El comité nacional priísta ha anunciado que, en el acto conmemorativo de sus 70 años de vida, el tricolor habrá de anunciar la fecha exacta en la que se realice su asamblea nacional y, además, el método y los tiempos a los que se ajustará el proceso de elección de su candidato presidencial para el 2000.
El anuncio habrá de apaciguar los exaltados ánimos de quienes suponían que el silencio respecto a los dos temas -asamblea y elección de candidato- significaba una maniobra para que el Presidente de la República mantuviese intocada la facultad histórica de nombrar al aspirante tricolor a sucederle.
Con reglas mínimas para regular la confrontación interna de fuerzas, el PRI puede aspirar a un consenso de sus personajes clave que le permita enfrentar en mejores condiciones a una oposición que, dividida en dos grandes bloques, el del PAN y el del PRD, presenta desde ahora el mayor riesgo de derrota para el partido creado por Plutarco Elías Calles.
Los riesgos de las decisiones unilaterales son del doloroso conocimiento de los mexicanos: el salinismo, empeñado en dejar como sucesor a Luis Donaldo Colosio, desatendió otras fuerzas (acaso oscuras, acaso innombrables) dentro del sistema, y la desestabilización fue la respuesta inmediata.
Hoy mismo, el aparato de poder vive una pugna interna cada vez menos subterránea: ese mismo salinismo está actuante, consolidado en el terreno de la acumulación grupal de la riqueza, deseoso de venganza y sabedor de la incapacidad operativa de quienes están por dejar el mando político.
Si el zedillismo pretendiese decidir por sí mismo, y sólo para sí, el proceso sucesori, los riesgos de violencia y desestabilización serían cada vez mayores. Por ello, en la cúpula del poder se tejen acuerdos mínimos necesarios (sujeción rigurosa a la letra de la ley para decidir casos centrales como el de Raúl Salinas de Gortari, sin importar si tales normas jurídicas fuesen justas o injustas, poniendo cada cual en la balanza sus mejores y más caros abogados).
Entre esos acuerdos básicos está también el dejar que las fuerzas (políticas, económicas) se manifiesten dentro del PRI para que en esa batalla interna se postule candidato.
Romper tales pretensiones (pactos que sólo podrían borrarse con sangre) llevaría a peores circunstancias que las vividas actualmente en el terreno económico.
En ese plano se dan actualmente los jaloneos para definir tiempos y formas. El zedillismo desea salvar su futuro atrincherándose en una presunta falta de interés grupal, y ofreciendo en todo caso que quien gane en una contienda clara habrá de ser respetado y apoyado. Mientras tanto, mueve los hilos que le quedan, cada vez menos, para inducir una especie de diluida cargada en favor de Francisco Labastida Ochoa. El salinismo, por su parte, ensaya, elabora, y trata de encontrar la jugada maestra.
Lo importante, en todo caso, es que esa pugna interna, cuyo resultado podría salpicar y dañar a la nación entera, parece encaminarse a una resolución regida por reglas mínimas.
Esa sería una buena noticia. Habrá que esperar, ciertamente, hasta la primera semana de marzo para que frente al presidente Zedillo y el gabinete en pleno se anuncien las decisiones tomadas. También habrá que esperar que no pase nada, antes de esa fecha, que altere este principio de acuerdo entre cúpulas.
De que la perra es bravaÉ
Carlos Castillo Peraza no ha podido tener la paz suficiente para convertirse en el intelectual que deseó ser cuando decidió renunciar a la militancia panista.
El futuro que buscó el ex presidente nacional del blanquiazul -un futuro alejado de las pasiones y los vaivenes partidistas- ha sido afectado en varias ocasiones por quienes fueron sus compañeros.
En entrevista que tuvo con La Jornada semanas atrás, el actual dirigente panista, Felipe Calderón Hinojosa -a quien se consideraba un personaje ampliamente apoyado por Castillo Peraza para llegar al liderazgo- reconoció las herencias envenenadas del yucateco, entre otras las que propiciaron una relación difícil con Vicente Fox.
