Para conocer el árbol, un escritor tiene que andarse por las ramas
César Güemes Ť ``El premio es para la novela y el dinero es para mi mujer; yo nada más lo miraré de lejos''. La declaración es de Ignacio Solares, la mujer es su señora esposa, el libro a que se refiere es su reciente novela El sitio y el premio es nada menos el Xavier Villaurrutia, al que se ha hecho acreedor y que le será entregado el próximo día 28 en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Jung, Huxley, Fuentes, Salgari y Verne acompañan el diálogo en donde se explica el método intuitivo de la creación literaria que tiene su mejor ejemplo en cómo Solares hizo esa pieza de relojería digital llamada Madero, el otro y en el que se da cuenta en exclusiva de su libro en puerta, Cortázar: el espía de dios.
El que sabe, no habla
-Poco antes de comenzar la entrevista me decía que en sus lecturas cotidianas va de lo muy contemporáneo a lo clásico. Hable de esta manera pendular de ser lector.
-Siempre he pensado que la gran condena de los seres humanos es que tenemos una sola vida y la capacidad imaginativa de vivir miles de ellas, algo que sólo con la literatura se puede cubrir. Por lo menos yo estoy permanentemente ávido de meterme a una librería y encontrar un texto que me lata y que nadie me ha recomendado. Esa es una experiencia maravillosa. Además, tengo la teoría de que por ahí hay un libro que es la clave de mi vida y que no he leído, no he encontrado y ni siquiera sé si existe con certeza. Es un libro en el que está descifrado todo lo que tiene que ver conmigo.
-Puede ser, Ignacio, que le corresponda escribirlo a usted mismo.
-Ahí tengo otro conflicto mayor: ya descubrí que no soy yo quien lo va a escribir. Ya está escrito. Y ahora sí que como dice Pepe Gordon en su novela: ``Si ya todo está escrito, ¿quién escribe esta línea?'' Eso es lo que debemos descifrar. Por eso me apasionan la lectura y la escritura. Recuerdo haber leído alguna ocasión en Jung, que nuestra alma es como un árbol lleno de pájaros, y el problema es que cantan todos a la vez. Lo que tenemos que aprender es a escuchar qué dice cada uno. Es una bella imagen. Jung calculaba que tenemos unos cien yos, de los cuales pueden ser importantes siete, y sólo conocemos un par, si bien nos va. Por eso él hablaba mucho de la meditación, de meterse al fondo de uno mismo y conocerse.
``Y algo que me digo ahora a propósito de eso, es que un escritor para conocer el árbol tiene que andarse por las ramas, porque si se metiera al mero centro, se callaba la boca, que es lo que muchos escritores deberíamos hacer. Es lo que dice la fábula zen: el que habla, no sabe; el que sabe, no habla. Por eso mi tendencia al budismo y al hinduismo es fatal para la literatura, porque me refiere al silencio. En este sentido digo que me impresiona lo que leí de Jung, quien agregaba que la mejor forma de sacar tus yos ocultos es la escritura. Nunca se me olvidó y mira que lo leí a los 15 años. Veo en mi caso a la escritura como una forma de terapia.''
-Este método intuitivo para ejercer la literatura puede parecer un tanto azaroso pero funciona, como lo demuestra la existencia de su obra.
-Hay veces en que por la mañana tomo un libro, lo abro en donde sea y lo primero que lea ahí será el indicativo de ese día. Desde luego eso es algo que me enseñaron desde niño. La tía que me preparó para la primera comunión me descubrió esa posibilidad. Y eso no es más que el I Ching. En ocasiones es mejor practicarlo no con toda la labor de las monedas, sino abrirlo en cualquier parte y lo que leas, seguirlo. El inconsciente pregunta y se responde con lo que lees. El caso es que me ha funcionado, como dices, y ahora verás por qué.
Recurrir a la intuición
``Una tarde, en la librería de Polito Duarte, me encontré con un libro de Natividad Rosales, editado por Posada, que decía: Madero fue espiritista. Qué cosa. Descubro en él unas cuantas cartas de Madero. Y lo que me fascinó y me atrapó es que él era medium escribiente. Quiere decir que hacía lo que Jung aconsejaba. Si existió o no un espíritu detrás de Madero, no importa, pero que cuando escribía él no era él, eso es cierto. La verdad es que a mí por principio de cuentas la historia no me interesaba más que a cualquier otra persona que lee, pero al hojear ese libro se abre una veta de mi vida que sería importantísima. Y luego, también por casualidad, me encontré al historiador Manuel Arellano, quien tenía guardadas celosamente todas las cartas espíritas de Madero. Así que me dije: esto me lo manda el propio don Francisco. Y de ahí nace mi novela Madero, el otro. La intuición funciona.''
