Carlos Marichal
La dictadura de los mercados financieros

En México, como en tantos otros países del Tercer mundo, los cambios fundamentales en el ejercicio del poder tradicionalmente pasaban por el Estado y, en particular, por el poder Ejecutivo. Con el proceso gradual de democratización que se produjo en gran parte de América Latina desde mediados del decenio de 1980, era previsible que una parte sustancial del poder se trasladara a las cámaras legislativas y a los partidos políticos que se disputan el apoyo popular.

Sin embargo, el verdadero poder hoy parece que está escapando a las nóveles democracias y que está trasladándose con extraordinaria rapidez a los mercados financieros nacionales e internacionales. La crisis en Brasil es sintomática de esta metamorfosis, y recuerda poderosamente el caso de México en diciembre de 1994: el presidente Cardoso, recientemente reelecto, se vio sujeto a fuertes controversias fiscales y monetarias que en otras circunstancias hubieran sido resueltas tras negociaciones entre los principales actores políticos y grupos económicos del país. Pero no hubo tiempo de espera: los mercados financieros respondieron en cuestión de minutos, provocando una devaluación cada vez mas aguda y una crisis económica generalizada.

Lo más sorprendente del caso es que Brasil ya tenía entre sus manos un enorme paquete financiero de rescate del Fondo Monetario Internacional. Pero, como ha señalado sarcásticamente el economista Jeffrey Sachs en el Financial Times, el colapso brasileño indica que la institución multilateral financiera más poderosa del mundo no está capacitada para enfrentar las nuevas crisis globales con éxito. Sin duda, parte del problema estriba en el fracaso de políticas monetarias implementadas con base en bandas en las tasas de cambios relativamente inflexibles. Pero el otro gran desafío nace de la necesidad de los países deudores de acumular reservas en moneda extranjera cada vez mayores para poder enfrentar salidas de capital enormes y volátiles.

Diversos expertos en desarrollo económico como Joseph Stiglitz, vicepresidente del Banco Mundial, han vuelto a abogar por establecer prioridades sociales en el manejo de políticas de reestructuración económica. Stiglitz ha dicho que en circunstancias de crisis se requieren aumentar las previsiones sociales, especialmente para los sectores más empobrecidos. Sin embargo, sus consejos no concuerdan con la realidad contemporánea, ya que los países en desarrollo no tienen libertad para aumentar sus compromisos sociales en términos sustanciales. Son los mercados financieros los que mandan y ellos dictan que los gobiernos deben recortar sus gastos, con lo que el poder escapa a la esfera política y emigra al sector financiero.

Así, el tránsito del autoritarismo político a la democracia parece estar desembocando en dictaduras financieras que, evidentemente, no responden a los intereses de la mayoría de los ciudadanos. Con ello se está gestando una bomba política considerable que estallará en diversos países en desarrollo en un futuro no lejano.