n Rinden un homenaje nacional a la autora de Retorno de Electra en el CNA
Un rompimiento constante, eso era el mundo para mí: Enriqueta Ochoa
n A sus 70 años, la poeta se dice entusiasmada y escribe el libro Asaltos a la memoria
César Güemes n Torreón, España, Francia, el norte de Africa y por último Jalapa fueron los sitios en que habitó la poeta Enriqueta Ochoa para encontrarse, finalmente, con la alegría interior que la mantiene en activo. Su labor escritural no ha escapado en modo alguno a los ojos del lector, aunque por razones diversas es una de las escritoras mexicanas que no conoce la autopromoción. Las urgencias de un dios, Las aristas del hielo, Los alambiques de otoño y Retorno de Electra son sólo algunos de los títulos que la han hecho merecedora del homenaje nacional que hoy, a las 20 horas, recibirá en el aula magna del Centro Nacional de las Artes (CNA), en el que participan Emmanuel Carballo y Samuel Gordon. Afable es la conversación con ella, siempre con historias por contar y con la promesa de develar otras algún día futuro.
ųHa sido muy reservada y discreta en cuanto a la promoción de la propia obra. Este homenaje nacional de ahora, Ƒle crea incomodidad?
ųEstoy muy entusiasmada por haber llegado a los 70 años, una edad que no pensé alcanzar nunca. Gozo del recuerdo de etapas muy distintas en la vida. Escribo, por ejemplo, el libro Asaltos a la memoria y cuento en él un mundo que viví de niña, completamente distinto al de mi adolescencia o al de mis viajes y mi regresos. Por otro lado, sí me siento nerviosa, no tengo muchas tablas para eso de los homenajes.
Combatir los miedos
ųƑSu vida ha sido muy mesurada?
ųMi interés más grande ha sido escribir y escribir, ni siquiera publicar. Todo mi tiempo se lo llevaba el trabajo y la escritura. Creo que por eso no sentí el deseo de encontrarme con todos los escritores de mi generación ni tampoco lo contrario. Los admiré, pero o me dedicaba a mis cosas o hacía vida literaria; y escogí lo primero, trabajar en mi obra y para mi familia.
ųHa tenido, pese a ello, grandes amistades dentro del medio.
ųSobre todo por carta, muy al principio, cuando vivía en Torreón. Y después sólo casualmente. Muy rara vez iba a alguna presentación. La reserva no fue producto del temor ni del rechazo. Me cuesta mucho enfrentarme a la vida cotidiana, no la puedo resolver con facilidad y en eso se me ha ido la vida, en entender lo que pasa afuera.
ųTuvo desde joven el oficio de la joyería, enseñado por su padre. ƑEsto lo relaciona en algún momento con lo que escribe?
ųBueno, empecé a escribir más o menos a la misma edad, a los nueve años. Nadie en mi casa practicaba la literatura, con excepción de mi papá, al que le gustaba mucho la poesía. Comienzo a escribir sin saber cómo ni por qué. Uno siente como que le están dictando, tal vez es la voz del subconsciente; además de que el momento de la creación es rapidísimo, por lo menos en la poesía. La literatura no tuvo, entonces, ninguna relación con mi entorno familiar y de ahí me viene el cariño hacia mi padre, porque él me arropa para que continúe. En ocasiones iba alguien a visitarme allá a Torreón, y me contaba cómo era la vida literaria en el centro del país. Sé que fue algo muy hermoso, pero me lo perdí.
ųƑQuiénes iban a visitarla?
ųPor ejemplo, Luis G. Basurto o Jesús Arellano. A Dolores Castro y a Rosario Castellanos las conocí en persona en Europa. Para Lolita son mis cariños más grandes. También me escribía mucho con Emmanuel Carballo. Pero con Jesús las cartas iban y llegaban diario. Me contaba de su amistad con Sabines, de sus noches de bohemia.
ųƑCon Sabines mantenía correspondencia?
ųNunca. A él lo conocí hace no más de tres años. Un alumno mío del taller que imparto fue a visitarlo y Jaime le pidió que yo también fuera. Nos vimos como si nos conociéramos de toda la vida y es que él leía todas las cartas que le mandaba a Chucho. A partir de ahí comenzamos a vernos.
ųTodavía es muy joven cuando sale de México por primera vez.
ųA los 22 años. Como mi papá veía cómo me emocionaba cuando me llegaban cartas de Lolita y de Rosario, provenientes de Europa, un día me dijo: pues vete a conocerlas. Claro que yo no lo creía porque en esa época ni a mí ni a mi hermana nos dejaban salir solas a la puerta. Pero él nos puso en el avión con toda la confianza. Allá encontré a mis amigas y frecuentamos a otros mexicanos, como Pedro Coronel, con quien nos reuníamos para cantar corridos.
