El pasado mes de septiembre, mientras se debatía acaloradamente sobre el destino del Fobaproa, y se sumaban a la tragedia económica otras tragedias: la de los huracanes, la de la aprobación del anatocismo, la del triste reconocimiento de que "divinos" y demás delincuentes de cuello blanco no cometen daños graves y pueden seguir libres, se realizó el 1er. Foro Nacional sobre Financiamiento Cooperativo y Solidario en la ciudad de México. En él participaron varios centenares de representantes de diversos organismos financieros populares. Una reunión de mexicanos entusiastas, que creen fervientemente que las cosas en el país pueden ser diferentes.
Esa reunión fue importante no sólo porque pudo reunir a más de 400 organismos financieros populares ?uniones de crédito, sociedades de ahorro y préstamo, cooperativas de ahorro y préstamo, fondos de aseguramiento, cajas populares y cajas solidarias? con presencia en 32 estados de la República, sino porque fue la primera ocasión en que se realiza un intercambio de experiencias financieras populares de ésa magnitud. Fue la primera vez en que un conjunto de financieros mexicanos modestos, pero dignos y con la experiencia de años en el manejo de las finanzas populares, se atrevieron a mostrar a la opinión pública que el manejo de las finanzas no es un misterio, y por ello no puede ser coto de caza exclusivo de las instituciones bancarias tradicionales, que tan caras son para el país.
Es importante porque ahí se sentaron las bases de identidad para un nuevo movimiento social mexicano: el de la Banca Social.
La Banca social en México
La Banca Social en México tiene varios orígenes, surge del campo y de las ciudades medias. Se ha construído en las comunidades rurales, en las colonias y en los barrios urbanos y sub-urbanos de nuestro país por personas de ingresos medios y bajos, generalmente sin acceso a servicios bancarios y cuya motivación principal ha sido organizarse para defender sus ingresos o para obtener préstamos bajo condiciones que la banca tradicional jamás concibió, ni otorgaría.
Son numerosas las iniciativas de campesinos y agricultores medios, artesanos, empleados, profesionistas y amas de casa que han dado lugar a diversas fórmulas de organización financiera, construídas a lo largo de décadas.
La Banca Social es un movimiento que ha crecido sin aspavientos, sin mucha promoción, sin apoyos sustanciales, pero con arraigo entre más de un millón y medio de familias asociadas. Esta cantidad llama la atención porque es similar al número de deudores de la banca tradicional que serán beneficiados con 41 mil millones de pesos, costo del reciente programa de rescate financiero a deudores, en el cual 31 mil millones de pesos serán aportación del presupuesto gubernamental.
La Banca Social está integrada por intermediarios financieros locales que movilizan ahorro de sus asociados para reinvertirlo localmente, con lo cual apoyan el desarrollo de sus regiones.
En los organismos financieros de la Banca Social los asociados adquieren parte de su capital y participan en las decisiones de administración y de gobierno.
Su filosofía está sustentada en la autoayuda y la responsabilidad compartida. Estos organismos no buscan el lucro, aunque funcionan como cualquier empresa de servicios, y para mantenerse obtienen los ingresos suficientes. Los remanentes obtenidos por su operación son reinvertidos en nuevos servicios a sus asociados, o son retribuídos a los mismos socios como incremento de su capital. En no pocas ocasiones son invertidos en obras de beneficio social en sus localidades (canchas deportivas, auditorios, becas a estudiantes, etc).
Frente a la banca tradicional, los organismos de la Banca Social tienen la ventaja de estar cerca de sus socios, tanto geográfica como socialmente. Se encuentran integradas en las comunidades, barrios y colonias, por lo que conocen a las personas a quienes se les presta, abaratando sus costos de funcionamiento. Por su parte, los socios de las organizaciones financieras reciben un trato personal, y en reciprocidad con sus aportaciones y la responsabilidad en sus pagos reciben los préstamos que necesitan sin burocratismo y requisitos excluyentes, como en el caso de la banca tradicional.
¿Quiénes son?
Las organizaciones financieras de la Banca Social son muy diversas, poco conocidas, ni siquiera censadas, pero intentando una tipología y cifras surgidas del Foro de Financiamiento Cooperativo y Solidario, tenemos los siguientes datos.
Es necesario decir que de este conjunto de organizaciones, sólo las uniones de crédito y las sociedades de ahorro y préstamo son autorizadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y reguladas por la Comisión Nacional Bancaria y de Seguros. Empero, hay que aclarar que aun cuando no son reguladas, el resto de organizaciones de la Banca Social no han tenido a lo largo de su historia (50 años) fraudes comparables con uno sólo de los cometidos por los neobanqueros, en el corto período (5 a 6 años) que tuvieron en sus manos los bancos.
