Ť El Vaticano, en contra de una teología indígena inspirada en el marxismo


Diálogo y solidaridad, propone Juan Pablo II ante el conflicto en Chiapas

Ť No habrá solución hasta que reconozcamos que los indios fueron los primeros propietarios de la tierra, dijo

Agencias Ť El papa Juan Pablo II estableció que la solución al conflicto armado en Chiapas requiere de un diálogo entre los indígenas y los no indígenas, y planteó la inconformidad de la jerarquía católica con la idea de sustituir la teología de la liberación --con la que el Vaticano tampoco está de acuerdo-- con "esa teología indígena que sería la traducción, la inspiración del marxismo".

Durante el vuelo de Roma a México, el pontífice también expuso que la paz en aquella entidad depende incluso del reconocimiento de que los indígenas fueron los primeros propietarios de la tierra.

"No habrá solución hasta que reconozcamos que la población indígena fue la primera propietaria de la tierra, y por lo tanto los primeros con derechos sobre ella... la solución debe llegar del diálogo", declaró a periodistas que lo acompañaban en el avión Giuseppe Verdi MD-11 de Alitalia, que despegó del aeropuerto Leonardo da Vinci de Roma a la 1:30 horas de ayer, tiempo de México.

Luego de tres horas de vuelo, el Papa decidió pasar a la parte trasera del avión, donde viajaron 60 periodistas enviados de México y otros países, a quienes a pregunta expresa de un reportero de la televisión española sobre el alzamiento en Chiapas dijo:

"Parece que en Chiapas es monseñor Samuel Ruiz --al recordar al obispo de San Cristóbal de las Casas, el Papa hizo una pausa y añadió--: šAh, sí! Lo he encontrado hace 20 años... ya. Bueno, ahora se piensa mucho en sustituir a la teología de la liberación con esa teología indígena, que sería la traducción, la inspiración del marxismo, y ante esto la Iglesia obviamente no está de acuerdo y propone otro camino, que es el de la solidaridad y el del diálogo para lograr la solución de los problemas en esta parte" del sureste mexicano.

El pontífice --de 78 años de edad, y que hizo el viaje a México a pesar de sus problemas de salud-- consideró que en México "hay un estado de derecho, existe un Estado democrático, constitucional, contemporáneo con las leyes, y éstas deben resolver todos los problemas entre los indígenas y los no indígenas".

Juan Pablo II respondió sólo a diez preguntas, pues la entrevista fue interrumpida por el vocero del Vaticano, Joaquín Navarro Valls. Sin embargo, durante la charla, y como en su primer viaje a México, también el primero de su pontificado, hubo tiempo para que la periodista de televisión Valentina Alazraki le obsequiara un sombrero de charro azul oscuro, que él se colocó de inmediato. El gesto fue aprovechado, de inmediato, por los fotógrafos.

Con el Papa, en el vuelo de más de 13 horas, viajó una comitiva de 38 personas, entre los que resaltan el secretario del Estado vaticano, Angelo Sodano; el presidente del Consejo del Episcopado Latinoamericano, monseñor Oscar Rodríguez Madariaga, y el presidente del Sínodo de América, cardenal Darío Castrillón Hoyos.

 

Yo mismo violé la ley

 

Este viaje, el número 85, el cuarto a México, lo realiza Juan Pablo II casi 20 años después del primero. México, dijo, ha cambiado mucho.

Y comentó, divertido: "Yo recuerdo que en el aeropuerto de México, los obispos y arzobispos, los sacerdotes estaban vestidos de civil, o sea de traje y corbata, porque les era imposible salir a la calle, de acuerdo a la ley, con la sotana.

"Y se decía: 'el Papa ha roto las leyes porque se presentó y paseó por todas las ciudades con sotana' --con esta misma sotana, y de repente me di cuenta de que en aquel viaje el único cura, el único sacerdote que andaba en sotana era yo".

En seguida dijo: "Bueno, lo que pasa es que han cambiado las cosas. Hoy hay nuevas leyes, hay reformas, hay relaciones diplomáticas con la Santa Sede, hay reconocimiento de la Iglesia católica".

