Antonio Gershenson
Peligros para el sector eléctrico
¿Qué puede suceder si se aprueba, en el siguiente periodo de sesiones del Congreso, la anunciada reforma constitucional en materia de servicio público de electricidad? Primero, que para que la reforma entre en vigor, ésta deberá ser ratificada por la mayoría de los congresos estatales, lo cual se tomará un tiempo. Luego, que se modifique la ley reglamentaria o se expida una nueva, pues de otro modo los principios contenidos en el nuevo texto no se podrán aplicar. Esto implicará una nueva ronda de negociaciones, probablemente del gobierno con el PAN, pues el PRI no tiene mayoría en la Cámara de Diputados. Después, se deberá expedir el nuevo reglamento... si es que no antes llega el periodo de elecciones del año 2000. De por sí, el año final del sexenio, año de elección y de transición, no es fácil que salgan las cosas, y menos que empiece a fluir nueva inversión.
Eso significa que el gobierno actual no va a realizar nada, al nivel de hechos, en materia de un nuevo sistema para la prestación del servicio público mencionado. No tiene tiempo. De ahí que en los anuncios de la iniciativa se haya reconocido que el gobierno actual no hará los cambios. Lo que sí podría hacer, y ese es un peligro, es desmantelar algo de lo que existe antes de tener la alternativa o, por lo menos, frenar lo que sí hay ya de flujo de inversión privada al sector. Eso ya sucedió en la petroquímica, donde las esperanzas que se han sembrado entre inversionistas de comprar plantas usadas a precio de regalo, en diferentes momentos ha contenido la inversión en plantas nuevas.
Por otro lado, como no hay certidumbre sobre quién vaya a ganar las elecciones del 2000, tampoco la hay sobre qué va a suceder, ya al nivel de los hechos, con la industria eléctrica, si simplemente se quita parte de los candados existentes en la Constitución. ¿Qué hará, si gana, el candidato del PRI que ni siquiera se sabe si será Labastida, o Moctezuma, o Bartlett, o quién? ¿Qué haría, si gana, Fox, que ha anunciado más de una vez su intención de vender hasta Pemex? ¿Qué haría Cárdenas en caso de ser el triunfador? ¿En aras de qué va una empresa a invertir una cantidad importante de dinero con una situación tan incierta? ¿Cómo sabemos cuántas empresas del sector eléctrico van a hacer lo que ya se ha hecho y a veces hasta se ha anunciado en otros sectores de la economía, de postergar los proyectos importantes de inversión, los que tardan años en madurar, hasta después del 2000? Los legisladores, al votar en torno a esta iniciativa, deberán meditar sobre estas cuestiones.
En lo general, la inversión se ha frenado por las políticas recesivas. En la industria eléctrica, como comentábamos el domingo pasado en este espacio, se ha mantenido la inversión sobre la base de políticas sectoriales específicas. Se han concursado plantas en términos atractivos para los inversionistas, y varios se han apuntado.
Si resulta que el esquema va a cambiar, pero no se puede saber exactamente en qué sentido porque eso dependerá de quién gane en el 2000 y de qué haga al respecto, tampoco se puede ignorar el peligro de que también aquí se frene la inversión. Es importante que se conserve, como se plantea, la exclusividad del Estado como operador de la red nacional de transmisión, pues ésta es estratégica. Pero, aunque también se plantea que el Estado conserve algunas plantas y sus funciones de rectoría, es mucho lo que queda en el campo de la indefinición. Es preciso aquí recordar lo que ya sucedió con la anterior reforma, cuando se modificó la ley reglamentaria en 1992. Que el reglamento, que los cambios al reglamento, que las reglas para respaldo, que las reglas para el pago por conducción de la energía, etcétera... Pasaron años antes de que se echara a andar el primer proyecto conforme al nuevo esquema. Ahora, es un paso más que la vez pasada, pues se reformaría la Constitución; y, por si fuera poco, también tenemos atravesado un cambio de sexenio que, además, es el primero en el que las elecciones estarán verdaderamente competidas y en que muy probablemente se sabrá quién gana hasta después de contados los votos. Los peligros, pues, no son tan menores.