Con su obra, Francisco Zúñiga retorna a su natal Costa Rica
Exhibirán en San José 25 piezas del escultor
Con su obra, Francisco Zúñiga
retorna a su natal Costa Rica
Ernesto Zedillo y Miguel Angel Rodríguez inaugurarán la muestra
Angélica Abelleyra Ť Fiel a su vocación artística hasta en la invidencia, cuando casi al final de su vida sus ojos ya no le permitían acariciar a la distancia los rotundos volúmenes de sus mujeres en bronce y terracota, Francisco Zúñiga (1912-1998) retornará a su tierra natal, Costa Rica, mediante la obra que le otorgó un sitio fundamental entre los escultores latinoamericanos del siglo XX.
Este viernes, el Centro Costarricense para la Ciencia y la Cultura, en San José, abrirá sus puertas a una pequeña exposición que por primera vez se montará en el país centroamericano para exhibir 25 piezas (esculturas, óleos y acuarelas) del acervo de la Fundación Zúñiga-Laborde, AC, realizadas en México, país que el artista adoptó como suyo desde que se integró a su vida cultural a los 24 años, cuando en 1936 abandonó el lugar de origen y voló a la ciudad de México para iniciarse como ayudante del escultor Oliverio Martínez en la ejecución de la parte escultórica del Monumento a la Revolución.
Los presidentes de México y Costa Rica, Ernesto Zedillo y Miguel Angel Rodríguez, respectivamente, serán los encargados de abrir la muestra que organizan la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en colaboración con el Ministerio de Relaciones Exteriores de Costa Rica.
A decir de la especialista Lily Kassner, la selección corrobora ``el dominio magistral de la línea dibujística de Zúñiga, la riqueza del colorido de su paleta y la persistencia fiel de su temática'': el desnudo femenino que privilegió con formas opulentas y curvas vigorosas en franca sensualidad y armonía.
Tres mujeres, Paisaje, Mercado, Juchitecas en conversación, Hamaca y Soledad de pie son algunas de las obras en óleo, crayón, bronce y terracota que el artista produjo en un amplio periodo creativo, entre 1947 y 1992, años que abarca el conjunto, destacando cuatro esculturas en barro cocido que Zúñiga realizó en los últimos años de su existencia, privado ya de la vista, lo que no le impidió seguirse expresando creativamente y -como ha escrito el ensayista francés Marcel Paquet- refrendar su ``voluntad de dirigirse a lo esencial, de no plegarse sino a él mismo, evitando las trampas de la apariencia''.
Maestro de la talla directa
Nacido el 27 de diciembre de 1912, durante su adolescencia trabajó como ayudante de escultura religiosa en el taller de su padre. En 1930 produjo su primera escultura en piedra, de la que Zúñiga se convertiría en especialista para la talla directa. Seis años después, luego de obtener el primer premio en una exposición Centroamericana de Artes Plásticas, vino a México con el fin de profesionalizar su vocación artística y servir como ayudante de Oliverio Martínez para el Monumento de la Revolución, y con Guillermo Ruiz para construir piezas monumentales durante el gobierno de Lázaro Cárdenas. Tras obtener en 1939 la cátedra de escultura de La Esmeralda, permaneció allí hasta 1970, formando a varias generaciones. En los años cincuenta inició su colaboración con el Estado para realizar monumentos públicos y su obra empieza a montarse no sólo en México y Costa Rica, sino que se difunde en San Salvador, Los Angeles, San Francisco, Washington, Estocolmo y Toronto, entre otras ciudades.
Al cumplir 50 años de vivir en nuestro país adquirió la nacionalidad mexicana y ese mismo año, 1986, fue invitado por el gobierno de Francia para exponer sus esculturas en el Jardín de las Tullerías. Doce meses después ingresó como miembro de la Academia de Artes de México y en 1992 recibió el Premio Nacional de las Artes. Tras varias operaciones, perdió la vista en 1990 y falleció el 9 de agosto de 1998 en la ciudad de México.
La muestra permanecerá abierta en la capital costarricense durante enero y febrero.