Un eslabón más en la cadena de la evolución del planeta


Tiranosaurio de las playas del cretácico

Norma Avila Jiménez

Un diente y algunas vértebras del famoso dinosaurio carnívoro depredador Tyrannosaurus rex fueron encontrados recientemente en el ejido Altamira, municipio de Saltillo, en Coahuila, descubrimiento que señala a esos animales como antiguos habitantes de México y no sólo de Estados Unidos y Canadá, como se creía.

Por los análisis hasta la fecha realizados a esas piezas y otros restos fósiles de algunos de los carnosaurios hallados en Coahuila, los investigadores piensan que fueron endémicos, es decir, no vivían en otro lugar del planeta que no fuera México. Tienen características diferentes a las mostradas por los huesos de dinosaurios de las mismas especies hallados en otros sitios.

El paleontólogo del Instituto de Geología de la UNAM, René Hernánd

tiranosaurio
ez, quien desde hace diez años trabaja en la excavación y recuperación de los restos fósiles de dinosaurios de Coa-huila, estuvo presente cuando sucedió ese hallazgo. "Fue Jim Kirkland, paleontólogo estadunidense de la Sociedad Internacional Dinamation, quien encontró el diente cuando prospectábamos (búsqueda minuciosa de fósiles en la tierra o sedimento) en el ejido Altamira", hecho de gran trascendencia por ser el primer resto de tiranosaurio encontrado en otro sitio además de Estados Unidos o Canadá.

El diente perteneció a un dinosaurio que vivió hace 70 millones de años, durante el periodo cretácico; tiene una especie de sierrita en ambos lados, mide cuatro centímetros de ancho y como está roto casi a la mitad sólo mide cinco centímetros de longitud. "Si se reconstruyera mediría 12 centímetros", aseguró René Hernández.

Desde hace cinco años, Jim Kirkland ha colaborado con los especialistas nacionales involucrados en ese proyecto, como parte de un intercambio de cooperación entre la Sociedad Internacional Dinamation y el equipo de Coahuila apoyado por la SEP estatal y el Instituto de Geología de la UNAM, y su descubrimiento ayudará a corroborar el endemismo de los carnívoros que poblaron esa zona.

René Hernández explicó que las características de vértebras, falanges, dientes, garras y pezuñas que han encontrado de albertosaurios, dromaeosaurios y raptores medianos son diferentes a las de los restos recuperados de esos mismos animales en otros sitios.

Los dinosaurios que se pasearon entre los árboles de frutas del sureste y este de Coahuila bajaron de Alberta, Canadá en busca de alimento, y parece ser que algunos ya no regresaron. Se quedaron en México y su adaptación los llevó a desarrollar ciertas peculiaridades que los diferencian de otros, comentó el paleontólogo.

"Especialistas como Philip Currie, de Alberta; Lou Jacobs, de la Universidad Metodista del Sur de Texas, y Catherine Foster, de Nueva York, han señalado esas diferencias, pero nos falta hacer más estudios. Desafortunadamente, no hemos encontrado cráneos completos, lo que nos facilitaría la tarea."

Los sitios de excavación de Coahuila aún guardan muchas sorpresas, pero la tenacidad de los paleontólogos es imparable. Por ello, en diciembre pasado Martín Lockley, especialista en huellas fósiles de la Universidad de Denver, corroboró que las pisadas encontradas por la investigadora Martha Aguillón pertenecieron a un terópodo, un carnívoro de tres metros de longitud. Y en diciembre, en el ejido Rincón Colorado, el grupo de especialistas comandado por Hernández localizó huellas de lo que al parecer fue un reptil volador o pterosaurio, asociadas a rastros de túneles hechos por cangrejos.

Hace 70 millones de años, la diferente conformación de la Tierra hacía que en Coahuila existiera el delta de un río con varios brazos que se comunicaban con el mar. Sus costas eran playas del cretácico donde habitaron ceratópodos (dinosaurios con cuernos en la cara), hadrosaurios (con pico de pato), ornitomínidos (semejantes a los avestruces), aniquilosaurios, los carnosaurios citados y reptiles como cocodrilos y tortugas. Sus árboles frutales servían de alimento a las especies hervíboras, y sus conchas y caracoles adornaban la arena.

La forma de vida de esa época es reconstruida por incansables exploradores de fósiles, quienes reviven nuestro pasado remoto para conocer un eslabón más de la cadena de la evolución biológica en nuestro planeta.