La Jornada 20 de enero de 1999

Rescate de la economía mundial, ofrece Clinton en medio del sexgate

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 19 de enero Ť El presidente Bill Clinton propuso esta noche una agenda de iniciativas, que ya han sido probadas en encuestas, y que van desde medidas para rescatar la economía global, incrementar el gasto militar, ampliar los servicios de salud para los ancianos y proteger el programa federal de apoyo para los jubilados, conocido aquí como el seguro social.

``Primero y ante todo tenemos que rescatar la seguridad social para el siglo XXI'', declaró Clinton en su informe presidencial anual, al referirse al programa federal de beneficios para los jubilados.

``El estado de nuestra unión es fuerte, Estados Unidos está funcionando nuevamente. La promesa de nuestro futuro no tiene límites'', afirmó el mandatario, quien aseguró que su país ``es una fuerza fuerte por la paz desde Irlanda del Norte, a Bosnia, a Medio Oriente''.

Al mismo tiempo, Clinton alertó que la crisis económica internacional es ``la más seria en medio siglo'', y pidió respaldo para apoyar la construcción de un sistema financiero internacional para el próximo siglo.

Clinton también propuso una nueva ronda de negociaciones globales sobre comercio para fortalecer la economía internacional y exhortó al Congreso a aprobar la autoridad de fast track para negociar más acuerdos de libre comercio, aunque admitió que ese tema ha dividido a los estadunidenses durante mucho tiempo.

``Tenemos que poner una cara humana sobre la economía global'', insistió Clinton. Mientras se reducen los aranceles y se amplían los mercados, el presidente sugirió que los críticos tienen que discutir también: ``Debemos encontrar el terreno común donde empresarios, trabajadores, ambientalistas y granjeros puedan reunirse''.

Sobre este hemisferio en particular, Clinton dijo que ``deberemos continuar fortaleciendo nuestros vínculos con las Américas, para educar a niños, luchar contra las drogas, profundizar la democracia''.

Añadió: ``En este hemisferio, todos los gobiernos menos uno es libremente elegido por su pueblo. Estamos determinados a que Cuba, también, conocerá las bendiciones de la libertad''.

Pero esta ocasión fue diferente a todas las anteriores en este rito anual: el presidente presentó su informe ante sus acusadores y sus jueces; habló ante las dos cámaras en el Capitolio, un público que incluyó a la mayoría de la Cámara que votó a favor de su destitución y a los senadores que ahora tienen el papel de un jurado que pronto emitirá un fallo que podría implicar el fin de su presidencia, pero Clinton evitó toda mención del escándalo y de su juicio político.

No obstante, algunos legisladores republicanos abandonaron el salón, aunque la mayoría de ese partido permaneció para escuchar el informe, que mereció varias ovaciones al mandatario.

Distracciones y detalles

De todas maneras, como lo han señalado varios comentaristas, las distracciones durante su informe anual no son ajenas para el presidente: el año pasado el discurso fue presentado sólo cuatro días después de difundirse el asunto de Mónica Lewinsky, y en 1997 varias cadenas de televisión debieron ofrecer una pantalla dividida con el discurso del presidente de un lado y el veredicto en el juicio de O.J. Simpson del otro.

Este año, en un discurso de unos 77 minutos, el presidente ofreció un informe repleto de detalles y se adujo el crédito del auge económico ``más largo de nuestra historia'' y una tasa de desempleo que está en su nivel más bajo desde 1957.

Presentó más de una docena de nuevas iniciativas que van desde esfuerzos para poner un fin al trabajo de los menores de edad, elevar el salario mínimo, fondos para programas para el cuidado de niños hasta el incremento de fondos para la educación.

Asimismo incluyó propuestas para aumentar gastos para seguridad pública, nuevos esfuerzos antinarcóticos y un nuevo impuesto de 55 centavos por cajetilla de cigarros para financiar nuevos programas.

Los redactores de la Casa Blanca empezaron a armar el discurso desde octubre pasado, y después de revisar una larga lista de ideas y propuestas el encuestador Mark Penn sometió cada una a un sondeo: las que sacaron mejores calificaciones de la opinión pública se incluyeron en el texto final ofrecido esta noche.

El año pasado, unos 53 millones de personas vieron la transmisión televisiva del informe, y Clinton tiene muy claro que la de hoy fue una oportunidad clave para tener acceso a ese público en esta complicada coyuntura política.

La pieza central de este informe fue la propuesta de Clinton de utilizar gran parte del superávit presupuestal de este año para reformar el sistema de seguro social.

Con la proyección de que si no es reformado este programa federal podría quedar en bancarrota en los próximos 30 años, el presidente propuso inyectar 60 por ciento del esperado superávit de 4 billones de dólares en un programa diseñando para apoyar el sistema del seguro social.

Además, el presidente propuso ``privatizar'' una parte del programa permitiendo que individuos inviertan una porción de sus ahorros destinados al seguro social en el mercado de valores.

