El México moderno vive más bajo el impacto del 68 que de la Revolución: Enrique Semo
La Revolución mexicana y el movimiento del 68 son dos de los más importantes sucesos que marcaron al siglo XX mexicano, sostiene el historiador Enrique Semo. Explica que si el proceso revolucionario definió los primeros 70 años de este siglo, y su influencia -en la vida intelectual, ideológica y las estructuras de poder del país- se mantuvo hasta fines de la década de los 60, la protesta estudiantil de 1968 evidenció el agotamiento de ese proyecto.
A los nuevos problemas que emergían en el escenario nacional, los estudiantes pidieron respuestas también novedosas, que el modelo prevaleciente ya no podía satisfacer. ``Hoy -recapitula el investigador- vivimos más bajo el impacto de la rebelión del 68, que de la Revolución''.
Semo previene sobre el inmediatismo que prevalece en la reflexión de este fin de siglo, lo que se refleja en la falta de proyectos nacionales. ``Hay en el pasado una serie de sucesos que deben ser mantenidos en la mente cuando uno piensa en el presente, porque es costoso para los pueblos la repetición de ciertos errores. La historia nunca se repite, pero no tomar en cuenta sus lecciones es generalmente fatal''.
-Desde su perspectiva, ¿qué sucesos marcaron a los mexicanos durante este siglo?
-El siglo XX se inicia con la Revolución mexicana, que definió al país durante los primeros 70 años. Este suceso planteó tres grandes problemas: democracia, distribución de la riqueza y soberanía, pero sólo respondió a medias a las expectativas que generó. Ante una modernización llevada a cabo desde las élites, que no tomaba en cuenta esos problemas, la mayoría del pueblo respondió con un no estamos de acuerdo, queremos soberanía, redistribución del ingreso y democracia. Los tres grandes problemas recorrieron este siglo como un hilo rojo, marcando todas las etapas de nuestra historia, pero cada vez en condiciones y situaciones diferentes.
Se puede decir que entre 1910 y 1938 la Revolución mexicana cumplió a medias, como lo hacen la mayoría de las revoluciones. Hubo una indudable distribución de la tierra, que produjo una mejoría relativa de las condiciones de vida de una parte de la población mexicana. También se puso un hasta aquí a la inversión extranjera, en la Constitución de 1917; se nacionalizó el petróleo, los ferrocarriles y, finalmente, se dio la participación en el gobierno de los obreros y campesinos a través del sistema corporativo mexicano. En una forma muy subordinada, pero participaban. Ese fue el gran pacto producido por la Revolución, que pesó sobre la conciencia de los mexicanos hasta los años 60.
Aunque hay que considerar que, a partir de los años 40, hubo un viraje en la economía del país en dirección al capital. Eso permitió a las clases medias altas y altas recuperar lo perdido durante el conflicto de 1910. Sin embargo, es en los años 60, en el 68 en particular, cuando termina la Revolución. Los problemas son otros y los actores también. Ahí concluye el modelo de desarrollo estabilizador. Sabemos cómo termina eso: en un fracaso. Ahora estamos en un regreso poderosísimo del capitalismo, del mercado, del dominio de las transnacionales. Los grandes problemas de principios de siglo se posan ahora de manera diferente, pero con la misma intensidad.
-¿Qué hechos de 1938 marcaron el fin de la Revolución?
-Esa etapa tiene tres grandes momentos. Primero, México fue pacificado totalmente. No hay que olvidar que a finales de los 20 y principios de los 30, el país todavía estaba en plena guerra civil. Ese conflicto se resuelve hasta mediados de la década de los 30. El segundo hecho que marca este periodo fue la redistribución de la propiedad de la tierra, que era la principal riqueza de un país mayoritariamente agrario. Se crea una nueva realidad, la del ejido, y pequeños propietarios también pueden acceder a un pedazo de tierra.
