n Guillermo Almeyra n
šA los refugios!
No estoy hablando de Bagdad ni de Belgrado, siempre amenazados de agresión. Lo estoy haciendo sobre la economía, pues el comienzo de las grandes quiebras financieras en China (sin indemnización a los inversionistas y especuladores extranjeros) equivale a un tremendo crujido de las estructuras económicas mundiales. China, además, ve reducirse sus exportaciones y su crecimiento económico debido a la crisis del sureste asiático y Japón, y ahora disminuirán también las inversiones extranjeras que serán más atraídas por la economía europea que por los países "emergentes".
El Mercosur se tambalea también porque Brasil cede y cede poniendo en peligro a Argentina y, por supuesto, a Uruguay y Paraguay, que viven de reflejo de los dos colosos. De Brasil siguen escapando decenas de millones de dólares y los conflictos entre el gobierno central y los estados (algunos de los cuales son más poderosos que muchos países independientes) alejan a los inversionistas mientras crecen los conflictos sociales. Argentina, Brasil, Chile y México tienen, además, balances de cuentas cada vez más deficitarios y, si no ingresasen suficientes capitales extranjeros para colmar ese déficit, su situación se tornará crítica. Para atraer a esos capitales mantienen artificialmente alto el cambio (lo cual afecta sus exportaciones y alienta las importaciones, incluso de productos alimentarios, que habría que reducir o sustituir) y mantienen también altísimas tasas de interés (lo cual impide las inversiones nacionales y, por lo tanto, el desarrollo). Tratan así de garantizar a los inversionistas la repatriación en dólares de sus ganancias y de facilitarles los cálculos sobre las mismas, pero a costa del nivel de vida de la población, que se encoge como la piel de zapa, y de la estabilidad social.
Ya hubo de nuevo, nada menos que en Argentina, asaltos multitudinarios a los supermercados para conseguir comida... El único "refugio" todavía posible consistiría en blindar lo antes posible el mercado interno y en ampliarlo, como hacen los europeos. En efecto, Europa mantendrá, grosso modo, su balance económico positivo superior al crecimiento demográfico (y, por lo tanto, el aumento del producto interno bruto per cápita), no porque no esté siendo golpeada por la crisis mundial, sino porque mantiene a toda costa su mercado interno. Pero el fundamentalismo de los responsables de la política económica de nuestros países les lleva a ser, literalmente, más papistas que el Papa quien repudia, por su parte, el neoliberalismo que aquéllos aplican al pie de la letra.
Para ellos lo esencial es reducir la inflación, mantener el tipo de cambio, favorecer las exportaciones, subvencionar a los ricos y, sobre todo, a los banqueros y al capital extranjero, aunque aumenten la pobreza, la miseria, la inestabilidad y se hundan las condiciones productivas de cada país y su cultura (o sea, su capacidad de aumentar la productividad). Una política más realista exigiría en cambio defender la producción nacional de alimentos y fomentarla, mejorando la situación de los pequeños productores reales y, por lo tanto, su capacidad de adquirir productos de la industria liviana nacional, para elevar el empleo y la recaudación de impuesto. Demandaría dar prioridad a las industrias con alta intensidad de mano de obra y a la educación, que potencia a aquéllas y las hace más competitivas. Requeriría reducir al máximo los gastos militares y policiacos y suprimir las importaciones de lujo, les guste o no a los fundamentalistas del libre mercado, para destinar en cambio las preciosas divisas a la renovación del parque industrial y al desarrollo rural y a la planificación de la lucha por reducir ese cáncer económico que son las enormes ciudades.
Pero, para que ese "refugio" exista antes de que la Gran Depresión nos bombardee, es necesario por lo menos que antes alguien lo diseñe. Ese sería el papel de quienes, en efecto, hablan a menudo del cambio, pero no dicen cuál será ni cómo se puede alcanzar ni cuándo debe producirse. Esperemos que la voz del Dios de los pueblos les ilumine cuando aún estemos a tiempo, antes de que una crisis seria agrave la situación de China y cambie así toda la relación de fuerzas mundiales, o antes de que la burbuja especulativa estalle en el país más endeudado del mundo, que es Estados Unidos.