Breve historia de la relación poder-ciencia

Laura Baca Olamendi

En el mundo contemporáneo es importante analizar la relación que existe entre ciencia y poder. La ciencia es sinónimo de saber o de conocimiento y representa un complejo de nociones basadas en el estudio, la investigación y los resultados de la observación. Es también el producto de la actividad especulativa de los hombres dirigida al conocimiento de las causas, las leyes y los efectos de determinados fenómenos. Sus fundamentos son el método, el estudio y la experiencia. Por ciencia entendemos un espacio interdisciplinario que establece y codifica los conocimientos en cada sociedad. La arquitectura funcional de la ciencia propone enfrentar las necesidades del hombre y resolver su relación con la naturaleza. A la luz del fin de siglo, debemos reflexionar sobre el futuro del vínculo entre ciencia y poder. Esa relación es muy antigua y ha adoptado diferentes modalidades.

Al estudiar las diversas actitudes del poder frente a la ciencia usaremos un modelo axiológico para ilustrar que, en algunos momentos, la relación poder-ciencia ha sido resuelta como autonomía o como subordinación.

el poder y la ciencia Para los antiguos griegos, la ciencia era considerada parte del universo, o del multiuniverso donde el hombre coexistía de manera pacífica con el saber. En el Renacimiento, la relación entre poder y saber se basaba en la belleza y el arte de la perfección. Durante el periodo de la Ilustración y la Revolución Francesa, la ciencia encabezó la batalla en contra de la injusticia social. Se buscaba una sociedad basada en tres preceptos fundamentales: igualdad, libertad y fraternidad.

Durante el siglo XX, el vínculo entre ciencia y poder llegó a producir los totalitarismos en una relación de sometimiento absoluto. En otras palabras, frente a la ciencia apolítica que pregonó el positivismo en el siglo XIX, durante el siglo XX se propugnó por una ciencia politizada. Ese contexto se caracterizaba por sociedades bipolares en las que los hombres de ciencia podían asumir un tipo de actitud u otra ųsin posiciones intermediasų, pero siempre en relación con el poder.

Históricamente, el poder se encuentra representado por una élite que tiene reales posibilidades de tomar decisiones y modificar el curso y la evolución de una sociedad. El poder siempre ha estado en pocas manos y necesita no sólo de acción y estrategias políticas, sino también del conocimiento.

"Poder es saber", se dice comúnmente. Según Norberto Bobbio, existen distintos tipos de poder: político, económico, religioso e ideológico, y se manifiesta como autoridad, como dominación, como violencia o como acción técnica, es decir, como poder artificial a través del saber. Cuando la ciencia se convierte en arma mortal para la sociedad, se crean los regímenes totalitarios en los que se absolutizan el compromiso y la subordinación de la ciencia al poder político.

El nazismo y el fascismo, Hiroshima y Auschwiz, son nítidos ejemplos de cómo la dependencia entre poder y saber es de corte jurásico y sirve a fines muy cercanos al mal. Si a eso agregamos las concepciones de diferencia y superioridad racial entre los humanos, el resultado es que la ciencia ha sido manipulada por el poder, dañando la dignidad de enteros grupos minoritarios.

No debemos olvidar otros casos históricos como el de los regímenes del socialismo realmente existente, en los cuales la subordinación de la cultura y la ciencia al poder formó parte de la concepción de un partido. En la Unión Soviética, durante el régimen de Stalin, la ciencia y la cultura se convirtieron en ciencia marxista, en la que coincidían la ideología y la ciencia como instrumento de legitimación del poder.

La democracia ha demostrado que ciencia y poder son esferas que requieren cierta autonomía y caminan por senderos distintos generando evolución, progreso y bienestar para las sociedades. Las expresiones que ha adoptado el poder en distintas partes del mundo durante los últimos años reflejan sobre todo las nuevas tentaciones de violencia, como manifestación extrema del poder.

Tras la caída del muro de Berlín y la aparición del Estado posnacional, debemos repensar nuevamente la relación entre ciencia y poder en sociedades complejas y heterogéneas. Es necesario un diálogo entre ciencia y poder que permita independencia, pero no indiferencia, ante el progreso y la dignidad humana.

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