n Líneas vaticanas


Abierta irrupción de la jerarquía católica en temas más terrenales

 

Arturo Cano n La misa ha comenzado. Andrés, párroco del sur veracruzano, escucha atentamente y tira golpes al aire, mientras su rostro se ilumina. Otros sacerdotes lo acompañan en el gesto. Duro, monseñor, duro, parecen decir. Y allá arriba, frente a Juan Pablo II, el cardenal Norberto Rivera Carrera tira y tira: El pueblo mexicano "ha sido engañado y la pobreza lo invade, la violencia y modelos de vida extraños a su idiosincrasia lo están minando".

El cura Andrés tira dos golpes más. El cardenal Rivera, Norberto el duro, el ortodoxo, habla de los años transcurridos desde la primera visita papal, de los avances en la democracia y la macroeconomía, sólo para rematar contra "los intereses inhumanos de los capitales económicos del mundo y de la deshonestidad interior".

Desde sus primeras acciones públicas, el cardenal anfitrión dio pruebas de su fidelidad a la línea vaticana: "No creemos en las medidas veterinarias", dijo en diciembre de 1996, en choque frontal con el secretario de Salud, Juan Ramón de la Fuente.

Juan Pablo II agradece la disciplina y aprovecha para volver a uno de los temas en que no cede: "šQue ningún mexicano se atreva a vulnerar el don precioso y sagrado de la vida en el vientre materno!"

La respuesta es una ovación que se alza sobre la gran explanada del Autódromo Hermanos Rodríguez. Y las consignas que recuerdan las marchas populares: "Juan Pablo, hermano, ya eres mexicano!"

Promotores incansables de los gritos y responsables de buena parte de la organización son los religiosos de la orden de los Legionarios de Cristo. Su trabajo, dicen los reportes de prensa, ha sido crucial en la organización de la IV visita papal.

Los Legionarios comparten con el cardenal Rivera su fidelidad absoluta a la línea del Papa.

Una muestra: mientras volaba hacía aquí Juan Pablo II habló de la "inspiración marxista" de la teología indígena, en referencia al obispo Samuel Ruiz.

Marcial Maciel, fundador de los Legionarios, era más explícito desde mayo de 1994, cuando explicaba ante un gran auditorio de católicos del norte del país: "Más de 350 mil víctimas en centro y sudamérica han muerto hasta hoy por defender la teología de la liberación".

El líder de religiosos repartidos en 14 países, remataba: "Por desgracia, llegaron a nuestra Patria el primero de enero, y ahí los tenemos en Chiapas".

Seis meses después de su alocución, Marcial Maciel recibía una felicitación personal de Juan Pablo II por sus bodas de oro sacerdotales.

 

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ƑQué dirían los jóvenes que durmieron en la fría noche del Autódromo si les preguntaran sobre el aborto o sobre Chiapas?

A saber, pero no deja de ser aleccionadora la encuesta de la Escuela Nacional de Trabajo Social, aplicada a 850 jóvenes, entre 15 y 34 años, del Distrito Federal, de los cuales 88 por ciento se declararon católicos.

El Papa debe "pronunciarse y apoyar la posición del gobierno con respecto a Chiapas": 92.2 por ciento dijeron que no.

ƑEl aborto? Los colocaron ante esta frase: "El aborto no debe practicarse por ningún motivo". En desacuerdo: 54.8 por ciento. De acuerdo: 39.2 por ciento.

ƑEstás de acuerdo con el uso del condón? 80 por ciento de los jóvenes que declararon tener una religión (88 por ciento católica) dijeron que sí.

 

Ese cuento de los derechos humanos

 

El Papa va de ovación en ovación.

Los jerarcas del continente, todos los mexicanos incluidos, se unen a la multitud. Allá está, por ejemplo, el cardenal Juan Sandoval Iníguez, quizá dándole vueltas a un pasaje de la Exhortación apostólica que a la letra dice: "En toda América la conciencia de la necesidad de respetar los derechos humanos ha ido creciendo en estos últimos tiempos, sin embargo todavía queda mucho por hacer, si se consideran las violaciones de los derechos de personas y de grupos sociales que aún se dan en el Continente".

ƑPodría Sandoval Iníguez repetir a su jefe sus palabras de hace dos semanas?

El memorioso las tiene en la lengua en plena misa: "Ese cuento de los derechos humanos si usted lo cree, créaselo... šQué casualidad que esas organizaciones sólo defienden a los delincuentes!" Esto dijo el arzobispo de Guadalajara cuando la comisión de derechos humanos jalisciense recomendó castigar a unos policías torturadores.

Y, según reportó la prensa local entre el 11 y 12 de enero, el cardenal no reconocía fronteras: "Aquí en México, no quiero hablar de Jalisco, sino en general de toda Latinoamérica, los derechos humanos se han abocado a defender a los malhechores... y a denigrar a los policías y los ejércitos".

 

Las ovejas aprenden

 

"šLos últimos, son los últimos cigarros, ora!", se desgañita el chamaco de gorra de beisbolista y cola de caballo. La cajetilla vuela en un santiamén. En la larga noche esperando al Papa, detrás de la reja del autódromo, se ofrecen mercaderías al doble o triple de sus precios normales. Café, cigarros, tamales y tortas. El frío arrecia y los pasos de miles en la tierra suelta levantan un polvo espeso que pone a toser a todo mundo. La magia del negocio: los ambulantes hacen aparecer tapabocas y los venden como pan caliente. Ah, los ambulantes que empíricamente llegaron a la condición de "hombres de su tiempo", tal como dijeron el nuncio Justo Mullor y el arzobispo Rivera a propósito de los anuncios de papas fritas.

Las ovejas aprenden rápido de sus pastores. A medianoche, cuando el frío aprieta, un trapo usado se vende hasta en 50 pesos.

Adentro, lo único vendible son los productos de las empresas que colaboran oficialmente con la jerarquía, además de medallas y "la imagen tridimensional del Papa dando la bendición por sólo 20 pesos".

No hay por qué insistir.

"Si alguien inauguró la actividad propagandística fue la iglesia", explicó hace unos días el órgano oficial de la Arquidiócesis de México.

 

El milenio no acaba de nacer

 

Faltan 14 horas para que los asistentes el México siempre fiel del Autódromo despida a Juan Pablo II.

El espectáculo de la fe tiene un precio. Ni siquiera el desorden le resta impacto a la reafirmación religiosa.

Para los creyentes que llegan temprano, boleto en mano, el costo es una larga fila frente a la puerta del color adecuado, otra más en el primer retén, y otra y otra más hasta llegar al corral cerrado con malla de alambre que les ha sido asignado.

"Es la mejor manera de estar cerca de Dios", dirán en las secciones roja, amarilla y azul.

Y por eso el frío se soporta y domina la alegría de cánticos y una suerte de aerobics para rezar.

Para muchos de estos jóvenes la experiencia no es nueva. Ellos, más jóvenes aún, o sus hermanos mayores, celebraron en 1992 la beatificación de los "mártires" de la Cristiada. Fueron a la Basílica de Guadalupe, donde Juan Pablo II entregó el viernes su legado a la iglesia de América.

Hace siete años hubo velada. Como esta noche de sábado en espera del papa. En uno de los grupos más activos ųde los que cantan y bailan sin cesar-- surgen las vivas a Cristo Rey y un cántico que no anuncia el nuevo milenio sino las viejas cuentas: "Hoy le damos gracias al señor gobierno/ porque con sus rifles/ los puso en el cielo/ y si se repite tan sangriento evento/ los jóvenes cristianos estamos dispuestos/ a morir por Cristo y por su Evangelio".