Finalmente, llega la nacionalización del petróleo, que fue la base del subsidio al proceso de industrialización del país. Subsidio porque este recurso fue el financiador del Estado, y lo que permitió proporcionar energía barata a una industria naciente. Yo diría que así termina la Revolución mexicana, la cual se expresa mediante un nuevo pacto social en el que los campesinos reciben tierras, los políticos poder y los ricos pierden algunas cosas, pero conservan su presencia en la sociedad. Este acuerdo permitirá a los mexicanos economizarse la historia de golpes de Estado que vivió América Latina en 70 y principios de los 80.
-Ese pacto finalmente duró sólo 30 años, porque según usted concluye en 1968...
-Sí. En los 60 empezaron las protestas ante el agotamiento del modelo. En 1958 surgieron los movimientos ferrocarrileros y magisteriales. En 1960, el Movimiento de Liberación Nacional, que tuvo como eje el tema de la soberanía. En 1964 fue la clase media profesionista, los médicos, quienes fueron a la huelga. Y en 1966 comenzaron los movimientos estudiantiles en provincia. Estas movilizaciones expresaron que no sólo de pan vive el hombre -a las clases medias no les iba mal en este aspecto- sino que además se requieren libertades y participación democrática. Todas estas protestas fueron preparando 1968, que se convirtió en un nuevo hito. Podemos decir que hoy vivimos más bajo el impacto de 1968, que de la Revolución.
-¿En qué formas se expresa este impacto?
-Indudablemente en 1968 se produjo una revolución cultural que pidió liberalización del control de los medios de expresión, que se manifestó en una enorme participación de las mujeres en el movimiento, lo que propició cambios en las costumbres y las prácticas familiares. Otro aspecto fundamental fue el de la democracia. Si los jóvenes del 68 no pidieron elecciones libres y separación de poderes como demandas fundamentales, se debió a que en aquel contexto las demandas democráticas pasaban por exigir la libertad de los presos políticos o la disolución de los aparatos de represión. Hay que ver el ambiente de represión que había en esos momentos en el país...
En 1998, el tema del 68 fue legalizado. Los cuerpos dirigentes del país lo asumieron, y ahora todos estuvimos del mismo lado y nos sentimos representados por el movimiento. Esto se debe a que muchos aspectos del Estado represor que había en aquella época han sido superados. Hace dos años tuvimos las primeras elecciones más o menos decentes en la historia de México; la prensa de hoy también es impensable en esos tiempos; incluso la televisión de ahora es inimaginable. En vista de todos esos cambios, los sectores gobernantes pueden abrir la puerta de su panteón al recuerdo del 68.
-¿Y cuáles fueron para usted los personajes que definieron al siglo?
-Emiliano Zapata es un personaje único en el siglo XX. Un hombre proveniente de la clase campesina, que se transformó en un gran dirigente revolucionario. Fue un hombre incorruptible hasta el final de sus días y murió al pie del cañón. Lázaro Cárdenas, porque aprovechando circunstancias nacionales e internacionales muy favorables, con gran habilidad y sin derramamiento de sangre, cumplió parte de las principales demandas de la Revolución. Pero también quiero nombrar a los grandes personajes de la realidad mexicana que no forman parte de la política.
``Tenemos la tendencia a reducir la historia del país a la de los presidentes, como si ésta no fuera la obra colectiva y acumulada de millones de mexicanos en mil campos de la actuación y el saber. Por ejemplo, la Revolución mexicana produjo una serie de maestros idealistas que llevaron la educación rural al campo. Un ejemplo de ellos es Gilberto Bosques, quien además de su labor educativa participó en el antirreleccionismo, en el levantamiento de Aquiles Serdán y fue diputado constituyente.
``También hubo hombres que fusionaron el pensamiento filosófico y la acción política como José Vasconcelos o José Revueltas, en su extremo opuesto. Luego está la gran producción de líderes populares como Demetrio Vallejo, Rafael Galván, Valentín Campa, Rubén Jaramillo, Othón Salazar y una gran lista de dirigentes populares a nivel local, porque hay que recordar que nosotros siempre hacemos una historia nacional de México, pero los mexicanos de cada estado tienen su propia historia y sus héroes locales que ubican en primer lugar. A nivel nacional podemos discutir sobre la personalidad de Pancho Villa, pero no así en Durango o Chihuahua, donde es asunto de vida o muerte''.