Aporías es el título del nuevo libro del célebre filósofo francés Jacques Derrida, que contiene el tratamiento -desde su inusitada perspectiva- de temas clásicos de la filosofía, como el límite; la verdad, la muerte o la inefable paradoja de la aporía. Reflexión en torno de la verdad, sus términos y determinaciones que nos enfrentan a otro modo de pensar nuestros propios límites.
Genealogía del límite y la verdad siguiendo a los clásicos y manteniendo un estrecho diálogo a lo largo del libro. ``Desde el momento en que es, o en que tienen límites los suyos, suponiendo que conozca -como suele decirse- unos límites, la `verdad' sería una determinada relación con lo que (la) termina o determina''.
Derrida reflexiona en el pasar la muerte: más allá. ¡A la muerte se le representa tan menudo con un fin, un límite, una frontera, un viaje, una partida o el pasar una frontera y se pregunta, ¿llega hasta ahí la muerte? ¿Se puede hacer la historia de esa frontera y de esa llegada? Y, ¿qué quiere decir esperarse?, ¿esperarse uno mismo?, ¿esperarse el uno (la una) al otro (a la otra) en la muerte?
Derrida se plantea el proyecto de una historia cultural o una antropología de la muerte. Una analítica existencial del ser para la muerte, esa posibilidad de la pura y simple imposibilidad del Dasein (Heidegger) para llegar a preguntarse, ¿es posible mi muerte?, ¿podemos entender esta cuestión?, ¿me está permitiendo hablar de mi muerte?, ¿qué quiere decir mi muerte?
Derrida se contesta que su propósito consiste en mostrar que la aporía última es la imposibilidad de la aporía como tal. La muerte en tanto posibilidad de lo imposible como tal, o también del como tal imposible.
Ya no podemos hacer como si el límite entre la antropología, por una parte (aunque fuese una antropología fundamental) y una ontología, una analítica existencial y de forma más general, un pensamiento más cuestionante de la muerte, fuese una linde segura.
Por el contrario, su propósito consistiría en sugerir, con el ejemplo de Heidegger o del debate virtual entre Heidegger, Levinas y Freud, que esa dimensión fundamentalista no se puede sostener y ni siquiera aspirar a coherencia o especificidad rigurosa alguna.
Si la antropo-tanatología más necesaria no se puede fundamentar, si no en unos presupuestos que no dependen de su saber y si estos últimos remiten, pues, a un estilo de cuestionamiento cuyos notables testigos son Heidegger, Freud o Levinas, dicho cuestionamiento fundamental, por el contrario, ya no puede protegerse contra una recóndita contaminación bio-antropo-tanato-teológica.