Como signo de los nuevos tiempos, en el mismo avión viajó el tercer embajador de México ante el Vaticano, el ex gobernador de San Luis Potosí, Horacio Sánchez Unzueta --yerno del fallecido doctor Salvador Nava Martínez--, e incluso en la recepción oficial en el hangar presidencial los obispos vistieron sus ropas eclesiásticas.

"El embajador viene con nosotros", dijo el pontífice para subrayar la presencia de Sánchez Unzueta como representante oficial del gobierno mexicano ante el Estado vaticano.

Lo que no ha cambiado en 20 años, resaltó Juan Pablo II, es el pueblo de México. "Es el mismo: entusiasta, cantante, ya lo veremos y ya lo oiremos", comentó a los periodistas. La mayoría de éstos lo acompañó también en aquel primer viaje de su pontificado.

 

América unida y los viajes pendientes

 

El periodista Joaquín López Dóriga le preguntó por la gran agenda pendiente de la Iglesia católica para el nuevo milenio.

--ƑSerá la migración, la justicia, la libertad, la violencia, el terrorismo, el narcotráfico o la pobreza? --le inquirió.

--Bueno, la respuesta sobre los referentes de América se encuentran en el sínodo, el documento postsinodal que esta misma tarde firmaré en la nunciatura, en la sede de la nunciatura en la ciudad de México. Ya tendremos pues una América toda, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego. Ya tendremos también una Iglesia de Africa, de Asia, de Australia, de Oceanía, una Iglesia de Europa con documentos postsinodales.

A otra pregunta, Juan Pablo II expresó que todavía mantiene "la voluntad y el entusiasmo" de continuar sus viajes pastorales. Y recordó que todavía no ha ido a Rusia ni a China.

Sin embargo, ambos viajes podrían quedar pendientes, debido a que persisten las diferencias de fondo con la Iglesia ortodoxa rusa, mientras que China todavía se niega a reconocer a la Iglesia católica romana.

La invitación del presidente ruso, Boris Yeltsin, está en pie, pero el viaje no se ha concretado ante las acusaciones de los ortodoxos responsabilizando a los católicos de tratar de convertir a sus fieles en algunas repúblicas ex soviéticas, como Ucrania.

Inevitablemente, el tema religioso se mezcló con el político, con las potencias económicas y militares.

"Hace 20 años había un enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Ahora Estados Unidos está solo. No sé si es bueno o malo, pero así está", expresó.

Después de México, Juan Pablo II visitará por 30 horas la ciudad estadunidense de San Luis, en el estado de Missouri, donde se entrevistará con el presidente William Clinton, en un salón de los hangares del aeropuerto sanluisino.

Esa visita, de acuerdo con el cardenal Castrillón Hoyos, se da en un momento en que hay una vitalidad sin igual en la Iglesia católica estadunidense. "La Iglesia tiene en estos momentos más de 12 mil diáconos permanentes, es decir, más de la mitad de los diáconos del mundo", informó.

Empero, el Vaticano mantiene serias diferencias con el gobierno de Clinton, debido a los recientes ataques aéreos sobre Irak, así como por el embargo económico a Cuba. Se ha especulado que en San Luis, el pontífice insistirá en planteamientos previos, como la necesidad de la generosidad económica, la aceptación de los inmigrantes y la condena del aborto.

Asimismo, Juan Pablo II dijo a los periodistas que su reciente viaje a Cuba --en enero de 1998-- ha comenzado a dar frutos, y resaltó que, entre otras decisiones, el gobierno de Fidel Castro aceptó restaurar la celebración de la Navidad.

"Estoy bastante contento con este viaje", dijo, aunque lamentó que no hubiese podido hacer una escala en esa isla.

 

La vita e bella

 

A pesar de la brevedad de la conversación, Juan Pablo II aceptó comentar la reciente película italiana La vita e bella --filme del italiano Roberto Benigni, potencial ganador del Oscar--, que trata el tema del holocausto, a partir de la historia de un padre judío que trata de proteger a su hijo de los horrores de un campo de concentración alemán, convirtiéndolo todo en un juego.

"(La película) te hace pensar que la vida, incluso en un campo de concentración, puede ser bella. En Auschwitz u otros campos se podían encontrar santos como Edith Stein y Maximilien Kolbe", dijo sobre la cinta, que vio recientemente en una proyección privada.