-Lo he hallado cuando publica un libro nuevo, pero no cuando lo escribe, que es el lapso intermedio. ¿Es posible que adelante un poco de lo que viene en su producción?
-Te lo voy a decir y conste que hasta ahorita no lo he mencionado. Escribo un libro que se llama Cortázar: el espía de dios. A él se le ha visto desde muchos ángulos, sobre todo en cuanto a lo literario. Y yo busqué al Cortázar que se acerca a lo mágico, a lo paranormal. Hemos querido reducir a Julio a los cajones de literato o de una persona con ciertas ideas políticas. No está mal hacerlo, pero hay otro Cortázar. Estoy precisamente esperando unas cartas, que están por publicarse, y donde él trata el tema. A ver quién me quiere editar el libro, eso no lo sé.
-Mencionaba también poco antes de grabar, y lo hizo en la entrevista anterior, que se había alejado del alcohol. Dos referencias son suficientes para preguntarle si es que la bebida tiene algún peso para su desarrollo como escritor y si lo tiene para encontrar esos yos de los que hablaba Jung.
-Tiene toda la relevancia. Lo más importante que me pasa ahora es no beber. Lo que te decía hace un rato es que la sobriedad es embriagante, y ahora pienso que es una trampa que me tiendo. En realidad es insoportable. Creo que uno es el mundo del que bebe y otro el de quien no toma nada. Lo que sucede es que yo, que me jactaba de que podía beber diario, de que no se me subía, después de 30 años corté con eso de tajo y entré en otra frecuencia. Es algo extrañísimo, las cosas aparecen incluso más distorsionadas que con un trago. Y lo que ocurrió fue que tanto había trabajado con la idea de la abstinencia que tenía que experimentarla.
``No era posible escribir El sitio y seguir igual. Por suerte he podido pasarme al otro lado del río sin ayuda médica ni nada de eso, y tampoco es una forma de vida que descarto, de ninguna manera. Aplico meramente una nueva teoría a mi existencia. Y veo que todo adquiere un significado diferente. El gran problema que tiene la lejanía con el alcohol es que forma parte de las relaciones humanas, sobre todo con los amigos.''
La literatura provee de identidad
-Es por eso que con los enemigos no se bebe. Incluso porque corren el peligro de volverse amigos.
-Para que veas cuánta limitante. A veces tiene uno que elegir entre la sobriedad y los amigos, que no es una decisión fácil. La consecuencia de escribir El sitio es que por ahora no bebo. Para que nos demos cuenta que no siempre la literatura deja cosas buenas.
-Algo de lo que no hemos hablado es de sus lecturas de infancia y si acaso de primera juventud.
-Ahí están mi Verne y mi Salgari, por suerte. En lugar de la televisión y la computadora, me metía a los libros. Esos dos autores me marcan en un primer momento. Y cuando tengo más o menos 14 años leí un libro que fue para mí la apertura de una visión insospechada, Un mundo feliz, de Huxley. Ese es el parteaguas. Haz de cuenta que me hizo explotar la imaginación. Estoy seguro de que en esa novela hay dinamita. Sigo creyendo que es uno de los libros más importantes en la historia de la literatura. Tiene el problema de que se lee en la juventud y ya no se retoma. Pero hace poco lo leí de nuevo, en inglés, y me maravilló de nuevo. Al margen de que todo lo que dice se volvió real, la prosa es magnífica. No hay línea en la que no dé informaciones valiosas.
``Y algo similar me sucedió cuando leí La región más transparente, en donde Carlos Fuentes me descubrió un país y un continente. Creo que la literatura da identidad. Si no fuera por los libros, pienso que mi esquizofrenia estaría más desatada.''
-¿Qué es para un narrador recibir un premio que tiene el nombre de un poeta, por cierto de la talla de Villaurrutia?
-Está lleno de significados. Tiene la ventaja de que es de escritores para escritores, no es comercial, ni es de los que da el gobierno si es que llegas a los 90 años. Para que veas cómo son las casualidades, en su momento dirigí la revista Hoy, en la que Xavier Villaurrutia había escrito décadas antes las críticas de cine y de toros, espléndidas por cierto. Quizá es el poeta mexicano a quien más me he acercado.
``Soy buen lector de poesía y por suerte para la poesía nunca he intentado hacer un poema.''