En la jornada de ayer la cotización del peso frente al dólar experimentó un nuevo descenso, las tasas de interés repuntaron y la bolsa de valores sufrió su séptimo día a la baja. Por si no fuera poco, la cotización del crudo mexicano perdió terreno --tras una breve recuperación-- en los mercados petroleros internacionales.
Tales fenómenos ponen un contrapunto, así sea coyuntural, al panorama económico optimista descrito reiteradamente en el discurso oficial y cuyo ejemplo más reciente fue ofrecido por el presidente Ernesto Zedillo en su mensaje a la nación del pasado domingo.
Ha de considerarse que la conjunción de signos desalentadores en los ámbitos cambiario, bursátil, financiero y petrolero se presentan en el contexto de un desarrollo económico de suyo acotado y debilitado por los sucesivos recortes presupuestales del año pasado, las limitaciones del presupuesto para el presente --uno de los más austeros en la historia del país, en palabras presidenciales--, el enrarecimiento del mercado interno a consecuencia de las políticas de contención salarial vigentes, las alzas de precios de combustibles y la imposición, al erario público y a la sociedad en su conjunto, de la monumental carga financiera del rescate bancario.
En tal circunstancia, las posturas críticas hacia la política económica gubernamental se han multiplicado hasta el punto de hacerse comunes a los sectores laborales y a los empresariales, en lo interno, así como a los socios comerciales del exterior; tal es el caso de los representantes de la Unión Europea, los cuales criticaron acremente los aranceles a importaciones del viejo continente establecidos en la Ley de Ingresos para el presente año.
La exasperación empresarial ante las tendencias francamente recesivas introducidas por las autoridades económicas se puso de manifiesto en una inusual altisonancia del presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Eduardo Bours, quien se refirió a las ``estúpidamente altas'' tasas de interés que imperan en el país y que impiden, a ojos vistas, el relanzamiento de las actividades productivas y la reactivación del consumo.
En esta circunstancia, los únicos que parecen no advertir los focos rojos y las señales de alerta que se presentan en el panorama del presente año son los funcionarios del sector económico. Y esa aparente falta de percepción es, en sí mismo, un dato por demás preocupante.