Lo más interesante es que a lo largo de 50 años que tiene el movimiento de cooperativas de ahorro y préstamo ?uno de los más experimentados de la Banca Social?, desarrolló un sistema de auto-regulación sin ninguna intervención gubernamental, aunque con el apoyo técnico del Consejo Mundial de Cooperativas de Ahorro y Crédito y de la Alianza Cooperativa Internacional. Lo anterior demuestra la capacidad de organización y seriedad con que se manejan estas instituciones.
En las organizaciones de la Banca Social hay trayectorias y dimensiones diversas. Entre ellas debemos mencionar a la Asociación Mexicana de Uniones de Crédito del Sector Social, organización que agrupa a 32 uniones de crédito campesinas; la Confederación Nacional Mexicana de Cooperativas de Ahorro y Préstamo, que integra a 52 cooperativas urbanas y rurales; la Asociación Nacional de Sociedades de Ahorro y Préstamo integra las 12 SAP´s operando a nivel nacional; la Asociación Nacional de Uniones de Crédito Agrícolas y Ganaderas, con 18 uniones; la Asociación Nacional de Uniones regionales Cooperativas y SAP´s, con 57 cajas de ahorro y crédito y una SAP; La Caja Popular Mexicana (SAP), con 307 cajas locales que funcionan como sucursales; El Consejo Consultivo Nacional de Cajas Solidarias, que agrupa 134 cajas rurales regionales del país; y algunas federaciones regionales de cooperativas y organismos locales aislados.
¿Qué persiguen?
El foro realizado en septiembre pasado dió lugar a la conformación de una agenda ambiciosa y solo realizable en el corto y mediano plazo:
* En primer lugar, el reconocimiento de este movimiento social-financiero por parte de la sociedad mexicana y del gobierno.
* La integración de un interlocutor válido para establecer las bases de una legislación apropiada. Para ello han decidido conformar la Coordinadora Nacional de Organismos Financieros del Sector Social, organismo que buscará establecer los puentes entre poder ejecutivo (SHCP, CNBV) y el legislativo.
* Definición de un sistema de regulación institucional que permita a las redes de organismos regionales y nacionales establecer mecanismos de auto-regulación preventiva.
* Posibilitar mecanismos de integración financiera entre los organismos en forma gradual, para desarrollar servicios con beneficio mutuo, como el seguro al ahorro, a los socios, etc.
Los retos son de todos, no sólo del gobierno
Para lograr los objetivos que se plantean, será necesario afrontar desafíos importantes:
* El entorno económico es adverso para la sociedad en su conjunto, pero en particular para el desarrollo de instrumentos financieros populares.
* Hasta ahora los organismos financieros populares se han conducido en forma aislada.
El primer desafío le corresponde al Estado: propiciar condiciones favorables. No se espera una intervención absoluta, pero si reguladora. Pero también a la sociedad. Es necesario romper con el monólogo del Estado en materia de definición de política económica. Por lo que se requiere:
* Reconocimiento de las iniciativas sociales en materia de financiamiento.
* Políticas de estímulo y fomento para la pequeña y mediana empresa familiar.
* Revaloración social de la vida rural y de la agricultura como forma alternativa de restructuración de la sociedad.
* Estabilidad económica (inflación y tasas de interés)
* Relaciones de intercambio equitativo entre sectores productivos.
* Políticas de fomento para la formación de institucionalidad financiera descentralizada no bancaria (tecnología y formación de recursos humanos).
* Restructuración a fondo de la banca de desarrollo orientada a cumplir un papel promotor de IFR descentralizadas y de segundo piso para re-financiarlas.
* Regulación financiera acorde a las necesidades del sector financiero no bancario.
Por parte de la sociedad, se hace necesario:
* Superar las conductas de no pago.
* Participación responsable en la administración de organismos financieros.
* Crear espacios de conocimiento mutuo y aprendizaje de las lecciones de las experiencias existentes, en materia de financiamiento popular.
* No involucrar la política con la administración de los organismos financieros.
Las nuevas realidades nacionales (y globales), demandan una participación activa de la sociedad civil para construir nuevas fórmulas de vida. Pero también demandan gobiernos que sepan escuchar y construír el futuro con sus pueblos.
La Banca Social no es un movimiento de resistencia civil, es un proceso de organización de la sociedad en el terreno de las finanzas populares. Es un movimiento que se construye peso sobre peso, con gran esfuerzo de sus asociados y que se proyecta en el tiempo, más allá de las coyunturas.
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Total nacional | Convocantes del foro |
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Cooperativas de Ahorro y Préstamo |
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* Número de cooperativas identificadas, aunque no existe registro oficial.
** Son cajas de ahorro configuradas como asociaciones civiles, sociedades civiles, sociedades de solidaridad social y cooperativas aisladas.
10 Redes de
organizaciones financieras populares
3,672 Oficinas
de servicios
5,022
Empleados profesionales
6,913
Millones de activos totales
4,302
Millones de pesos prestados
5,507 Millones
de pesos de ahorro captado
Cartera vencida
total de 538 millones
Reserva preventiva
para cartera riesgosa de 223 millones