Ť Reunión del Papa con Zedillo y diplomáticos


Necesario, el "uso incansable"

del diálogo y la concertación

Rosa Elvira Vargas y David Aponte Ť Sentado a la izquierda del presidente Ernesto Zedillo, Juan Pablo II abogó ayer por afrontar siempre ''con gran respeto y justicia'', y con el uso incansable de ''los recursos del diálogo y la concertación'', aquellas situaciones sociales y humanas ''muy diversas'' que coexisten en México.

Convocó a la Iglesia católica y a las que llamó ''grandes confesiones religiosas'' del continente, a aportar una ética común, cuyos elementos específicos ''liberen las conciencias de verse limitadas por ideas nacidas de consensos circunstanciales''.

En el salón Adolfo López Mateos, de la residencia oficial de Los Pinos, el Pontífice habló ante el cuerpo diplomático acreditado en México, minutos después de concluir una conversación privada con el jefe del Ejecutivo.

Ahí, casi de entrada, el obispo de Roma alertó sobre el peligro de que la creciente interrelación de los sistemas financieros y económicos limiten gravemente la libertad personal y comunitaria propia de toda vida democrática.

Respecto a los temas que abordaron Ernesto Zedillo y Juan Pablo II, el vocero presidencial, Fernando Lerdo de Tejada, dijo que el conflicto que se vive en Chiapas estuvo ausente de la conversación, e hizo hincapié en que el Papa reconoció la solidaridad del pueblo mexicano con los países de Centroamérica con motivo de los desastres ocasionados por el huracán Mitch

Resaltó las palabras y calidez del Presidente en la ceremonia de bienvenida, ocupándose también de la condición de los connacionales que viven allende las fronteras mexicanas.

En público, el Pontífice reconoció la solidaridad mexicana. Son dignas de señalar, ''las numerosas iniciativas de socorro a las poblaciones de la cercana Centroamérica afectadas por el huracán Micht, en las que México ha participado generosamente junto con otras naciones, dando así muestra de un común sentimiento de fraternidad y solidaridad'', agregó.

Por su parte, el primer mandatario agradeció al visitante que aceptara reunirse con los representantes de los gobiernos extranjeros con los cuales México mantiene relaciones políticas y diplomáticas. Fueron sólo someros comentarios respecto al diálogo entre ambos personajes, pues aquel transcurrió, absolutamente en privado. Tête à tête.

Ante los diplomáticos, el Papa dijo que el progreso actual, sin parangón en el pasado, debe permitir a todos los seres humanos asegurar su dignidad y ofrecerles mayor conciencia de la grandeza de su propio destino. Ese mismo progreso, previno, expone al hombre al peligro de convertirse en un número o en puro factor económico, y de ese modo podría perder progresivamente la conciencia de su valor trascendente.

Juan Pablo II insistió en esta ocasión en su afirmación de que América podría ser ''el continente de la esperanza'', si las comunidades que lo integran, así como sus clases dirigentes, asumen una base común ética. Puntualizó que ésta porción territorial, así como la humanidad entera, necesitan puntos de referencia esenciales para todos los ciudadanos y responsables políticos.

Así, apuntó el jefe de la Iglesia católica, ''no matar, no robar ni codiciar los bienes ajenos, respetar la dignidad fundamental de la persona humana'' en sus dimensiones físicas y morales, son principios intangibles, sancionados en el decálogo común a hebreos, cristianos y musulmanes, y cercanos a las normas de otras grandes religiones. ''Se trata de principios que obligan tanto a cada persona humana como a las diversas sociedades''.

Tales principios y otros que les son afines, destacó enseguida Juan Pablo II, han de ser un dique contra todo atentado a la vida, desde su principio hasta su fin natural, contra las guerras de expansión y el uso de las armas como instrumento de destrucción, contra la corrupción que corroe amplios estratos de la sociedad, a veces con dimensiones trasnacionales; contra la invasión que abusa de la esfera privada por parte de poderes que aprueban esterilizaciones forzadas o leyes que cercenan el derecho a la vida, contra campañas publicitarias falaces que condicionan la verdad y determinan el estilo de vida de pueblos enteros, contra monopolios que tratan de anular sanas iniciativas y limitar el crecimiento de sociedades enteras, contra la expansión del uso de drogas que minan la fuerza de la juventud e incluso la matan.

''Queda mucho por hacer en materia de principios morales, a pesar de las grandes conquistas conseguidas por la ciencia y la técnica. Por ello, es necesario consolidar su fuerza ética, moralmente vinculante, en el nuevo siglo y en el nuevo milenio'', añadió.

El Papa culminó su mensaje con una bendición a México y a los países representados en la reunión.