El juego es esencial en el
desarrollo del niño o de la niña. Aunque para la mayoría
de la gente pueda parecer sólo una agradable manera de perder el
tiempo, para niños y niñas representa una de las formas más
importantes de construir referentes culturales. El juego se presenta justo
en el periodo en que la velocidad de aprendizaje del infante sobre sí
mismo, sobre las formas de comunicación y sobre el mundo que lo
rodea, ocurre con gran rapidez. Por ello, el juego se relaciona íntimamente
con áreas del desarrollo físico, mental y social de una persona
durante los primeros
años de su vida. El psicólogo Jean Piaget
divide el juego infantil en tres periodos. En el primero, el juego motor-sensorial,
que abarca de los primeros meses a los dos años de vida, el niño
o la niña adquiere control sobre sus movimientos. El juego consiste
en movimientos corporales variados y repetidos; le causa placer lograr
ciertas habilidades motoras, así como experimentar con el tacto,
la vista y los sonidos. En el segundo periodo, que va de los dos a los
seis años, el niño es capaz de codificar sus experiencias
en símbolos, puede recordar imágenes de eventos y su juego
consiste en realizar actividades que representan otras cosas. El tercer
periodo inicia en la edad escolar, donde los infantes ya son capaces de
incorporar reglas en el juego y comienzan a entender los conceptos sociales
de cooperación y competencia. Los juegos están estructurados
por reglas objetivas de tal forma que niños y niñas pueden
jugar en grupos e incluso compartir actividades en equipo. En este periodo,
la naturaleza social del juego les permite aprender e incorporar actividades
artísticas como el movimiento y los cambios de percepción
que pueden lograrse con la pintura dactilar o el modelaje con plastilina
o barro por la combinación de formas y colores. El lenguaje ofrece
niveles de organización con los que se puede jugar como las coplas
simples, la percusión y el canto. Esta combinación de elementos
y su integración en juegos simples facilitan el desarrollo social
y la maduración emocional de niños y niñas.
Clindi, espacio lúdico para niños y niñas
Basados en el conocimiento anterior podríamos proponer que el juego tiene un papel importante en el manejo integral de los niños y las niñas con sida. Con una edad promedio de seis años, esta población tiene hoy mayores posibilidades de llegar a la adolescencia gracias a los nuevos medicamentos contra el sida. Sin embargo, es poco lo que se sabe sobre la interacción de un niño o una niña con el hospital y su experiencia terapéutica. ¿Cuáles son las experiencias de estos pequeños en el hospital? ¿Cómo hacer de estas experiencias un hecho menos traumático? La férrea disciplina de los medicamentos, su horario estricto, su sabor, la náusea acumulada, el dolor, los largos tiempos en una sala de espera, a veces compartiendo la agonía paulatina de otro niño o niña. ¿Cómo manejar, por ejemplo, la angustia y la imperceptible depresión que lo(a) envuelve en un dejo de apatía que le quita el gusto por la vida? Hasta ahora una patología poco reconocida, la depresión infantil asociada al sida, puede ser un factor tan importante que incluso afecte su pronóstico y acelere su muerte. Las terapias psiquiátricas y ps icológicas para adultos con sida son variadas e incluyen desde intervenciones farmacológicas, sesiones de terapia individual y grupal, grupos de ayuda mutua, hasta la psicoterapia del duelo, la tanatología y la meditación para asistir a enfermos terminales.
El mayor obstáculo para implementar terapias de apoyo emocional a niñas y niños con sida es la barrera de la comunicación verbal. Es por ello que la comunicación no verbal es muy importante a esa edad. El reconocimiento de que el juego ayuda a aprender y a desarrollar habilidades, comunicar sentimientos, fortalecer la creatividad, reforzar la autoestima, todo lo cual es importante en el diseño de intervenciones para mejorar la calidad de vida de los y las pequeños(as) con VIH/sida.
Para equilibrar sus experiencias negativas en el hospital, nuestra Clínica de Inmunodeficiencias --llamada cariñosamente Clindi--, creó espacios lúdicos, salas diseñadas para que la población infantil con sida acuda al hospital a jugar, aprender e incorporar actividades artísticas en sus juegos. Organizado por la maestra Paula Rodríguez y financiado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y por el propio hospital, un grupo de artistas voluntarios trabajan como instructores de pintura y escultura, leen cuentos infantiles o preparan obras de teatro. Hasta ahora la aceptación de estos talleres por parte de los niños y las niñas ha sido muy buena y las dos sesiones semanales se caracterizan por una elevada asistencia. El programa es percibido tan exitoso en el hospital que hay planes para extender estos talleres lúdicos infantiles a otras enfermedades crónicas. Los talleres pueden realizarse en forma colectiva o de manera individual (cuando el niño o la niña tiene limitaciones para movilizarse) y se compone de varias actividades: (1) percusiones, canciones y coplas sencillas para cantar, (2) artes plásticas, (3) títeres, danza, teatro y maquillaje, (4) afectividad individual a través del "manejo del color y la forma" mediante pintura dactilar y (5) afectividad para padres y personal del hospital. Esta estructura permite asegurar tareas de apoyo emocional que no deberían olvidarse en la atención integral de los y las menores con sida. Estas actividades fueron, inicialmente, llamadas talleres de afectividad y terapias del abrazo. Esta propuesta consistía en combinar el juego y el contacto físico con los niños con la esperanza de reducir la tensión tanto del paciente como del trabajador de la salud que lo atiende, reducir las experiencias hospitalarias negativas, abrir mecanismos de comunicación no verbal y, en resumen, hacer más agradable cualquier contacto entre el paciente con las instalaciones y el personal del hospital.
Para quién se pregunte si se puede revertir el
deterioro físico de estos niños, la respuesta es sí.
Los resultados del tratamiento antirretroviral son impresionantes: los
niños lucen en mejor estado general, ganan peso, su crecimiento
mejora, su desarrolloComposición de Luis Reyes cognoscitivo se restablece,
hay menos hospitalizaciones y la expectativa de años de sobrevida
aumenta. Sin embargo, estas mejoras en la salud física no deben
hacernos olvidar otras esferas de la salud infantil. El acceso de los y
las pacientes infantiles al tratamiento antiretroviral a través
del Fonsida nos permite mitigar la enfermedad en esta población,
que podrá aprovecharse al máximo si
no olvidamos brindarles soporte social y emocional. Suponemos que mediante
el juego y la risa les brindamos apoyo emocional y su estado de salud mejora.
Para los que somos muy ortodoxos en la práctica de la medicina esto
es solamente especulativo. Es por ello que lo que inicialmente denominamos
como terapia del abrazo, más que una terapia formal, es un estilo
de trabajo, de ahí el cambio de concepto por el de talleres lúdicos.
Si bien es cierto que en el Hospital Infantil de México intentamos
practicar una medicina basada en la evidencia, es decir que toda intervención
deberá tener una efectividad científicamente demostrada,
también es cierto que en nuestra clínica nadie le niega el
abrazo a un niño o a una niña.
Director de la Clínica de Inmunodeficiencias
(Clindi) del Hospital Infantil de México "Federico Gómez".
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* Casa de La Sal: 514-0628
* Casa Alianza México: 5201-4217
* Abrázame, Ser Humano/Diarq: 588-7629
* Clindi Hospital Infantil de México: 228-9917
ext. 1140