n Su visita fortaleció la concordia y el amor, señaló
México no ha estado ni estará abatido, dijo Zedillo al Papa
David Aponte y José Antonio Román n La cuarta visita del papa Juan Pablo II a México ha dejado a los mexicanos mejor preparados para fomentar siempre el diálogo sincero y fecundo, sumar voluntades a fin de lograr los acuerdos que sean caminos seguros de prosperidad y justicia, y para vivir conforme a las exigencias de ley el respeto a los derechos humanos, dijo el presidente Ernesto Zedillo.
''La visita de Su Santidad también ha dejado a los mexicanos mejor preparados para que, con su esfuerzo y perseverancia, construyamos un progreso duradero y equitativo, un progreso con genuino rostro humano, un progreso que sea base firme y una vida digna para todos'', manifestó.
Al despedir al pontífice en el hangar presidencial, el jefe del Ejecutivo expresó que el pueblo mexicano nunca ha estado ni estará abatido, porque tiene una gran riqueza espiritual.
Zedillo agradeció hasta en seis ocasiones y en nombre de millones de mexicanos y mexicanas la visita de Karol Wojtyla a la capital del país. El estado de ánimo del Presidente se reflejó también en los dos abrazos que brindó al invitado al pie de la escalinata del avión, ya en el último adiós.
En su mensaje, el mandatario aseguró que la presencia del obispo de Roma, al igual que su mensaje de paz y concordia, han dado una enorme alegría a los mexicanos y han reconfortado sus hogares.
Prácticamente la mitad de su discurso estuvo relacionada con el contenido de los mensajes pronunciados por Juan Pablo II. ''Usted ha renovado los lazos de amor, los sentimientos de fraternidad y confianza de las familias mexicanas. Su mensaje de paz y concordia ha sido bienvenido, incluso, por quienes aun sin compartir su credo religioso son hombres y mujeres de buena voluntad''.
El Papa nos ha recordado que todos debemos promover el bien común en el marco de sociedades justas, abiertas y reconciliadas, y que cada uno comparte el deber de que todos los seres humanos convivamos con respeto, tolerancia y dignidad, dijo.
Zedillo apuntó que las palabras del jerarca religioso han recordado a los gobernantes ''nuestra responsabilidad de servir a los ciudadanos hablando con la verdad, actuando con honestidad, trabajando con incansable dedicación. Al mismo tiempo, nos han recordado que una misión humana fundamental es transmitir el mensaje de paz y solidaridad, ''y que ese mensaje debe ser transmitido con humildad y prudencia, nunca con protagonismos vanos''.
Acompañado por su esposa, Nilda Patricia Velasco, retomó las exhortaciones y conceptos papales para que en el próximo milenio prevalezcan la unidad y no la división; la fraternidad y no los antagonismos; la paz y no las guerras, y la posibilidad de que todos los seres humanos sean capaces de construir un mundo más fraterno y justo. Después de decir que México quiere al Papa porque sabe cómo quiere el Papa a México, expuso que la visita pastoral ha dejado a los mexicanos mejor preparados para vivir siempre conforme a las exigencias de la ley y el respeto a los derechos humanos, y mejor preparados para avanzar unidos en la libertad y la democracia.
''Su Santidad: en nombre de millones de mexicanos y mexicanas, gracias, muchas gracias por esta visita que nunca olvidaremos; gracias, muchas gracias por fortalecer la concordia y el amor entre los mexicanos; gracias, muchas gracias por dejarnos el corazón lleno de esperanza y un ánimo vigorosamente fortalecido para seguir luchando por el bienestar y la equidad'', expresó.
El mandatario agregó que este México amigo recordará a Juan Pablo II con cariño y gratitud.
Karol Wojtyla respondió: ''Le estoy muy reconocido, señor Presidente, por sus amables palabras a mi llegada, por haberme recibido en su residencia presidencial, por todas las atenciones que ha tenido hacia mi persona, así como por la colaboración prestada por las autoridades''.
Durante la ceremonia de despedida, los niños Nicandro Macedo Monroy, de seis años; Jair Avendaño Meza, de cinco; Ana Beatriz Linares y Karina Paola Hernández, de 9 años, entregaron al huésped un ramo de rosas amarillas, un arreglo con guajes, una bolsa con manteles y sarapes bordados y varias decenas de cartas.
Dos jóvenes lograron burlar la seguridad del Estado Mayor Presidencial y se postraron ante el pontífice, ante la adusta mirada del presidente Zedillo. Por un costado del templete salió el jefe de seguridad, general Roberto Miranda, para poner orden.
Al concluir el protocolo, la pareja presidencial condujo al Papa hasta el pie de la escalinata del avión 757 de Mexicana de Aviación. Los cuatro mil asistentes al hangar comenzaron a gritar: ''Que se que-de/Que se quede''. El Presidente abrazó al Papa, luego dio la mano al cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado del Vaticano. Por último, abrazó también al cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México.
Antes de entrar a la aeronave, el invitado volteó, dirigió la última despedida y dibujó en el aire una cruz. Su avión tomó altura a las 10:13 horas. Ya en el vuelo, el Papa envió un telegrama a Zedillo:
''Al finalizar mi grata permanencia en los Estados Unidos Mexicanos, me complace expresar mi vivo agradecimiento a usted, señor Presidente, a las autoridades y a todo el pueblo mexicano por la hospitalidad que me han dispensado, así como las sentidas y continuas muestras de afecto y cercanía con las que me han acompañado a cada momento, mientras le reitero mi aprecio y renuevo mis mejores votos por su progreso humano y cristiano, así como por el bienestar espiritual y material de esa querida nación, a la vez que por mediación de nuestra señora de Guadalupe pido para todos y cada uno de ellos la constante protección del Altísimo''.