Al inicio del año, las turbulencias financieras han puesto en entredicho las metas macroeconómicas del presupuesto. El tipo de cambio, estimado en 11.08 pesos promedio del año y la inflación rápidamente llegaron a valores altos y se espera que en los próximos días se eleven, de nuevo, las tasas de interés, impactando las expectativas de crecimiento y, sobre todo, la situación de los deudores y, en consecuencia, de los bancos.
La gravedad de la situación provocó que el doctor Zedillo explotara, criticando a Itamar Franco y calificándolo como populista e irresponsable; su argumento, añade, ``esos hacedores de miseria que son los políticos populistas... que entiendan que la demagogia y la retórica fácil tienen severos costos para nuestros pueblos''. Es indudable que la filípica busca desviar la atención, evitando el análisis de la vulnerabilidad de nuestra economía, considerando que es consecuencia de manejos erróneos.
Conviene, por ello, hacer una muy rápida comparación entre los años de 1970 a 1982, que los neoliberales han denominado como regidos por diseños de política económica populista, con relación al periodo de 1983 a 1998, de políticas neoliberales. Los criterios de comparación son los propuestos por Samuelson y Nordhaus, en su muy conocido texto: Economía (McGraw Hill, p. 101). En ese manual se establece que los resultados macroeconómicos deben juzgarse si cumplen cuatro objetivos: un elevado y creciente nivel de producción real; un elevado empleo y bajo desempleo, que proporcione buenos puestos de trabajo y altos salarios; un nivel de precios estable y suavemente ascendente; relaciones económicas caracterizadas por un tipo de cambio estable y exportaciones que equilibren aproximadamente las importaciones.
En cuanto al primer objetivo, los datos de la tasa media anual de crecimiento del PIB son: 6.2 para 1970-1982, contra 1.9 en 1983-1998 (suponiendo para este último año un crecimiento de 4.6 por ciento); si comparamos el dato del producto por habitante, que de 1990 a 1998 perdió 7.2 por ciento en pesos de 1993, y 59.3 por ciento en dólares, se confirma que el desempeño fue muy superior en el primer periodo, ya que ente 1970-1982 creció 42.4 por ciento en pesos constantes, y en dólares cayó 79.6 por ciento. Es claro que la dinámica económica neoliberal es de semiestancamiento, en tanto que en los años populistas el ritmo de crecimiento permitió mejorar el PIB por habitante en pesos constantes.
En materia de empleo, la tasa de expansión de la población activa fue de más de 4 por ciento en las décadas de los setenta y ochenta, y de más de 3 por ciento en los noventa; en la mejor de las cifras estadísticas el empleo creció a tasas cercanas a las mencionadas, pero el empleo asalariado se estancó entre 1982 y 1986, aumentando a tasas cercanas a uno por ciento, lo que indica que el crecimiento ocurrió en el sector informal. De 1987 en adelante, el empleo en el sector público se contrajo por la renta de las empresas estatales; esto provocó un brutal impacto en el empleo informal, oculto en la estadística oficial.
Por lo que toca a los salarios, pueden utilizarse dos indicadores: el de los mínimos reales y el de las remuneraciones medias reales. En ambos indicadores, en el periodo 1970-1982 se aprecia una mejoría muy pequeña en los salarios mínimos (1.9 por ciento) y significativa en el salario medio real (46.6 por ciento); en cambio, en los años de administraciones ``prudentes'' y ``responsables'', el salario mínimo real cayó de 1988 a 1998 de 17.60 pesos reales a 11.39, es decir, 35.3 por ciento menos. En las remuneraciones medias reales en los mismos años, hubo un crecimiento de sólo 8.2 por ciento, lo que significa menos de una quinta parte del crecimiento en el periodo del llamado populismo.
En materia de inflación, los promedios anuales sexenales son: 12.9 por ciento con Echeverría, 29.6 por ciento con López Portillo, 92.9 por ciento con De la Madrid, 18.9 por ciento con Salinas, y con Zedillo los precios se han incrementado 41.1 por ciento. De este modo, una de las variables más controladas ha tenido un desempeño muy poco satisfactorio.
Finalmente, en el sector externo se ha pasado de un déficit en la cuenta corriente de mil 171 millones de dólares en 1970 a 28 mil 786 en 1994 y 14 mil 690 en 1998, según los Criterios de Política Económica para 1999; el tipo de cambio tampoco ha podido tener un comportamiento estable.
Por todo lo señalado, parece útil que la crítica a los llamados populistas se atempere, ya que su actuación ha sido, en definitiva, muy superior a la conseguida por los neoliberales. Por ello, bien puede concluirse esta comparación con el viejo dicho: ``Estábamos mejor, cuando estábamos peor''.