Murió Grotowski, exponente de la vanguardia escénica del siglo
Agencias, Roma, 15 de enero Ť El dramaturgo y director teatral polaco Jerzy Grotowski, uno de los principales innovadores escénicos de su época, murió de leucemia y problemas cardiacos este jueves en su residencia de Pontedera, cerca de Pisa. Tenía 65 años.
Grotowski, quien es uno de los grandes maestros del teatro contemporáneo, nació el 11 de agosto de 1933 en Rzeszow (sudeste de Polonia). Estudió actuación y dirección teatral en Cracovia y en Moscú. Su debut como director fue en el Teatro Viejo de Cracovia con Las sillas, de Eugene Ionesco, que montó en 1959.
Ciudadano del mundo
Grotowski dejó su país en 1982 y vivió un tiempo en Estados Unidos, donde recibió doctorados honoríficos de las universidades de Pittsburgh y De Paul, en Chicago; después se mudó a Francia y finalmente se instaló en Italia en 1985. Dirigió un teatro-laboratorio en Polonia, primero en Opole y luego en Wroclaw, entre 1959 y 1981. En 1986 creó un Centro de Trabajo en Pontedera (centro de Italia), donde sus discípulos acudían a seguir sus cursos, basados más en una ética que en un método.
Su obra más influyente es Hacia un teatro pobre, libro publicado en 1968 y en el que dio preponderancia al trabajo del actor y a la comunicación directa con los espectadores.
Era un ciudadano del mundo. Para él, el Colegio de Francia creó una cátedra de antropología teatral que hizo entrar por vez primera el arte dramático en tan venerable institución académica. Su lección inaugural, el 24 de marzo de 1997, se tituló ``La línea orgánica en el teatro y en el ritual''. Allí presente, Peter Brook expresó: ``Grotowski es único. Nadie más en el mundo, que yo sepa, nadie desde Stanislavski, ha estudiado la naturaleza del trabajo del actor, su fenómeno, su significación, la naturaleza y la ciencia de sus procedimientos mentales, físicos y emocionales tan profunda y completamente como Grotowski''.
El creador, quien se autodefinía como ``un artesano'', aportó al teatro contemporáneo una revaloración de los textos clásicos y un cuestionamiento de los lugares comunes sobre el trabajo de los actores, a los que pedía desembarazarse de los estereotipos sociales y con quienes buscaba un trabajo interior sobre los personajes. Entre los espectáculos que montó y que marcaron a varias generaciones de directores y actores figuran Apocalypsis cum figuris, El príncipe constante y Akrópolis. En 1970 cesó de montar espectáculos, porque ``el automatismo lo acechaba''. Para Grotowski, afirmó ayer Woyciech Krukowski, director del Centro de Arte Moderno de Varsovia, ``el teatro era una especie de religión. Se describía a sí mismo como un instructor espiritual''.
Le llamaban ``el padre del teatro pobre'' porque sus obras están dirigidas sólo al actor y desdeñan el desarrollo tecnológico de la escena. Es considerado uno de los mayores transformadores del teatro en este siglo, arte al que cambió concepción y técnica. Por supuesto que agrias y agitadas polémicas siguieron su trabajo en todas sus etapas.
Los restos mortales de Jerzy Grotowski serán incinerados y sus cenizas trasladadas a India.