ųEsta suerte de libertad súbita de ir a Europa luego de vivir en un espacio muy delimitado, debió cambiarle la vida.
ųCompletamente, pero para mal. Me asustó muchísimo. Vivía en un ámbito que forjé yo misma. Me pareció en aquel tiempo que el mundo externo era violento y difícil. Antes de salir quería dedicarme nada más a la poesía y a crear una granja para niños huérfanos. A mi vuelta, advertí que aquello de la granja era una empresa que no estaba a mi alcance, pues a los 22 años no conocía el mundo. Todo eso me creó un problema interior muy fuerte. Pero nunca se me quitó esa idea, pues aún hace 15 años me animaba a crear la granja. Qué bueno que no lo hice, porque ahora ya no me veo con energías para un trabajo así.
ųAl regreso continúa escribiendo.
ųAntes de irme hago Las urgencias de un dios que se publica en el 50. Cuando regreso de Europa escribo Las vírgenes terrestres y Los himnos del ciego. Es cuando muere mi papá y entonces dejo de escribir, mi vida cambia totalmente.
ųAún estaba soltera.
ųSí, me casé un año después. En el 58 nació mi hija y nos vamos a vivir a Francia, luego al norte de Africa y por último a España. Cuando regreso a México mi esposo estaba ya muy enfermo. Mi suegra se hizo cargo de él y yo vuelvo aquí a trabajar con mucho empeño.
ųDe vivir casi dentro de un reloj se va al norte de Africa. Otro choque, señora.
ųCuando vi en Tánger por primera vez a los hombres vestidos con chilabas de colores oscuros y el capuchón que usan, sentí mucho miedo. Tuve que romper una cantidad de miedos enorme. El mundo fue para mí un rompimiento constante. Allá también dejé de escribir, pero después. Al principio seguí con la poesía pero la guardaba. Todo era escribir y guardar. Muchos textos se quedaron en mi casa de allá.
ųLuego viene la segunda ocasión en que calla, digamos.
ųSí, un padecimiento delicado de mi esposo me impidió seguir con la literatura.
Renacer en Jalapa
ųƑCuándo recupera el habla poética?
ųEn el 68, al llegar a Jalapa. Ahí renací. Esa es la tierra de mis amores, donde encontré la alegría y la confianza en mí misma. Nada más llegué ahí y se me despertaron otra vez las ganas de escribir. Tuve que hacer una vida nueva. Todo lo que aprendí antes no me funcionaba para el momento. Otra vez, el trabajo y la escritura.
ųƑCambió su poesía antes y después de esa segunda estancia en Europa?
ųDel todo. Retorno de Electra es el producto de lo que viví en Francia y en el norte de Africa; ahí está toda la ansiedad de enfrentarme al mundo. Cuando ya lo encaro viene otro tipo de poesía, más sosegada, a esa etapa pertenece La canción de Moisés y varios de los poemas que aparecen en Bajo el oro pequeño de los trigos. Para entonces me entendí con el mundo.
ųƑInfluyó de algún modo en esto el hecho de que fuera creyente?
ųEs que no lo era, nunca me educaron en ese sentido. A los 14 años mis padres me indicaron que podía elegir la religión que deseara. Después leí desde el Corán a Confucio y todos los sermones de Buda, más la Biblia, que es mi libro de cabecera. Gracias a todo eso es que pude tener un asidero para las etapas difíciles que atravesé fuera de México. Cuando regreso tomo de manera muy definitiva y en serio lo que aprendí de la vida de Jesús.
ųƑSe apega al catolicismo?
ųHasta después, porque antes pasé por seis religiones dentro de la búsqueda. Y descubro que el catolicismo tiene una liturgia que me ayuda mucho a entrar en mí misma. Pero más tarde me di cuenta que en todas las religiones pasan más cosas de las que uno conoce por fuera, y lo que hice fue quedarme con mi propia creencia.
ųƑDiría que se ve esto en su obra, el reencuentro consigo misma?
ųFíjate que sí, porque ya no hay miedos ni llantos.
ųResultó muy amplio, geográfica y emocionalmente, estar con usted misma.
ųFue un camino largo. Si me hubiesen dado esa solución desde niña la habría asimilado rápido, pero no me hubiera servido de nada porque no era auténtica. Hoy la búsqueda de la alegría interior y su hallazgo no se me escapan. Mi trabajo me costaron.