Mostrar dos mundos, el que fenece y el que inicia, afán de El cometa
Raquel Peguero Ť Integrantes de un equipo de trabajo desde que eran estudiantes en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), Marisa Sistach y José Buil son una pareja sui generis, no sólo cinematográfica. Por ello cuentan con una especie de ``taller hogareño'' en el que se platican las ideas que se les ocurren para hacer una película. ``Ahí van creciendo con las conversaciones hasta que un día uno de los dos las toma y las desarrolla.''
Así sucedió con El cometa, el segundo filme que firman al alimón y en el que juegan con la idea de mostrar dos mundos, uno que termina y otro que comienza. Protagonizada por el joven, aunque ya experimentado actor, Diego Luna Alexander en el papel de Víctor, y la muy bella debutante Ana Claudia Talancón, como Valentina, el cuadro se completa con histriones como Gabriel Retes, Arcelia Ramírez, Manuel Ojeda, Fernando Rubio y la participación de la española Carmen Maura, quien encantada por el papel -que se le había ofrecido a una mexicana a la que no le entusiasmó- decidió participar en el filme con la única condición de que el rodaje se adecuara a su calendario.
Los directores tardaron cinco años en levantar este proyecto, tiempo durante el cual trabajaron constantemente sobre el guión, ``porque es una historia un poco difícil, ya que buscamos meter temas serios, culturales -como el cine y la revolución- pero dentro de un cuento de hadas que estaría simbolizado por una carpa itinerante'', comenta Sistach.
Interesar al público
El cometa, explica Buil, se generó a partir de ``un primer argumento desarrollado por Marisa, que llevaba ya una definición de personajes; luego hubo sucesivas escrituras mías dirigidas por ella. En el camino apareció La línea paterna -la primera que firmaron juntos- y que fue un jalón muy fuerte, personal, para ponernos a trabajar; y El cometa se quedó un poco rezagado''. Mientras eso sucedía, el guión pasó por las manos de Graciela Garrido, quien ``aportó unas líneas dramáticas muy importantes para seguir la trayectoria del viaje de nuestros personajes''.
La idea inicial fue hacer un homenaje al cine. ``Además, a diferencia de varias de nuestras películas anteriores, desde el principio a ésta la concebimos para que interesara al mayor número de público posible'', explica Buil, y agrega Sistach que por ello la trabajaron muy fuerte, tanto en búsqueda de locaciones como de arte, ``porque teníamos muy pocos medios para hacer una película de época. Se nos acabó el dinero y tuvimos que recortar cosas, aunque no perdimos de vista que la ambición principal era narrar una historia con personajes que pudieran llegarle al público. No teníamos ninguna idea pretensiosa de hacer la gran película, sino una dedicada al público''.
Así, empezaron ``a leer sobre los primeros cinematografistas mexicanos. Nos gustó el hecho de que la primera revolución filmada, fue la nuestra; nos pareció maravilloso, como el hecho de que por esa fecha apareciera el cometa Haley'', lo que les permitía jugar con las tres situaciones. Pensaron contarla mediante la historia de un adolescente enamorado del cine que se quiere volver un cinematografista, ya que conoce el invento porque ``los Lumiére mandaron, desde el primer año, un emisario para promocionar su artefacto. Lo que hicieron fue presentarle vistas -tomas breves- a Porfirio Díaz, pero también tomaron otras para llevar a comerciar''.
La circunstancia de que dicho adolescente fuera hijo de un empresario de una carpa les pareció, entonces, ideal para enmarcar los sucesos -asegura Sistach- porque eso les permitía ``mostrar los dos mundos que queríamos: uno que comienza y otro que acaba. El primero sería el cine, el segundo, la carpa pero también está en el que se finiquitaba de Porfirio Díaz y el que iniciaba con la revolución y, en los protagonistas, que pasan de adolescentes a adultos''.
-Sin ser una cinta histórica, hay una toma de posición respecto de los hechos...
