La Jornada jueves 4 de febrero de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

En Guerrero, Rubén Figueroa Alcocer está en pie de guerra para mantener este domingo el poder (es decir, los negocios, las complicidades, los intereses, la impunidad).

Frente a él y su grupo se ha levantado como nunca antes una amenaza que les ha llevado a cerrar filas, prodigar recursos y crear escenarios extremos (incluso de violencia física). El senador Félix Salgado Macedonio, hiperactivo, retador, heterodoxo, de auténtico origen popular y de izquierda, se ha plantado frente al poder figueroista y ha construido una opción que desde el PRD ha crecido y ha ganado para su causa significativas escisiones priístas.

El candidato Salgado Macedonio dejó en el camino de la elección perredista interna algunas opciones menos extremas y, por ello, aparentemente más atractivas para segmentos sociales a quienes asustan las polarizaciones. De una manera clara, auténtica, sin mistificaciones, Félix ha dicho lo que piensa y se ha ganado un espacio de primera línea en la contienda por la gubernatura. En comicios limpios, habría condiciones suficientes para pensar que este domingo él debería ser el ganador.

La realidad, sin embargo, no permite hacer tales vaticinios fundados en una limpieza comicial ideal. Contra Salgado Macedonio está montado todo un aparato en el que confluyen la fuerza institucional del gobierno de Angel Aguirre Rivero (parte del grupo figueroista, aunque antes haya querido imponer a su primo Manuel Añorve como su sucesor); el interés natural del candidato tricolor, René Juárez y, sobre todo, el jefe real, Figueroa Alcocer, cuya riqueza económica, compromisos políticos, y aura amenazante, están plenamente entregadas a impedir a cualquier costo que el PRD llegue al poder.

Este domingo, en Guerrero, habremos de ver el verdadero rostro de la modernidad política. Sabremos las bondades y los defectos del desapego presidencial con el que se han vivido las elecciones estatales. Y habremos de estar todos bastante satisfechos con que, de entrada, y a reserva de analizar resultados y procesos, no estalle allá la violencia política.

En Hidalgo, más de lo mismo

Según las previsiones disponibles, en Hidalgo todo está listo para que continúe el esquema caciquil que durante décadas ha mantenido en el atraso a la entidad y en el poder a diferentes variables dependientes o aliadas a la familia real de la región, la Rojo Lugo.

A pesar de los esfuerzos que en su momento se hicieron para intentar una alianza opositora que enfrentase con éxito a la fuerza priísta, nada importante se logró.

Por el contrario, el jefe en turno de la política hidalguense oficial, Jesús Murillo Karam, logró sacar adelante a su favorito, Manuel Angel Núñez Soto, a quien con toda oportunidad había conducido en otros cargos hasta colocarlo de manera adecuada en la antesala de la candidatura a gobernador.

Las maniobras para convertir al favorito en candidato fueron duramente denunciadas por otro priísta que justamente por ser gran maestro en tales tretas encontraba inadmisible ser ahora víctima de ellas. El senador José Guadarrama Márquez aportó, así, la cuota de especulación respecto a rupturas del priísmo hidalguense que ya estaban siendo esperadas con ansia por los segmentos perredistas deseosos de hacer alianzas pragmáticas hasta con el diablo, si éste les ofreciera cierta ganancia electoral, sobre todo rumbo al 2000.

Los pataleos de Guadarrama Márquez no pasaron de la formación de un frente político de índole personal, cuya vocación negociadora quedó de manifiesto de inmediato, cuando se desvanecieron los enojos originales, y las desusuales calificaciones al proceso en el que se eligió a Núñez Soto, a partir de la entrega de una cantidad de candidaturas a diputados locales para ese grupo de presión.

Sin embargo, las ganancias políticas para el gran operador, Murillo Karam, no quedaron allí. Logró poner a su favorito, dejó fuera a Guadarrama Márquez y, luego, consiguió que el presidente Zedillo le nombrara subsecretario de Gobernación encargado de los delicados asuntos de la seguridad pública. (Una ganancia menor, pero simbólica, para el grupo, fue que en lugar del propio Murillo Karam quedara Humberto Lugo Gil, quien así vería cumplido, aunque fuese de manera tan efímera, su deseo de ser gobernador como otros de sus familiares).

