Inestabilidad y perturbación son cosas de risa
Juan Soto Ramírez
...lo morfológico no se reduce a una fisicoquímica compleja y [...] se trata de comprender cómo las dinámicas internas caóticas [...] pueden generar, por bifurcación, morfologías observables, finita y lingüísticamente descriptibles...
Petitot, Jean, 1988: "Ni siquiera un
ángel...",
en El tiempo y el
devenir, Ilya Prigogine
Una fluctuación es lo que hace que una cosa sea diferente a como era antes o, simplemente, una forma dulce y elegante de terminar con el equilibrio por medio del desplazamiento, gracias al cual el sistema o las cosas pierden los límites que les pertenecían anteriormente. La risa es el sonido que se desprende cuando uno ríe. La risotada es algo más ruidoso. Una sonrisa, sin embargo, es un gesto sin sonido, algo de lo cual se puede enamorar cualquiera porque, como todas las imágenes, dice más que mil palabras. Encierra una suerte de misticismo, como todo objeto silencioso. La carcajada es una variación de la risotada debida a las fluctuaciones en el ímpetu de reír y la risa; como no tiene sonido (si acaso el susurro, que es algo así como la unidad mínima del sonido o lo que se puede escuchar), es el gesto más primitivo de estos, en tanto que carece de intensidad.
Pero así como podemos afirmar que entre sonrisa, risa, risotada y carcajada hay ligeras fluctuaciones que permiten diferenciarlas, también estamos en la posibilidad de reconocer que existe diferencia entre las sonrisas sinceras (esas que iluminan toda la cara) y de resignación (que la ensombrecen) o las hipócritas (como las que uno tiene que soltar cuando ve a alguien desagradable), etcétera.
Las fluctuaciones, cuando se hacen evidentes a la mirada, parecen seguir por dos caminos: el primero es el de las inestabilidades (la ruptura del equilibrio). Para una mirada macroscópica (pasando desde alguna versión de la física hasta la sociología o la demografía), las fluctuaciones no serían más que despreciables correlaciones porque el sistema es concebido lo suficientemente grande como para prestar atención a mínimos cambios que, inevitablemente, pueden desencadenar la inestabilidad. Las fluctuaciones determinan la rama, por así decirlo, que seguirá el sistema y, obvio está, producen modificaciones en las medidas de tendencia central.
Ahora bien, si la precisión de todas esas técnicas de investigación (que se empeñan en construir, perfeccionar y validar instrumentos de medición) está dada por su sensibilidad a las variaciones, podemos afirmar que dichas técnicas son imprecisas, no se diga las disciplinas que recurren a ellas. Con esa perspectiva, siempre se piensa un sistema lo suficientemente grande que no da cuenta de las variaciones microscópicas (aquí encontramos el caso de la divertida psicología social, la engañosa psicología experimental y las aberrantes psicologías industrial y clínica, sólo por mencionar algunos casos). Para una mirada microscópica, la realidad es otra.
El segundo camino es el de las perturbaciones, es decir, el caso de una fluctuación que deviene macroscópica. Es tan sólo un ligero cambio de temperatura lo que convierte una gota de agua en cristal de hielo, así como es una sola sonrisa la que atrapa la mirada o desencadena el enamoramiento. Ambos casos son magníficos ejemplos para ilustrar las perturbaciones.
Cada sistema cuenta con
poblaciones fluctuantes de eventos, a pesar de que sean
estructuralmente estables. De ahí que sea bastante molesto
seguir pensando en una morfología afable que no admita que las
débiles perturbaciones producen variaciones muy grandes en los
efectos. Es la sonrisa la que desencadena la alegría y no la
alegría lo que nos lleva a sonreír, pero si uno no
está de humor para entenderlo así, sería
recomendable que leyera artículos más serios que el
presente.
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