n La asociación Al Fannán le rindió un homenaje
Sabines, poeta de la imprecación,
la duda y la ternura: Monsiváis
n Jacobs: da la bienvenida a la vida que se le atraviesa a cada rato
Angel Vargas n Poeta de obra perenne, que lo mismo canta al amor y al desamor que celebra a la soledad y a las putas, Jaime Sabines es un hombre que vive cada día como si fuese ''el primero y el último del mundo".
Los suyos se encuentran entre los poemas más conocidos por las generaciones mexicanas de la segunda mitad de este siglo. Quizá ello obedezca a que es un ''poeta que no envejece ni pasa de moda" o, simplemente, porque es un ser al que ''se le atraviesa la vida y no lo lamenta".
Mientras que el propio Sabines se define en uno de sus primeros poemas como un ''lento amargo animal que soy, que he sido, amargo como esos minerales amargos que en las noches de exacta soledad, maldita y arruinada soledad sin uno mismo, trepan a la garganta y costras de silencio asfixian, matan, resucitan", Carlos Monsiváis lo detalla como un creador con poder de convocatoria, ''un pacto nacional al que concurren poetas, estudiantes, intelectuales, prófugos de la literatura, entusiastas del bolero, políticos, burócratas, periodistas".
La trayectoria de Jaime Sabines está a un año de cumplir una mitad de siglo, que comenzó con el libro Horal. Ante ese hecho, la asociación de artistas e intelectuales de ascendencia libanesa Al Fannán (El artista), a la cual pertenece, rindió anteanoche un homenaje al vate chiapaneco, quien no pudo asistir por su delicado estado de salud.
Durante casi dos horas, hablaron Homero Aridjis ųquien propuso a Sabines como candidato al Premio de Poesía Octavio Pazų; Héctor Azar, Bárbara Jacobs, Jaime Labastida, Mónica Mansur, Monsiváis y Carlos Pellicer Cámara, en ese orden, además del embajador libanés Fakhri Saggiyah y el presidente del comité directivo del Centro Libanés, Gerardo Gozaín. Moderó Carlos Martínez Assad.
Abordar la vida y la obra de Sabines es referirse a lo mismo. Ambas están permeadas de amor y muerte. Al respecto, Mansur citó al poeta: ''Soy mi cuerpo... qué otra cosa sino este cuerpo. Estoy alquilado a la muerte para unos cuantos años. Cuerpo lleno de aire y de palabras, sólo puente entre el cielo y la tierra".
De acuerdo con la escritora, Sabines desde muy joven se preocupó por la fragilidad no tanto de la vida, de la vejez o de la capacidad de amar, sino del cuerpo, ''ese aparato sujeto a fallas, desatinos y dolencias, fuera del alcance de un poeta amoroso y enamorado de la vida".
Poesía de una voz singular
Bárbara Jacobs habló de la capacidad del autor de Adán y Eva para asimilar la existencia. ''Es un poeta que da la bienvenida a la vida que se le atraviesa a cada rato".
Aun en las situaciones más difíciles y dolorosas, como cuando iba a morir su padre, él sabe contenerse y es capaz de escribir. Abundó: ''A la vez que explica el poema (Algo sobre la muerte del mayor Sabines) como un intento de impedir que su padre muriera, como jalarlo del saco o de una manga o de donde fuera para no dejarlo ir, el poema es un durmiente que ayuda al poeta a soportar la carga de la muerte de muertes que se le atravesó en la vida, la vida diaria, la que no debe perderse, la que te debe seguir llevando".
La obra de Jaime Sabines es magistral, calificó Labastida: ''Magistral en el sentido exacto de la palabra: aquello que ejerce un magisterio, porque con su poesía se inaugura en México un nuevo canon. Su poesía, como la de todo poeta verdadero, tuvo desde los primeros versos un tono de inauguración. Se trataba de una poesía que no había sido copiada de ningún manual existente, que no tenía su origen en una técnica ya establecida. Había en ella una voz singular".
Según dijo el también poeta, ensayista y editor, en la obra del chiapaneco se pueden percibir los mismos temas de toda gran poesía: el amor, el sueño, la muerte. La diferencia estriba en que él les concedió un tono desgarrado, un acento auténtico, no aprendido en escuela alguna.
En un sentido más sociológico, Monsiváis señaló que Sabines ha contribuido con la poesía mexicana trayéndole un público estrictamente suyo y sui generis, que traza el panorama donde se contradice el abandono irremediable y masivo de los poetas.
Tras señalar que el poder de convocatoria del vate obedece a su capacidad de animar el placer de la metáfora recurriendo a elementos cotidianos, explicó que la gran poesía, como la de Sabines, ''se construye con espontaneidad arduamente trabajada, sencillez de la complejidad, con desdén ante la tiranía del buen gusto o ante las consecuencias del exceso y la provocación".
''Jaime Sabines es, como tanto se dice y se exige ahora, incluyente, y para tal efecto en su obra coinciden la imprecación, la duda, la ternura, la blasfemia aquietada por la fe, la orfandad y la adopción de Dios; la celebración de las putas y de la soledad, esa puta sin clientes, habría que decir, el sentimiento amoroso sin el aura del prestigio poético, la precocidad que lo exhibe notable desde los primeros poemas, como el aquí ya citado, 'lento amargo animal, que soy'", acotó Monsiváis, quien antes había declarado su predilección por el poema Tía Chofi:
''No por desdén de ningún otro, sino porque ningún otro me aclara con mayor fulgor el sentido de la compasión, el padecer junto a los otros. En Tía Chofi, Jaime Sabines es radical y es austero y es insultante hasta el desbordamiento de la ternura", apuntó.