Navarro Valls lo invitó a suspender la conversación. Faltaban todavía casi 10 horas de vuelo, y el pontífice debía descansar.

A las 15:05 horas, el avión de Alitalia aterrizó en el aeropuerto internacional de la ciudad de México, y como lo habían solicitado las dos cadenas de televisión mexicanas, así como el Episcopado, Juan Pablo II fue saludado por los destellos del sol reflejados en miles de espejos enarbolados por los fieles católicos, mientras que las campanas de la Catedral Metropolitana ųel gesto fue repetido en casi todas las iglesias de la capital-- tañeron para darle la bienvenida.


n Los fieles tuvieron al Pontífice frente a sí sólo dos segundos


Demasiada espera para tan poca gloria

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Daniela Pastrana, Josefina Quintero y Angel Bolaños n A Lila Gasca, estudiante de derecho de la Universidad Anáhuac, no le hacen mella las 10 horas que lleva de guardia en la valla de Fray Servando.

Enfundada en sus jeans y camiseta con la imagen del Papa --que fueron patrocinadas por Elektra y TV Azteca--, el rostro sin maquillaje, la joven de ojos claros que, junto con otros 6 mil jóvenes de universidades privadas, fue capacitada durante cinco días por el Estado Mayor Presidencial para ser edecán en la cuarta visita de Juan Pablo II a México, contagia su ánimo a los fieles apostados frente a la estación de Bomberos: "šA ver, todos, Juan Pablo, segundo, te quiere todo el mundo".

Tatiana Galinda y Olga Pérez, sus compañeras de clase, se unen al llamado que siguen con ganas los comerciantes de La Merced y el mercado de Sonora. Apenas algunos de los más de 2 millones de católicos --según los cálculos más conservadores de la policía--, que han acudido a recibir al Papa y que se extienden a lo largo de los 19 kilómetros que recorrerá Karol Wojtyla en su primer día en la ciudad.

Son casi las 4 de la tarde. Juan Pablo II está a punto de dejar el aeropuerto (por la radio los feligreses están pendientes de todos sus movimientos), para partir rumbo al Museo de la Ciudad de México, donde recibirá las llaves de la ciudad de manos de Cuauhtémoc Cárdenas. Luego de horas de espera --algunos llegaron desde el mediodía--, la expectación está en su máximo punto.

ƑY quién dijo que el mundial se había acabado? La fiesta del Angel, en pleno, está en este lugar. Rompen los gritos de "Mé-xi-co, Mé-xico". Suena desentonado el Cielito lindo. Cruzan el aire los banderines, viseras, cachuchas, imágenes del Papa y la Virgen de Guadalupe. Se venden también botones, binoculares, tazas, playeras. Se pintan las caras con sellos que ya no son de a peso, como en julio de 1997, sino de a dos por cinco. Las cámaras de televisión acaparan la atención: "Que los de Duro y Directo bailen pelusas...eeeeoo". Helados, paletas, refrescos, tostadas. De a cinco, de a 10, 20 y 30. La vendimia de los ambulantes supera sin duda cualquier campaña publicitaria de las grandes empresas que entraron al patrocinio de la visita papal.

En una extraña mezcla, la realidad virtual promovida por la televisión se confunde con el fervor católico. Ese que impulsa a Enriqueta Peña a reunir sus ahorros y dejar a sus hijas en Guanajuato para tener la oportunidad de ver, "aunque sea de lejos", al máximo representante de los católicos. "Mis hijas me decían que no viniera, que me iba a perder y no lo iba a poder ver, pero no me importó, junté mis ahorros, como 700 pesos, y me vine a verlo porque ahora sí, como dicen, ya puedo morirme tranquila", dice la feliz mujer.

Son horas de espera para segundos de felicidad. Dos, para ser exactos, que es lo que alcanzan a ver del Papa cuando por fin cruza el camión que lo transporta y que deja centenas de rostros desconcertados, ansiosos, esperando un milagro para que vuelva a pasar.

"Fueron demasiados preparativos para lo que se le vio", lamenta Israel Olvera, quien se desplazó desde Iztapalapa, "nomás por curiosidad". Porque a los 21 años sólo tiene las referencias de su padre, que aún conserva el clavel que Juan Pablo II aventó desde el papamóvil en su visita de 1979.

