Abraham Nuncio
Parece que están pintados

Durante la campaña para conquistar el gobierno de Nuevo León, la candidatura del hoy gobernador Fernando Canales Clariond no logró captar la simpatía de los intelectuales y artistas del estado (hubo excepciones, claro, como siempre). Fue el priísta Natividad González Parás, quien sí consiguió atraerla para la suya. Los pintores la apoyaron donando obras realizadas por ellos.

Este dato habría carecido de mayor significado si la Pinacoteca local no hubiese sido desalojada del edificio que ocupaba para instalar allí El Papalote Museo del Niño. Los artistas no fueron avisados de que su obra sería retirada del lugar destinado a su exhibición, pues ése y no otro fue el propósito oficial de pedírselas, y simplemente fue embodegada.

Es posible que entre un hecho y otro no haya una relación de causa a efecto. Pero en política -quienes la practican deben saberlo- lo que parece es.

Algunos pintores, en compañía de otros artistas, intelectuales y galeristas protestaron por la medida. En anteriores ocasiones lo han hecho por políticas de administraciones panistas que han dejado ver su mojigatería en una ciudad que hace tiempo dejó de ser escenario propicio para las campañas de Doña Eme.

No obstante esas lecciones que a los panistas les han resultado adversas, el actual gobierno de Nuevo León clausuró la Pinacoteca. Ha dicho que sólo será de manera temporal para montar El Papalote Museo del Niño. Suena bastante irracional, sobre todo en tiempos de crisis, que una administración desmonte y embodegue una Pinacoteca para dar lugar a un museo transitorio.

Nadie podría cuestionar y nadie ha cuestionado la apertura de un nuevo espacio para el recreo de los niños del área metropolitana de Monterrey. Sobre todo cuando hay tan pocos.

El problema no es ése, sino la falta de respeto para el patrimonio plástico del estado y sus autores. En el Monterrey metropolitano hay museos de nivel internacional a los cuales, bien por sus criterios estéticos, bien por razones de preferencia, que pueden no ser tan circunstanciales, los pintores locales prácticamente no tienen acceso o éste es muy limitado. Es rara la inclusión de los artistas plásticos del estado en las exposiciones de Marco o del Museo Monterrey.

Pero no es ése el núcleo del conflicto y no me extenderé más al respecto. Se trata de que se restañe lo dañado. Aprovechar, por ejemplo, la circunstancia de que la Pinacoteca haya sido desmontada para ubicarla en un lugar más adecuado. El lugar donde estaba (un edificio del antiguo campo militar) es propicio para llevar a los niños a jugar, pero no, por su distancia del centro de la ciudad, para generar el interés por ver la obra de los pintores y escultores de Nuevo León.

Nada se hará, por supuesto, si los propios interesados dan la callada por respuesta. De hecho, si el gobierno nuevoleonés obró como lo hizo fue por el poco peso específico que tienen en la cultura del estado los artistas plásticos (y el resto de los intelectuales). Con hojear los periódicos locales, cualquiera puede advertir el reducido -y casi oculto- espacio que le dedican a la actividad cultural.

La universidad pública volvió a poner en circulación apenas hace un par de años su revista Armas y Letras, que dejó de publicarse en los años setenta.

Con todo su potencial económico, Monterrey no ha sido capaz de mantener una revista cultural independiente y de buen nivel sin tropezones y aun prolongados o definitivos retiros. Los intereses que prevalecen son otros.

En el caso de la Pinacoteca, el papel del Consejo para la Cultura de Nuevo León y de su presidenta, Alejandra Rangel, es decisivo. Hay antecedentes que así lo indican. El padre de Alejandra, Raúl Rangel Frías, constructor de la Ciudad Universitaria y figura emblemática de la promoción cultural en NL, rescató un día la Biblioteca Pública del confinamiento en que se hallaba, por razones burocráticas similares a las que hoy hicieron almacenar la Pinacoteca, para ponerla al servicio de la cultura del estado.

Hay alguien más que debe intervenir a favor de la reposición de la Pinacoteca, y él es Natividad González Parás. No sólo por la exigencia moral de reciprocidad con quienes lo apoyaron, sino porque los votos que obtuvo lo obligan frente a un electorado que no por su derrota merece menos atención de su parte que si hubiera triunfado.

Desde mi exilio in situ, creo que las artes plásticas de Nuevo León deben salir de su hipogeo y, además de ser colocadas en un sitio que invite a ver las obras resultado de su ejercicio, se renueven y vuelvan contemporáneas de las que existen en otras partes de México y América Latina. También ésta, que debe ser motivo de reflexión, es una tarea urgente. Y sólo a los artistas, con o sin apoyo oficial, cabe cumplirla.