Antes, por ejemplo, otro de los personajes cercanos a Castillo Peraza, como el también yucateco Luis Correa Mena, quien era diputado local, había renunciado al panismo luego de serios enfrentamientos con la directiva estatal de su partido.
Ahora es el secretario general del comité nacional panista, Germán Martínez Cázares, quien hace advertencias graves a don Carlos. Debido a la asistencia del polémico ex candidato a gobernador del Distrito Federal al acto en el que Manuel Camacho hizo una convocatoria a una alianza opositora amplia contra el PRI, Martínez Cázares dijo que Castillo Peraza puede hacer de su vida lo que desee, pues ya no es panista, pero que si acaso llegase a colocarse frente o contra Acción Nacional, pues entonces ``encontrará al partido que siempre ha sido''.
Las cuentas pendientes de Carlos Salomón Azar
El torbellino político que vive el país impide con frecuencia que agravios profundos a la sociedad sean sancionados.
Tal es el caso de Campeche, donde Carlos Salomón Azar goza del beneficio de las prisas con las que las fuerzas políticas de oposición tratan de construir el futuro, dejando de lado viscosos expedientes del pasado
Salomón Azar y su familia han sido acusados con recurrencia de haberse enriquecido a costa del erario durante el sexenio en el que fue gobernador.
Favorecido por partida doble por el centralismo, Salomón Azar ha quedado hasta ahora jurídicamente a salvo de las responsabilidades que podría haber incumplido: por un lado, el gobierno federal le permitió dejar sucesor, en la persona de José Antonio González Curi, de tal manera que tiene las espaldas guardadas de manera adecuada; por otra parte, las pugnas internas del perredismo (porfiristas contra cuauhtemistas) impidieron apoyar a fondo y de verdad la lucha que Layda Sansores ha dado contra González Curi y Salomón Azar.
Ahora, el diputado priísta suplente de Campeche, Francisco Talango Pérez, se ha declarado en huelga de hambre en la plaza principal de aquella capital del Sureste para exigir investigación y castigo contra Salomón Azar, a quien acusa de uso indebido de atribuciones y facultades, cohecho, peculado, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito, según reporte de Lorenzo Chim.
Astillas: En San Luis Potosí, según información de La Jornada San Luis, publicada bajo la firma de Jaime Hernández, se ahondan las divisiones en las exiguas filas del perredismo. El actual presidente del comité estatal, Rogel del Rosal, es acusado de desobedecer mandatos de órganos nacionales de dirección del perredismo, de privilegiar la tarea de gestoría en favor de una agrupación de la zona huasteca y en detrimento del interés general de su partido, y de mantener arreglos con el gobierno estatal para que el PRD siga siendo un membrete sin presencia en la entidad. Los inconformes han sido suspendidos en sus derechos y, este domingo recién pasado, cuando se plantaron a la entrada del local donde sesionaría un consejo estatal cuya legitimidad impugnaban, recibieron a cambio una petición formal a la directiva nacional para que sean expulsados del partido y ``se estudia'' la posibilidad de consignarlos penalmente. Entre quienes serían expulsados, y acaso encarcelados, está Carlos López Torres, un antiguo y siempre congruente militante de la izquierda, quien ha sido dirigente del Partido Comunista y de las subsecuentes formaciones como el PSUM y el PRD. Ha sido también diputado local y es dirigente magisterial democráticoÉ Continúan en el estado de México las acusaciones de precandidatos priístas contra Arturo Montiel, a quien consideran el gallo del gobernador César Camacho y de quien denuncian un uso inmoderado y acaso inexplicable de recursos para su campaña política. Héctor Jiménez, al igual que Humberto Lira Mora, han insistido en desigualdades y favoritismosÉ
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