Los tecnócratas que gobiernan a México no esconden su nerviosismo por conservar el poder en el 2000, factor que explica sin duda todas las barbaridades que están cometiendo, y entre otras la de mantener de manera irracional la guerra contra los campesinos zapatistas.
1. El inicio de 1999 está caracterizado por el hecho de que el grupo salinista, en vez de enfrentar los graves problemas del país, se halla enfrascado en crear las condiciones que supone necesarias para que en las próximas elecciones el poder político no esté realmente en juego, y sus integrantes puedan gobernar durante 24 años, como ofreció José Angel Gurría en 1993 a un grupo de empresarios nipones.
2. El delirio de los tecnócratas mexicanos no tiene, sin embargo, más que un obstáculo, y es el hecho de que el pueblo los responsabiliza cada vez más del desastre nacional, por lo que está creciendo en ellos un encono contra todas aquellas expresiones que se oponen a su proyecto de control oligárquico de la vida política a través de las estructuras corporativas, los partidos y los recursos del Estado. Y ese es el caso en particular del EZLN, que sigue resistiendo en las montañas del sureste y planteando con una gran claridad la necesidad de construir una sociedad civil vigorosa, que se exprese de manera autónoma al gobierno y los partidos y sea el factor determinante del cambio.
3. ¿Qué otra sinrazón podría existir en este contexto por la decisión delirante de las autoridades de detener a los militares del CPCP, que exigían la creación de un marco jurídico de protección a los derechos humanos de los miembros de las fuerzas armadas, o a los maestros de la sección 9 del SNTE, por el hecho de protestar en el recinto del Senado contra la violación de sus derechos sindicales?
4. Los tecnócratas mexicanos han decidido que tienen su principal enemigo en una sociedad en movimiento, y por eso están decididos a reprimir toda forma de movilización autónoma de la sociedad.
5. La guerra de Chiapas se presenta así como un elemento central para la estrategia del grupo gobernante en vistas al 2000, y por eso a nadie extraña que aun cuando se niegue su existencia la militarización sea cada vez mayor, prosigan las matanzas de campesinos indígenas como las de Sak Javel y Huitupan (6 de enero) o el Ejército se enfrente a las comunidades con cualquier pretexto como en Aldama (Chenalhó) durante una operación antidroga (13 de enero).
6. El sistema mexicano está en abierta descomposición y el proyecto de reconvertirlo de manera autoritaria no ha tenido éxito, por lo que la tecnocracia en el poder tendrá que afrontar múltiples riesgos en el 2000. El intento de establecer un bipartidismo PRI-PAN funcional al neoliberalismo, en el que tanto se empeñó Carlos Salinas, se frustró por la consolidación del PRD, partido en el que todavía subsiste una fuerte corriente antineoliberal. La tentativa de seguir controlando los procesos electorales por la burocracia profesional del IFE, se ha ido minando por la participación de la ciudadanía y la resistencia de los partidos y de algunos consejeros electorales. El control de los medios se está resquebrajando por el esfuerzo de una prensa independiente. La intentona de continuar organizando y manipulando a la sociedad a través de los recursos oficiales recibió un revés histórico con el levantamiento armado del EZLN y su propuesta de autonomía de la sociedad que generó un nuevo escenario en el país.
7. Los intereses trasnacionales tienen, sin embargo, un aparente candado de seguridad cuidadosamente planeado. La alianza estratégica del PAN con la tecnocracia salinista no tuvo como objetivo el ir aprobando de manera coyuntural leyes en materia económica y social, sino algo de mayor trascendencia: asegurar de manera permanente una mayoría neoliberal en el Congreso que impida que se pueda derogar la legislación neoliberal de los últimos años y que, ante un posible triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas en la elección presidencial, actúe como un freno a cualquier proceso de democratización del país y de rectificación del rumbo nacional.
8. La alianza estratégica PRI-PAN tuvo como objetivo desde sus orígenes, en 1988, impedir que estén en riesgo los intereses del neoliberalismo en cada elección federal, y que cada seis años se pretenda discutir el proyecto del país, como muchos piensan que debe ser el caso. Y ese es el desafío frente al cual están los mexicanos.
9. La movilización popular hace prever que, postulando a Cuauhtémoc Cárdenas, el PRD podría triunfar en las elecciones federales del 2000, pero para que pudiese producirse un proceso de cambio es claro que sería necesario no sólo un triunfo del candidato presidencial del PRD y que este partido obtuviese la mayoría parlamentaria, sino que a lo largo del sexenio se manifestase una sociedad en movimiento que impulsase el proceso de cambio: que a lo largo del nuevo sexenio tuviese una presencia constante.
10. El verdadero poder de cambio está en la sociedad y no en los partidos políticos, y ese va a ser el escenario para el siglo XXI, tal y como lo están planteando los zapatistas de Chiapas.