Apostar por la vida y una mirada
optimista, aportación de Botero
n Para él no hay buenos ni malos en su pintura, dice Anchorena
Angélica Abelleyra, enviada, Monterrey, NL, 21 de enero n El pintor Fernando Botero ha legado al arte contemporáneo su ``apuesta por la vida'' y una ``mirada optimista'' hacia lo que le rodea, afirmó la especialista argentina Teresa Anchorena, curadora de la exposición del creador colombiano que se inaugura este viernes en la capital regiomontana, única sede en México antes de viajar a Venecia y concluir su itinerancia en Colombia, a finales de este año, para conformar parte del acervo del futuro Museo Fernando Botero que se instalará en la actual Casa de Gobierno en Medellín.
Con el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco) como sede, las 78 obras de la colección personal del famoso artista latinoamericano integran la muestra Fernando Botero en Monterrey que, sin ser retrospectiva en sentido estricto, refleja de manera general la trayectoria creativa del autor cuyas formas rotundas en mujeres, frutas y animales le han otorgado un sitio en el arte contemporáneo y un primerísimo lugar en el mercado internacional para un pintor latinoamericano, con piezas que han alcanzado cotizaciones de un millón y medio de dólares.
Asumir la belleza como misión
Monterrey está de fiesta a causa de Botero. No sólo por la robusta visita de sus personajes con mirada perdida y frío gesto, sino también por la presencia del escultor colombiano, auténtico star, quien encabezará la apertura de su exhibición, como no había hecho en anteriores estancias de la colección en museos de Sao Paulo y Río de Janeiro, en Brasil, y en la capital de Uruguay, Montevideo, donde su pintura colmó paredes y el público llenó salas.
Porque además de la singularidad en el uso del volumen y la maestría en el trazo, Anchorena resaltó la enorme cualidad de Botero para atraer públicos, generalmente no acostumbrados a visitar museos. Las ``imágenes accesibles'' de Botero -indicó la curadora en un recorrido con la prensa- ``permiten ampliar el umbral del museo'' e invitan a muchas personas que antes no ponían un pie en un recinto museístico, a visitarlo con asiduidad, añadió al señalar la influencia que han ejercido en el autor, tanto el arte del Renacimiento, como la monumentalidad del arte precolombino y la fuerza de la pintura mural mexicana de la primera mitad de este siglo.
Mujer llorando, obra de 1948 que abre el recorrido por cuatro salas del Marco, es clara influencia de la pintura de los muralistas en Botero, explicó Anchorena al aclarar que fue en México, en 1956, que el colombiano descubrió la posibilidad de aumentar el volumen de las formas que él trasladaba a la tela.
Asimismo, la primera parte de la colección refiere las marcas que el impresionismo abstracto neoyorquino dejó en alguna etapa boterana, con Niña perdida en el jardín y Niña a caballo como ejemplos de finales de los años cincuenta y principios de los sesenta, donde la pincelada libre y el chorreado de pintura difieren con el estilo pulcro que distinguiría luego al al autor.
La ``imagen feliz, la ``cara amable'' en la pintura de Botero que muchos han criticado, es para Anchorena una virtud: ``Botero no moraliza, para él no hay buenos ni malos en su pintura, igual que sucede en el arte egipcio o precolombino. El siempre toma distancia respecto de las situaciones políticas, su arte no es militante ni de denuncia. Sin embargo deja constancia de los hechos y convierte su postura del compromiso en algo sutil'', sentenció la también subsecretaria de Cultura del gobierno de Buenos Aires al resumir:
``A Botero le importa la belleza en el arte. Ahora, cuando todos los pintores buscan casi lo contrario, él apuesta a la belleza casi como una misión.''
Acompañada por Xavier López de Arriaga, director general del Marco, la funcionaria destacó la presencia de obra dibujística en la colección, a fin de demostrar el oficio de Botero y su profundo conocimiento de técnicas y quehaceres. Asimismo reseñó la escultura en pequeño formato, realizada en mármol o bronce, que bosqueja los gustos de Botero en el acervo que reunió en los últimos 40 años.
Un mundo intercambiable
Más adelante, sobre la aparente neutralidad en la obra de Botero, Anchorena consignó la clara ironía que guarda la producción boterana hacia los regímenes militares de Latinoamérica, como lo refleja el cuadro El palacio (1974) o la mera consignación de los hechos sangrientos en Colombia, como se verifica en la tela de pequeño formato Masacre de mejor esquina (1997).
Asimismo quedan patentes los homenajes y recreaciones de Botero en torno de cuadros famosos de Velázquez, Braque, Picasso, Cézanne, Bonard y Da Vinci en La Mona Lisa (1977), Retrato de Velázquez (1997), Naturaleza muerta con Le journal (1989) y El baño (1989), en el que brazos, piernas, nalgas y rostros se confunden en voluptuosidad con una manzana o un caballo. Porque en Botero los cuerpos son frutas y los animales son manjares al mismo tiempo.
``Su mundo es intercambiable, es extraño pero creíble -concluyó Teresa Anchorena- porque en algún lugar ese universo de Fernando Botero es posible... aunque sea en la cabeza de cada uno de nosotros, es factible.''