La Jornada miercoles 27 de enero de 1999

COLOMBIA: LA HORA AMARGA

La región cafetalera colombiana, devastada antier por un terremoto de seis grados Richter, vive momentos trágicos que no son desconocidos para los mexicanos y para otros pueblos de América Latina: el recuento de muertos, las difíciles tareas de atención a los heridos, la búsqueda de los desaparecidos y la construcción de refugios improvisados para quienes perdieron sus viviendas.

El panorama desolador de los centros urbanos ųArmenia, Calarcá, Pereira, Circasia y La Tebaida, entre otros-- se repite, agravado por la destrucción de caminos y el colapso de la infraestructura de telecomunicaciones, en regiones rurales de los departamentos del Quindío y Valle del Cauca, en las cuales las pérdidas de vidas y los daños materiales no pueden ni siquiera ser calculados en el momento presente. Se tiene la certeza de cientos de muertes pero se sabe que podrían ser miles, porque a los desaparecidos no hay forma de contarlos.

Es una paradoja cruel que sea precisamente de Colombia, de donde llegaron hace unas semanas noticias esperanzadoras, positivas y aleccionadoras para toda América Latina, en ocasión del encuentro pacificador que tuvo lugar en San Vicente del Caguán entre el gobierno y la guerrilla, vengan ahora estos informes de destrucción y muerte causado por una clase de fenómeno natural cuyos saldos trágicos nos hermanan con los países centroamericanos y andinos.

La sociedad y el gobierno mexicanos deben, en esta hora amarga, volcar su solidaridad plena y sin reservas con los heridos y los damnificados colombianos.