Soy de donde comen mis hijos, dijo mi madre; esa es mi definición de patria: el autor de Para la libertad
Raquel Peguero Ť Joan Manuel Serrat está de nuevo en México. Y frente a una larga hilera de grabadoras se congratuló de que el ex dictador chileno Augusto Pinochet esté siendo enjuiciado desde hace algunos meses, sobre todo si ese proceso "sirve para que el futuro de Chile sea más transparente; para que la democracia chilena, hoy día todavía en parte cautiva en el Consejo Nacional de Seguridad y en los compromisos con el viejo régimen, dé un salto y realmente sea una democracia de la gente".
Agregó que "sería bueno vivir en un mundo donde no existieran inmunidades para delitos como el genocidio. Lo que estas situaciones tienen de peligrosas --amén de lo que llevan de positivo para avanzar en el sentido de que existan los tribunales internacionales para este caso y otros muchos que existen en el mundo-- también tienen su parte de intranquilidad cuando uno piensa en la posición del hermano mayor, el gran ordenador que decide qué es enjuiciable y qué no. Eso tiene sus riesgos".
Con su encantadora sonrisa de siempre, gentil ante la marabunta de preguntas que lo mismo fueron de su gusto por el futbol del que "ya colgué los zapatos", a sus relaciones amorosas --"mi madre me dijo siempre que fuera discreto"--; su nueva condición de abuelo --"no tuve sensaciones distintas a las que sentí con mis hijos, con la ventaja de que no tengo la responsabilidad"-- pasando por sus pasiones, su obra y hasta su vocación, Serrat cubrió las deficiencias reporteriles con inteligencia y, sobre todo, mucho sentido del humor.
--México vive un momento importante con la próxima visita del Papa, Ƒqué opina de la religión? --le preguntó una colega.
--México vive un momento importante también por muchas otras razones. La gente que pase directamente por la obediencia a la Iglesia de Roma y su pastor en la tierra, estará viviendo unos momentos de una gran emoción porque... tener al jefe en tu casa es emocionante. Las formas de espiritualidad que ayudan al individuo, que lo colocan de la forma más armónica posible de lo que es él y lo que lo rodea, son interesantes. Cuando la espiritualidad está conducida a someter al individuo es perjudicial no sólo para él sino también para el pueblo que debe soportar esas cosas.
--ƑTodavía siente simpatía por el EZLN? --le preguntaron, a lo que sin mucho pensar respondió simplemente: "Claro. Siempre he tenido una profunda ternura por los que luchan por su dignidad y lo hacen desde situaciones de una terrible inferioridad. Los humildes siempre han provocado en mí los mejores sentimientos". De ahí a escribirles un tema dijo no creer que "uno deba escribirles una con un argumento puntual, con palabras determinadas, para que pueda ser tomada como compañera de camino. Creo más en las historias que la gente hace suyas y usa, que las canciones que el artista crea para ser usadas. Normalmente suelen tener una sustentación más sólida las primeras".
Definido como un latinoamericano nacido en Barcelona, Serrat dijo saber bien "dónde nací, pero también de dónde quiero ser". Explicó: "mi madre era aragonesa y vivía en Barcelona y, de chico, no entendía my bien qué era ser español, ser catalán; ser francés sí porque era extranjero, pero lo otro me tenía un poco confundido. Un día le pregunté a mi madre de dónde era y me dijo: 'soy de donde comen mis hijos', y me dio la definición de patria que me ha servido para funcionar a lo largo de mi vida. Soy de donde me han ocurrido cosas, he compartido, soñado, enamorado, aprendido y donde mis amigos han sido capaces de aportarme. Por por eso me defino así. Porque nací en Barcelona, me siento profundamente catalán, español y latinoamericano y no me impide en nada, no tengo ninguna confrontación al respecto".
También dijo ser poco milenarista: "el sentimiento trágico que provoca no lo comparto. Estaremos igual el primero de enero del 2001 que el 31 de diciembre del 2000; la vida seguirá siendo un devenir. Ahora me gustan las fiestas y lo que produzca felicidad, así que empujo la carreta para todo lo que vaya por ahí". Sonrió cuando se le preguntó si se consideraba un rebelde: "le aseguro que no me miro en el espejo y digo 'qué rebelde me he levantado'. He respondido a lo que mi vida me ha planteado y ha habido muchas circunstancias que me han indignado y me han hecho enfrentarme a ellas. Cuando haces esas cosas desde este púlpito que tiene el artista, que es el escenario o cuando me preguntan, he tratado de ser la voz de muchos a los que no les preguntan nada. Cuando uno responde, toma partido y evidentemente se coloca en esta situación de ser protesta para unos y consuelo para otros".
Serrat vino para presentar su más reciente disco, Sombras de la China, y para ofrecer una serie de conciertos --28, 29 y 30 de este mes en el Auditorio Nacional--, donde el compositor barcelonés se acoge a su convicción de que "la sombra va con uno de muchas maneras". Ofrece una obra madura, hermosa: una cierta forma de regreso a los orígenes. Y es que, aseguró, "uno siempre está regresando a ellos porque en el fondo no tiene otra cosa. Qué otra información tiene uno que su propia vida y conocimiento. Siempre regreso, y de tanto que regreso resulta que no me voy nunca. Lo que aseguro es que voluntariamente no trato de buscar unos orígenes determinados porque tampoco sé dónde están; esto forma parte de mí, del que voy siendo. Constantemente uno va aprendiendo y encontrando cosas, y Ƒdónde quedan esos orígenes?, Ƒen aquello donde estaba hace 30 años o en lo que he incorporado todo ese tiempo? No sé, buenamente trato de hacer la música que me gusta hacer, con la que me siento feliz haciéndola y me refuerza por encima de cosas, la satisfacción tan extraña que le da a un artista, una obra con la que está de acuerdo".