El informe, claro, es importante tanto por su sustancia como su imagen: este año, sentados al lado de la primera dama Hillary Clinton, presenciando el discurso del presidente desde un balcón de la Cámara, estaba Rosa Parks, una de las figuras más famosas del movimiento de los derechos civiles, y el as del beisbol Sammy Sosa.

Clinton mencionó en particular los esfuerzos de Sosa para ayudar a los pueblos del Caribe y Centroamérica que sufrieron el embate del huracán Mitch.

Casi al término de su discurso, Clinton elogió a su esposa, y mirando hacia ella dijo: ``La honro por todo la que ha hecho para nuestros niños y por su histórico papel para servir a nuestra nación y promover nuestros ideales en casa y en el extranjero''.


Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 19 de enero Ť ``William Jefferson Clinton no es culpable de los cargos presentados en su contra. No cometió perjurio. No obstruyó la justicia. No debe ser removido de su puesto''. Con esta declaración, el abogado de la Casa Blanca Charles Ruff comenzó la defensa del presidente de Estados Unidos en el juicio político sobre su destitución ante el Senado.

En una sesión de dos horas y media, Ruff ofreció la estrategia paralela de la defensa: Clinton no es culpable en los hechos, ni por ley, en torno a los dos artículos de destitución presentados por la Cámara de Representantes y, por otro lado, incluso si el Senado determina que es culpable de algunos de esos delitos, éstos no son lo suficientemente graves en términos constitucionales como para anular los resultados de una elección democrática.

Sentado en su silla de ruedas y al centro del salón senatorial, Ruff empezó los alegatos de la defensa con una breve historia de los orígenes del caso legal, y demostró punto por punto que la delegación de representantes de la Cámara, que actúa como fiscales, no ha comprobado sus cargos contra el mandatario.

El ex fiscal del caso Watergate, quien encabeza el equipo legal de la Casa Blanca, afirmó que durante el día de hoy, mañana y el jueves los abogados del presidente demostrarán que su cliente no cometió perjurio ni obstruyó la justicia en el asunto de sus relaciones sexuales con una ex becaria de la Casa Blanca.

``Aquí no existe una base para destituir al presidente, y no hay, y nunca habrá, la base para declararlo culpable'', afirmó Ruff al comenzar esta tarde su presentación, la cual fue marcada por una retórica menos inflamada que la utilizada por los fiscales-representantes la semana pasada, pero que no fue menos efectiva.

Luego de rechazar varios puntos claves de las conclusiones de los acusadores, Ruff insinuó que los cargos eran parte de esfuerzos políticamente motivados cuyo objetivo era dañar al presidente.

El caso presentado por la Cámara de Representantes, afirmó, sólo es producto de un ``enjuiciamiento apresurado'' que no esperó una investigación plena de todos los hechos y su contexto.

Sin embargo, a estas alturas el abogado ya no estaba negando lo obvio: ``Nadie que estuvo presente en el testimonio (de Clinton ante el gran jurado), o quien lee la transcripción, o vio la videograbación, podía salir sin creer otra cosa más que el presidente y la señorita Lewinsky conllevaron una conducta sexual''.

Pero Ruff sostuvo que el propio Clinton admitió esto en su declaración bajo juramento ante el gran jurado y por lo tanto no podía ser acusado de haber mentido, y también acusó a los fiscales-representantes de la Cámara de buscar distorsionar la verdad para poder acomodar sus conclusiones contra Clinton.

``Cuidado con un fiscal que siente la necesidad de engañar a la corte'', indicó Ruff. Disputó conclusiones de los fiscales, señalando inconsistencias con tiempos de los hechos, como una constante disposición de interpretar todo acto como si fuera parte de una conspiración.

Pero el abogado presidencial también alegó que aun si el Senado concluye que el caso presentado por la Cámara tiene mérito y que Clinton mintió e intentó desviar la investigación, esos delitos no son lo suficientemente graves, según las definiciones de la Constitución, para removerlo.

``Pregúntense si éste es el momento, por primera vez en la historia de nuestra nación, que las acciones del presidente han puesto al país en tal riesgo como para ameritar removerlo'', declaró Ruff.

Agregó: ``La destitución no es un remedio para males personales; es un método para remover a alguien cuya continuada presencia en su puesto causaría un peligro grave para la nación''.

Después de recordarle a los senadores que Clinton fue elegido por los estadunidenses en dos ocasiones, Ruff dijo a los miembros de la Cámara alta que ahora tienen un papel como jurado que ``los constituyentes establecieron como una norma muy alta'' para los crímenes que serían necesarios para remover a un presidente.

``Ustedes deben determinar que su destitución es la única solución, que nuestra democracia no debería sostener dos años más el servicio de este presidente'', dijo.

Fuera del juicio político, la Casa Blanca y sus defensores no dejan pasar el hecho de que las encuestas de opinión siguen registrando una abrumadora mayoría en contra de la destitución de Clinton.