Ť Novela de Luis Pescetti que está en circulación


El ciudadano de mis zapatos, rebeldía contra la postergación

Angel Guerra Cabrera, especial para La Jornada Ť La ausencia del padre, el desplazamiento del país natal y la consecuente amenaza a la identidad, la insensibilidad de la burocracia, el recuerdo de los desaparecidos, la crisis económica y la ausencia también de expectativas en la Argentina de los ochenta son el telón de fondo de El ciudadano de mis zapatos, primera novela de Luis Pescetti (Argentina, 1958), por la que recibió el premio Casa de las Américas 1997 y que ahora lanzan editorial Sudamericana y Plaza Janés en los países de habla hispana.

Los pequeños incidentes en la cotidianidad de un joven trovador, su peregrinaje en búsqueda de ser escuchado, las tristezas y las alegrías de una vida sin mayores conflictos que los de cualquier otro hijo de vecino, contados sin estridencias ni regodeos estilísticos, son el hilo conductor de este libro que exalta la identidad universal del ser humano.

Allí radica el secreto de su asombrosa eficacia artística. Pescetti emociona con poco. Es todo lo subyacente que irá apareciendo gradual y tiernamente hasta estallar como un obús en el pecho del lector que se identifica con esta manera de contar.

Polifacético, el autor ha ejercido la enseñanza de música para niños, es actor humorístico para pequeños y adultos, y conductor de programas infantiles de radio y televisión, actividades que lo han llevado a varios países de Europa y América Latina. Se inició en la literatura con el cuento infantil que ha resultado en varios libros. Vive en México desde 1990, donde actúa en programas en Radio UNAM y en el canal 11.

 

De monólogo a novela

 

ųƑCuál sería el sentimiento que principalmente te lleva a escribir la novela?

ųNo sabía que iba a escribir una novela. Empecé escribiendo lo que pensaba como un monólogo para teatro, pero desde el primer párrafo, que sigue siendo el primero de la novela actual, me dije: aquí hay algo de más aliento que va más lejos. Tercamente seguí escribiendo el monólogo, pero fue inútil. Todo lo que salía exigía otro desarrollo y al final tuve que aceptarlo.

ųƑNecesitabas explicarte a ti mismo tu salida de Argentina?

ųMás que eso, necesitaba encontrarle sentido a muchas sensaciones que se van acumulando en la vida cotidiana, rescatar muchísimas vivencias que se me estaban atragantando, ordenarlas y darles sentido. Hacer un alto y pasar por el tamiz más fino de la vida, por una reflexión todo lo que me había pasado.

ųƑPor qué es la muerte del padre del protagonista lo que desencadena la trama?

ųInicialmente no era la muerte del padre. Terminé la novela convencido de que no era ese el tema principal en torno al cual había escrito, pero después de la lectura del jurado del premio Casa y de otras personas que conocí me di cuenta que ese era el eje central. Ese es uno de los ejes de la vida, ser el viejo de uno el de alguien. Se trata de buscar un lugar en el mundo, sin padre y sin estar en la patria, que es casi lo mismo.

ųTu novela está atravesada por la desesperanza.

ųDigamos que por una larga conversación con la desesperanza, no por la desesperanza misma, porque si fuera así significaría una rendición. Lo que trato es de dar curso a muchos desalientos, sin que la narración misma sea desalentadora. No la veo como una novela falta de esperanza, sino como una gran rebeldía contra tantas postergaciones de que somos víctimas los latinoamericanos. Nos vemos obligados a recorrer un largo camino antes de llegar al lugar en que nos toca empezar a ser. Uno no nace donde nace. Un compatriota tuyo escribió en mi casa un graffiti que me parece brillante: ''ama a tu país natal, aunque hayas nacido en otra parte''. Eso es particularmente cierto en América Latina, donde las condiciones para una vida digna están en construcción, desde el estado de derecho. Las filas son un signo en nuestra vida, en el sentido real y en el simbólico. Esperar, estar postergados porque así nos tocó. La novela es una constante rebeldía contra eso. Más que contra la desesperanza, contra esa postergación que aceptamos como natural. Siempre nos toca esperar al próximo camión, porque el anterior ya venía lleno.

Latinoamérica, entre agónica y vital

 

ųEn La Habana, cuando recibiste el premio, dijiste que sentías que tu país se estaba muriendo. ƑNo es también lo que te has encontrado en toda América Latina?

ųYo no siento ahora que Argentina se esté muriendo. Al contrario, creo que está pasando por momentos reparadores de su propia historia. Esa afirmación la hice entonces porque hay ocasiones en que he sentido que mi país estaba pasando por momentos realmente agónicos en lo político y lo económico. Otra vez, creo que es la condición de toda Latinoamérica. Pasa por momentos agónicos, pero muy vitales al mismo tiempo.

ųƑCuál de los tres Pescettis prefieres: el pedagogo, el actor o el escritor?

ųLa verdad es que en las tres actividades me siento muy cómodo, pero lo que me está halando más es escribir. De una se traspasan cosas a la otra. Por ejemplo, en mi programa de radio me permito licencias propias de la narración. Pero si la pregunta se refiere a lo que no podría dejar de hacer, porque me hace sentir interiormente desorganizado, te digo que es escribir. Empecé a darme cuenta a partir de la escritura de la novela.

ųƑY tu radioaudiencia mexicana?

ųEs de privilegio. Te cuento algo que me pasó hoy en el programa. Allí me hablan por teléfono los niños. Uno de ellos, el Pecas, asiste esta mañana por primera vez, y al verme me abraza y echa a llorar de puro sentimiento.

''Me gusta lo que estoy haciendo en la radio. Trato de hacer un humor que haga reflexionar, dé paso a la emoción y no obligue a ser siempre chistoso, lo cual es verdaderamente patético''.

ųƑCuál es para ti la función del humor?

ųActuar como látigo de la inteligencia. La denuncia de actitudes negativas, que de otra forma puede ser muy pesada y solemne.

''El humor es otro desplazamiento, otra toma de distancia desde donde disparar a esas actitudes".