-Sí. En un momento pensamos que los protagonistas podían estar relacionados con el magonismo -responde Buil-, pero la visión de los personajes de época, como entes con una problemática contemporánea, nos hizo ver que era más actual la lucha de Madero por instaurar la democracia en México, que la de Flores Magón por traer sentimientos de la anarquía para implantarlos en el país.
``Nos gustó la idea de que nuestros personajes, a pesar de estar ubicados en 1910, pasaban por una problemática que también puede ser contemporánea y es la de un país que se derrumba, pero también de otro que empieza.''
-¿Cómo trabajan, es decir, cómo filman entre los dos?
-Antes que nada somos un equipo de trabajo. Desde la primera película, Y si platicamos de agosto, comenzamos a trabajar así. En México es difícil, por muchas circunstancias, hacer cine, así que tener alguien que es tu equipo y te ayuda en todos los aspectos es genial. Con Pepe tengo la enorme ventaja de que es guionista; aunque soy capaz de desarrollar un argumento, personajes y anécdotas, no puedo escribir. Ya en películas como La línea paterna o ésta, lo que pasó es que la primera se hizo con tres pesos y realmente invertimos todo el esfuerzo de los dos para sacarla adelante.
``El cometa requería de una producción muy fuerte para el dinero que teníamos y con dos cabezas era más fácil poder sacarla adelante. En La línea paterna, Pepe daba más la cara; en ésta la doy yo. En el cine, cada momento tienes que estar tomando decisiones y en las dos siempre estábamos consultándonos. En ésta estuve más al frente en lo que es el set; Pepe hizo una segunda unidad, al tiempo que trabajaba la cuestión de los stok shot, escogerlos, editarlos para que estuvieran en el rodaje y, después, durante la edición él la dirigió como si fuera el director. Era engorroso separar créditos, pero sentimos que era justo poner créditos compartidos aunque hiciéramos diferentes funciones. Habrá otros proyectos -como los hemos hecho antes- donde cada quien haga la película por su lado; no estamos casados en ese sentido.
Revolución para cambiar
-¿La visión que tenías de la película cambió al estar editada por él?
-Sí, porque a medida que veíamos los rushes, advertimos que cada vez era más un cuento de hadas y eso me gustó. Creo que a Pepe menos. Decidí asumirlo y me divertí mucho haciéndolo aunque sí se fue por otro lado al que habíamos pensado.
-¿Y tú, Buil, cómo lo ves?
-Sucede que tenemos muy bien definido lo que cada uno debe hacer. Mi idea de ese guión, al principio, no consideraba el peso de los personajes femeninos que Marisa le aportó. En cambio, yo veía mejor el perfil del enviado de Lumiere extraviado en México y del muchachito que, abriéndose a la vida, encuentra al cine y lo contempla como una posibilidad de seguir en el mundo y como analogía del teatro, se da cuenta que es una forma de recoger el presente para dejarlo como memoria y se lanza a filmar la revolución. Marisa aporta el perfil del personaje que interpreta Carmen Maura, como la mujer desamparada en medio de una situación de decadencia de su mundo, y el de la muchachita combativa, Valentina, que tiene como objetivo cumplir con el sueño de su padre, de colaborar con la revolución maderista para que México cambiara.
``Para hacer un largometraje puedes reunir todos estos intereses y meterlos en una trayectoria narrativa como es la que tiene este guión, que es un viaje que hacen nuestros personajes desde San Luis Potosí hacia la frontera: unos como elefantes, yéndose al lugar donde mueren sus parientes, y los otros tratando de conseguir casi con un proyecto de vida que empieza con esa meta que va a cumplir, y con el crecimiento del muchacho que se da cuenta que un mundo ha terminado y una nueva vida comienza para él, mediante una cámara de cine.''
(La línea paterna es una bella historia bien contadita, que ya se encuentra en exhibición en salas nacionales de Organización Ramírez, que entró como coproductor; vale la pena verla.)