Ť Aprendan a vivir en la auténtica libertad: mensaje a gobernantes y ciudadanos
Llama Juan Pablo II a fortalecer el respeto a los derechos humanos
Ť No más tortura ni otros abusos, no más explotación a los débiles, afirmó en la Basílica de Guadalupe
José Antonio Román y David Aponte Ť Es momento de alejar toda forma de ataque contra la vida en el continente americano. No más tortura ni otras formas de abuso, no más explotación a los débiles, no más discriminación racial. El llamado está orientado a una vida digna para todos: los niños de la calle, los indígenas y los afroamericanos, los inmigrantes y refugiados, y todos los que sufren la pobreza y la marginación, expuso el papa Juan Pablo II.
Con esta idea de fortalecer el respeto a los derechos humanos, principalmente de los más pobres, y de impulsar una nueva evangelización en la región, el pontífice pronunció su homilía ante más de 500 cardenales, arzobispos y obispos y alrededor de cinco mil religiosos del continente.
Durante la ceremonia celebrada en la Basílica de Guadalupe, envió un mensaje a los gobernantes y ciudadanos: ''Aprendan a vivir en la auténtica libertad, actuando según las exigencias de la justicia y el respeto de los derechos humanos, para que así se consolide definitivamente la paz".
En su segundo día de estancia en territorio mexicano, Karol Wojtyla acudió al santuario para entregar la exhortación apostólica postsinodal Iglesia en América, que recoge las aportaciones y sugerencias pastorales del sínodo de obispos del continente realizado en Roma a finales de 1997. Con la entrega del texto de 30 páginas, cumplió con el objetivo central de esta su cuarta visita a México.
Durante los 20 kilómetros que recorrió entre la sede de la nunciatura apostólica y el recinto del Tepeyac, Juan Pablo II fue permanentemente acompañado por cientos de miles de personas, algunas de las cuales pernoctaron en las calles. Tras la misa, Wojtyla modificó la agenda y retornó a la nunciatura en el papabús, cuando estaba prevista la utilización de un automóvil cerrado.
Uno de los miembros de la comitiva papal le informó que la gente permanecía en la calle para verlo de nueva cuenta, que los fieles católicos no habían dejado sus lugares en todo el trayecto. El visitante decidió subir nuevamente al vehículo para ser visto por los fieles e impartir su bendición.
Largos vestidos, llamativas joyas
y costosos perfumes
El obispo de Roma llegó a la Basílica a las 9:00 horas, minutos antes de lo programado en el itinerario. Antes, al inicio de la calzada de Los Misterios, dio su bendición a la "Magna Cruz de las Américas". Lentamente, recorrió el circuito del atrio del santuario mariano, cubierto con los tradicionales tapetes de flores y aserrín, elaborados por artesanos de Huamantla. Desde el vehículo abierto, bendijo la estatua del beato Juan Diego.
Desde temprana hora, los invitados laicos a la ceremonia religiosa ųdonde predominaron los vestidos largos, las llamativas joyas y los perfumes carosų ocuparon sus lugares en el interior de la Basílica. Los legionarios de Cristo acapararon los mejores lugares, acompañados de una larga lista de empresarios, funcionarios y dirigentes, entre ellos José Barroso Chávez, ex presidente de la Cruz Roja; Gerardo Aranda, de la Coparmex; Oscar Espinosa Villarreal, secretario de Turismo; Cecilia Romero, ex secretaria general del PAN, y el procurador capitalino, Samuel del Villar.
A pesar de las advertencias y la reiteración de la arquidiócesis de que los boletos no serían objeto de comercialización, algunas agencias de viaje vendieron en varios miles de pesos "paquetes turísticos" desde Guadalajara, que incluyeron sitios en el interior de la Basílica. Los compradores buscaban afanosamente a sus "anfitriones".
La celebración religiosa, a la que asistieron 20 mil personas ųseis mil de ellas con lugar en el interior y el resto en la explanada y graderías del atrioų, tuvo un hecho insólito. La imagen de la Virgen de Guadalupe desapareció de los ojos de los asistentes durante 13 minutos. Un mecanismo hizo que la tilma de Juan Diego girara 180 grados hacia el camerino privado donde se encontraba el obispo de Roma, quien oró frente a la imagen de Guadalupe.
El arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, dio la bienvenida al inicio de la celebración y recordó que hace 20 años Juan Pablo II se encontraba en México, en su primer viaje pontificio, frente a la Guadalupana.
Posteriormente, ligó los tiempos pasados y las dificultades presentes: "En este momento absurdo del mundo, en este hoy de la desesperanza y de la injusticia, cuando América, el continente de la esperanza, se debate entre la corrupción y la violencia, y nos angustiamos, me parece oír resonar en este recinto la voz de ella: ƑAcaso no estoy yo aquí, que soy tu madre?".
Wojtyla pronunció un mensaje para todos los habitantes del continente, con algunos fragmentos en portugués, francés, inglés y español. En cada parte insistió en los problemas que parecen ser los mayores que afrontan particularmente las comunidades del continente. En la primera de ellas, manifestó la necesidad de fortalecer la fe, la institución familiar y las vocaciones sacerdotales, debido a que en breve América será el continente con el mayor número de católicos.
En francés, pidió que las comunidades cristianas de Norte, Centro y Sudamérica promuevan los lazos fraternales, la solidaridad en los proyectos de la pastoral y la riqueza espiritual. En seguida, en inglés, hizo una síntesis de su mensaje para que en el continente desaparezcan las desigualdades y la pobreza, refiriéndose también a la necesidad de erradicar la pena de muerte, el terrorismo y el narcotráfico.
América, el continente
de la esperanza
"La Iglesia debe proclamar la vida y la palabra de Jesucristo con una fuerza profética en contra de la cultura de la muerte. Puede ser el continente de la esperanza y también el continente de la vida. Esta es nuestra plegaria: una vida con dignidad para todos, para todos los que han sido concebidos en los vientres de sus madres, para los niños de la calle, para los pueblos indígenas y afroamericanos, para los inmigrantes y refugiados, para las juventudes carentes de oportunidades, para los ancianos y para todos los que sufren cualquier clase de pobreza y marginación.
"Queridos hermanos y hermanas, es tiempo de alejar del continente todas las formas de ataque a la vida. No más violencia, terrorismo y tráfico de drogas. No más tortura, o cualquier otra forma de abuso, como el innecesario recurso de la pena de muerte. No más explotación de los débiles, discriminación racial o cinturones de miseria. Nunca más. Son intolerables males que hacen llorar al cielo y llaman a los cristianos a encontrar una forma diferente de vida y a compromisos sociales que mantengan nuestra fe".
En español, el Papa se refirió al amparo guadalupano, pero también dio un mensaje a los gobernantes y ciudadanos para que aprendan a vivir en libertad, en la justicia y en el respeto a los derechos humanos de todos. Además, en un hecho que arrancó los aplausos de los asistentes, dio instrucción de que en todo el continente americano se celebre el 12 de diciembre como el día de la Virgen de Guadalupe.
Tras la ceremonia, que duró casi tres horas, el pontífice retornó a la nunciatura, donde tuvo una comida privada y al atardecer se trasladó a Los Pinos para reunirse en privado con el presidente Ernesto Zedillo. En la misma residencia, ya en la noche, sostuvo un encuentro con el cuerpo diplomático acreditado en el país.