Octavio Rodríguez Araujo
De México a La Habana

Los economistas (y los no economistas) reunidos en La Habana para discutir sobre la globalización económica, parecen coincidir en que ésta ha producido más pobreza y más desigualdades tanto entre economías desarrolladas y subdesarrolladas como entre los ricos y los pobres en cada país. ¿Cuál es la situación de la pobreza y la desigualdad en México?

El gobierno mexicano en su programa para superar la pobreza (1995-2000) señala que ``los principales desafíos del país son abatimiento de la pobreza extrema y la disminución de la desigualdad económica y social entre los diferentes estratos de la población''. Sin embargo, reconoce que ``la información derivada de las Encuestas Nacionales de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) muestra el aumento en la concentración del ingreso en la última década. Entre 1984 y 1994, 20 por ciento de la población más rica aumentó su participación en el ingreso corriente total de 49.5 a cerca de 55 por ciento, mientras que 20 por ciento más pobre la redujo de 4.8 a 4.3 por ciento. Adicionalmente, los estratos medios, que durante décadas mejoraron su posición relativa, han deteriorado su situación en cuanto a la porción del ingreso que reciben''.

De acuerdo con las ENIGH -elaboradas por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)-, se destaca que la concentración del ingreso se ha dado principalmente entre 10 por ciento de la población con las más altas percepciones, mientras que 80 por ciento vio disminuir su ingreso en los últimos diez años. En términos del índice de Gini (cuyo valor se encuentra entre 0 y 1 para los casos de cero desigualdad y máxima desigualdad, respectivamente) la tendencia pasó de 0.4292 en 1984 a 0.4770 en 1994, demostrándose con ello que las desigualdades sociales lejos de disminuir con las políticas neoliberales, aumentaron. Y aumentaron más a partir de la crisis económica de 1994, cuyas repercusiones en el año siguiente significaron un crecimiento económico de menos siete por ciento (-7.0 por ciento), y es fecha en que todavía no se recupera positivamente esa situación.

Los datos que registra el citado programa no incluyen las revelaciones de los años del gobierno de Ernesto Zedillo, es decir, posteriores a 1994. Sin embargo, las últimas encuestas ENIGH demuestran que la pobreza no disminuyó, sino lo contrario. Julio Bolvitnik (``Pauperización zedillista'', La Jornada, 11/10/98) resalta que de 1994 a 1996, en dos años de zedillismo y a pesar del programa contra la pobreza, los hogares mexicanos perdieron casi la cuarta parte de sus ingresos. Todos los deciles de hogares perdieron al menos 15 por ciento de sus ingresos, y el decil de los profesionales, técnicos, artistas, funcionarios públicos y privados, etcétera, es decir, el decil de la clase media alta (puesto que los verdaderamente ricos no fueron encuestados) se deterioró 28 por ciento, lo cual habla todavía más elocuentemente de la concentración de la riqueza.

Los datos de las últimas encuestas revelan que mientras en 1994, 69 por ciento de los hogares de México eran pobres, para 1996 la proporción de hogares pobres había ascendido a 78 por ciento, un incremento de 13 por ciento ¡en dos años! Más todavía: en 1994, 40.5 por ciento de los hogares vivía en pobreza extrema, y en 1996, la proporción subió a 55 por ciento. Otra vez, en dos años de zedillismo, la pobreza extrema se incrementó 35.8 por ciento, es decir, 14.5 puntos porcentuales más. La indigencia, esto es, los que están por debajo de la línea de extrema pobreza, pasó de 33.l3 a 43.3 por ciento, también en dos años. Y Bolvitnik concluye que ``no hay antecedentes de una pauperización de estas proporciones en un periodo tan corto''.

Confiemos en que la reunión de La Habana no sólo produzca diagnósticos, sino que nos proponga alternativas a situaciones como la mexicana, que de ninguna manera es una excepción.