Con su llegada, el hidalguense desplazó a un sinaloense a quien los afectos regionales de Labastida Ochoa mantenían en esa subsecretaría sin pena ni gloria, o mejor dicho, con más dosis de aquella que de ésta.

Pero, a cambio, don Francisco fortaleció la creciente sensación de que en su derredor se está conformando un equipo político duro, preparado no sólo para las tareas del presente sino, sobre todo, para las de un futuro que en lo inmediato pasaría, según esa percepción, por una intensa campaña electoral.

Del lado opositor, mientras tanto, fue imposible llevar a cabo la alianza planteada por el periodista Miguel Angel Granados Chapa, quien tempranamente se puso a disposición de PAN y PRD para buscar la gubernatura como ciudadano sin partido pero enérgicamente decidido a luchar contra el cacicazgo y los abusos cometidos en su tierra.

El panismo fue desde siempre el obstáculo real a la citada alianza opositora, de tal manera que el diputado federal y cantante Francisco Javier fue encaminado a ganar la asamblea correspondiente que, impugnada en una primera instancia por Granados Chapa, se realizó de nueva cuenta pero con similares resultados. El autor de la columna Plaza Pública fue postulado, a su vez, por el PRD en alianza con el PT. De cualquier forma, las posibilidades de derrotar al PRI quedaron desde ese momento condenadas al fracaso.

Este domingo, según todas las previsiones, con el apoyo absoluto del aparato estatal, y con toda la tecnología electoral aplicable en una entidad con tantos rezagos y pobreza, el PRI parece tener todo listo para seguir teniendo en su poder a Hidalgo y, además, apostarlo al futuro del 2000, con un ex gobernador, hoy subsecretario de Gobernación, que buscará ser miembro del gabinete si las cosas le salen como supone.

La tormenta sobre Bartlett

Nada bien le fue a Manuel Bartlett luego de su presentación pública como aspirante a la candidatura presidencial priísta.

Hubo coincidencia en que su figura se desgastará con una gran celeridad.

Por más aspavientos que hace, el ex gobernador de Puebla no logra ahuyentar los fantasmas del pasado.

Y del mismísimo Palacio de Covián, donde se atrinchera quien es entendido como el verdadero favorito de Los Pinos, le han revivido a don Manuel un asunto pendiente: el asesinato del periodista Manuel Buendía.

Ha sido Mariano Piña Olaya, antecesor de Bartlett en Puebla, ahora asesor de Francisco Labastida Ochoa, quien ha traido a la mesa el recuerdo del nunca bien esclarecido crimen.

Sabe (sabía), Bartlett, que ha desatado el enojo superior, y que sobre él se volcarán críticas y descalificaciones. Mientras tanto, don Francisco juega a los tiempos antiguos, a las reglas viejas: hasta que mi partido tome las decisiones del caso, yo no me moveré, ha dicho el sinaloense, mientras en su derredor se agrupan quienes creen encontrar allí el destino exacto hacia el que apunta un dedo amputado que, sin embargo, se mueve.

Astillas: Esta columna se declara profundamente aliviada luego de escuchar las declaraciones de don Luis Téllez, el secretario de Energía, quien ha asegurado que la soberanía de México no está en riesgo con las variables constitucionales que el presidente Zedillo pretende conseguir para que el sector eléctrico nacional sea abierto a la iniciativa privada. Para que la felicidad y la tranquilidad de esta sección sean plenas, ya nada más faltaría que don José Angel Gurría hiciese alguna declaración parecida. Con tales garantías, todos los mexicanos podremos estar seguros de que los intereses patrios están a salvoÉ Será necesario asomarse luego, con más calma, al asunto de las órdenes de aprehensión dictadas contra el ex procurador de justicia y el general que como jefe policiaco participaron en el asunto de ActealÉ En Tepito sigue la guerra mafiosa. El Distrito Federal reproduce, ahora, las escenas de los carteles norteños, como sucedió anoche en la PGR.

Fax: 5 45 04 73 Correo electrónico: [email protected]