La Jornada martes 26 de enero de 1999

IRAK: LA INMORALIDAD DE WASHINGTON

El bombardeo perpetrado ayer por fuerzas estadunidenses contra áreas habitacionales civiles de la región de Basora, en el sur de Irak, y que dejó un saldo de 11 muertos y 59 heridos, es un agravio a la comunidad internacional en su conjunto, a las reglas de la convivencia civilizada, a los principios éticos universales y al sentido común.

El ataque, involuntario o no, hace moralmente insostenible la política de agresión de Washington y Londres, y pone en evidencia la coartada de las ''zonas de exclusión aérea'' impuestas por esos gobiernos occidentales, sin un mandato claro del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en el norte y el sur del país árabe. Baste recordar que la justificación de tal medida fue proteger a las poblaciones kurdas (norte) y chiítas (sur) de los excesos represivos del régimen de Bagdad. Sin embargo, el empeño por perpetuar la prohibición a los aviones militares iraquíes de incursionar en tales regiones se ha traducido en una injustificable matanza de civiles y en la destrucción de sus viviendas.

Asimismo, los misiles que devastaron ayer las zonas habitacionales de Al Jumhuriya, Abu Hassib y Rumeila ųninguna de las cuales se encuentra cercana a instalaciones militaresų acabaron también con la credibilidad del programa de Naciones Unidas para eliminar armas de destrucción masiva en Irak (Unscom) ųel cual ha servido de cobertura para los ataques aéreos estadunidenses y británicos desde el mes pasadoų, y del inhumano bloqueo económico que se mantiene vigente contra esa nación árabe.

El hecho reconocido de que el régimen de Saddam Hussein constituya una amenaza latente contra sus vecinos y contra sectores importantes de la propia población iraquí, no debe servir de justificación para causar a esa sociedad sufrimientos adicionales. Cabe apuntar, a este respecto, lo expresado recientemente por Phyllis Bennis, investigadora de las relaciones Washington-ONU en el Institute for Policy Studies, en el sentido de que ''los esfuerzos para aislar regímenes culpables del sufrimiento de sus poblaciones no deben basarse en estrategias que empeoran tales sufrimientos''.

La académica se manifestó por transformar los objetivos de Unscom en un ''desarme real'' y no en un ''desarme de coartada''.

Para ello, esa misión de Naciones Unidas debe empezar por hacer pública la información que ha obtenido en Irak ųla cual hasta la fecha se mantiene secretaų, lo cual ''facilitaría las campañas para detener la proliferación de armas e iría a las raíces del problema: los inspectores de la ONU podrían identificar y neutralizar a las empresas proveedoras y poner a los países abastecedores bajo presión diplomática''.

En tanto la comunidad internacional no consiga inducir cambios como el mencionado en la cuestión iraquí, la presente política criminal de Washington y Londres hacia Irak seguirá provocando sufrimiento y muerte entre los civiles iraquíes y, para colmo, seguirá fortaleciendo la dictadura de Saddam Hussein.