo
deste común hablar, luz de mi cielo,
deste lenguaje pródigo y vacío?
¿Cómo mi muda voz expresaría
todo el amor, en lágrimas deshecho
que riega en aguardiente mi agonía?
Grite tu corazón, con el estrecho
mensaje de su voz, la vida mía
en la dorada cárcel de tu pecho.
* Tomado del capítulo Sonetos, del libro La estatua de sal