"Pensé que iba a ser igual, que iba a venir descubierto, pero el Papa sólo pasó saludando desde el camión para un lado y para otro, como reina de primavera", dice el decepcionado joven.

Para otros, en cambio, la fiesta sigue. En San Pablo, donde Tv Azteca instaló un podio de transmisión, los fieles católicos se arremolinan para conseguir un autógrafo de la comentarista Ana María Lomelí, quien de plano se sienta a firmar banderines, gorras y pancartas.

 

El recorrido

 

Los preparativos iniciaron en la víspera. A las 9 de la noche, se habían colocado ya las vallas metálicas alrededor del Museo de la Ciudad de México. En la nunciatura apostólica, los más desesperados por ver de cerca al Pontífice comenzaron a instalarse desde las 5 de la mañana.

Pero la ciudad amaneció en calma. Con un tránsito despejado que, en voz del taxista Rodolfo Romero, "no se había visto hace años en viernes". El Centro Histórico permaneció cerrado. Los pocos locales comerciales que se atrevieron a abrir no tuvieron éxito en la venta y aprovecharon el día para limpiar y acomodar sus productos.

A las 9 de la mañana ya estaban los edecanes universitarios, junto con el Estado Mayor, recibiendo a quienes llegaban al primer cuadro de la ciudad, ya fueran a apartar lugar, a formar parte de la valla o a cumplir con sus jornadas laborales. Uno a uno, los visitantes eran sometidos a la revisión. Algunos eran detenidos porque dentro de sus bolsas de lonch llevaban cuchillos y tenedores de metal. Para mantener el orden, los militares, que a pesar de no portar su tradicional uniforme verde eran fácilmente identificados, advertían que su comportamiento "decidiría el recorrido del Papa".

Afuera del aeropuerto era otra historia. Desesperada, a gritos, y apoyada por los mismos feligreses detrás de la valla, Martha Velencia Maldonado, trabajadora del Seguro Social, nunca logró hacer entrar en razón al militar de la guardia presidencial para que le permitiera cruzar del otro lado, donde estaba su centro de trabajo. En cambio, los escoltas del gobernador del estado de México, César Camacho Quiroz, que llegaron por Fuerza Aérea, a pesar del cierre de dicha vialidad, lograron entrar tras unos minutos de discusión con los policías del retén, luego de algunas llamadas telefónicas.

En el jolgorio no faltaron las muestras de solidaridad. En los techos de algunas casas se colocaron altavoces para que la multitud escuchara la transmisión por radio del arribo y la ceremonia oficial de bienvenida. Otros abrieron sus puertas para colocar a la vista del público un televisor, aunque muchos llevaron consigo sus radios portátiles. Desde su ventana, algunos anunciaban lo que ocurría en el hangar presidencial: "Atención todos, el Papa ya va a bajar del avión", gritó una mujer.

Pero no todo fue miel. En otros lugares, como en un taller mecánico de la esquina de Economía y Agricultura, se rentaron sillas plegables a 10 pesos y la entrada a los sanitarios por dos pesos. En otro, se ofrecían sandwiches y refrescos de a tres pesos.

Maestros y estudiantes de la escuela primaria Maestro José Moreno, se unieron a la fiesta, mataron clases y hasta sacaron algunas de las mismas bancas del colegio para poder ver al Papa.

Marimar Castellanos llegó con un grupo de 60 estudiantes de diferentes escuelas de Guadalajara, Jalisco. La selección y el traslado, así como la estancia en la ciudad fue financiada por el Opus Dei de aquella entidad.

Finalmente, Juan Pablo II dejó el aeropuerto. Sus seguidores apenas pudieron distinguirlo en el camión que partió a gran velocidad, seguido de patrullas y camionetas blindadas. Menos de dos minutos después, el caos desbordó la zona. En el río humano era imposible conseguir transporte.

Pero eso no importó a Leopoldo Meneses Hernández, de 85 años, quien llegó el jueves por la noche al DF, con siete familiares de Jalapa, Veracruz. En su segunda visita a la capital, el anciano rompió en llanto cuando por fin pasó el Papa y entre sollozos alcanzó a preguntarse: "ƑVa a acabar toda esta calamidad? ".